POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA DE PARRES (ASTURIAS)

Dionisio Miguel Manuel de la Huerta y Casagrán quedó registrado en la sección de nacimientos del Registro Civil del Distrito de la Concepción de la ciudad de Barcelona, tomo 86, folio 246, del 21 de diciembre de 1889. Su padre Manuel de la Huerta y de la Huerta tenía 41 años y era natural de Coya, en Infiesto, y su domicilio estaba en la calle Arnús nº 37 de Badalona. Dionisio nació en la calle Paseo de Gracia nº 16, principal, el día 19 de ese mes de diciembre a las 0,30 de la madrugada. Su madre, Antonia Casagrán y Moreno, era natural de Badalona y tenía 20 años en ese momento, conviviendo con su esposo en el domicilio de Badalona, pero accidentalmente estaba en el de Paseo de Gracia cuando nació Dionisio. Sus abuelos paternos eran Tomás y Josefa de la Huerta, naturales de Coya y ya difuntos cuando nació el niño que nos ocupa; datos estos extraídos de la partida de nacimiento de Dionisio en poder de Alberto Estrada, uno de los grandes referentes del Descenso del Sella.

El padre de Dionisio fue emigrante en Cuba, y tuvo un próspero negocio de tejidos en La Habana.

Dionisio, abogado, soltero, culto, gran viajero, buen deportista, fue durante 30 años secretario de la Federación Nacional de Tenis y tuvo siempre una desahogada posición económica que le permitió llevar una vida sin preocupaciones; de hecho, se puede decir que ni siquiera necesitó ejercer la abogacía para ganarse la vida. Desde que en 1929 comenzó a hacer sus excursiones por el río Piloña y -dos años después- por el Sella, en su cabeza bullían cada año lo que llamaríamos ocurrencias de todo tipo, novedades que -con mayor o menor éxito y seguimiento- iba incorporando a la fiesta de las Piraguas. Espiguemos a continuación algunas de ellas, las cuales deben quedar bien enmarcadas en los años ya lejanos en los que se le ocurrieron.

El 8 de agosto de 1953 Dionisio dictó algunas normas para la fiesta, como que debía ser amateur y sin soporte publicitario de ningún tipo.

¿Qué revisión se vería forzado a hacer en la actualidad sobre este tema ante la presencia abrumadora y desproporcionada de ciertos sponsors? En uno de los cuadernos manuscritos que dejó se recoge el gran apoyo del Gobierno del Principado en los años (1983-1991) en los que fue presidente del mismo Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos.

El 17 de julio de 1962 la prensa recogió la idea de Dionisio de que se lanzasen 1.000 globos en Ribadesella a la llegada de las piraguas, todos ellos con la inscripción «Vivan Las Piraguas», salvo uno, en el que estaría escrito: «Soy el premiado con cinco gallinas». Al que acudiese en Llovio con el globo premiado el mismo día del Descenso se le entregarían las gallinas; al día siguiente -domingo- recibiría cuatro gallinas en la Cultural de Ribadesella; tres en el caso de que lo hiciese el lunes; dos, si ya era martes, y sólo una gallina si acudía el miércoles. Y -añade- a partir de ese día, si presenta el globo premiado «se le darán las gracias». Una ocurrencia de mediados del siglo pasado muy propia de Dionisio. Si viviese hoy, tal vez el premio -en vez de cinco gallinas- serían un smartphone de alta gama o unas estancias de fin de semana en hoteles o casas rurales de Parres y Ribadesella.

Téngase presente que el año anterior -hace ahora 53- se trajo al desfile de Arriondas varias vacas, burros y hasta un gato para entregar a la reina de la fiesta (como quien dice «el día de las Piraguas ningún asturiano se queda en casa, ni siquiera los animales»). Tanto esta ocurrencia como la anterior hay que enmarcarlas en aquel tipo de celebración -más asturiana que otra cosa-, con su toque rural y de sana comicidad.

En otro orden de cosas anotemos -por ejemplo- que el 3 de agosto de 1963 el tren fluvial tenía 22 vagones y en la prueba deportiva participaron 116 piraguas y «una única señorita» (según recogía el desaparecido diario «Región»).

Curioso es el caso del holandés Hauke Best Pattist Joustra, el cual hizo durante muchos años de intérprete oficioso en el Descenso por su conocimiento de varios idiomas. Había llegado a España en 1956. El gobierno de su país solicitó a España su extradición en dos ocasiones -sin éxito- por las acusaciones que pesaban sobre él debido a su pasado nazi como teniente de las Waffen-SS; había sido condenado a cadena perpetua en 1947 y en Holanda se le conocía como «el terror de Drenthe». Falleció en Asturias en 2001 con 80 años de edad.

En 1972 se descalificaron 69 palistas por salida antirreglamentaria, destacando la prensa el civismo y deportividad de los palistas extranjeros, puesto que de entre los descalificados 67 eran españoles; y es que la salida del Descenso en Arriondas fue durante bastantes años un caos donde -hasta el invento de los cepos- se quebrantaron todas las normas de una competición medianamente juiciosa.

Dionisio manifestó a la prensa su enfado en ese mismo año pues intentaba encontrar a alguien en los riosellanos Campos de Oba -en Llovio- que llevase montera picona, muy contrariado porque sólo él la llevaba. Afirmaba que «una prueba de piraguas puede organizarse en cualquier parte, pero el Sella es algo más y no podemos permitir que se desvirtúe»; 42 años después seguimos discutiendo lo mismo: la pérdida, adulteración y falseamiento de algunas esencias de la fiesta que la han llevado a donde se encuentra.

Ahora que se habla sobre tradiciones en la fecha de celebración, conviene recordar que en 1975 -en su XXIX edición- tuvo lugar el 2 de agosto; como excepcional fue también el Descenso un 15 de agosto, en 1992, para no coincidir con los Juegos Olímpicos de Barcelona que se clausuraban el día 9 de ese mes. Se defienden presuntas intocables tradiciones, mientras otras se han eliminado o desplazado sin razón aparente. Buena es la iniciativa de hermanar el Sella con otro río en un acto que tiene lugar la víspera del Descenso, pero muy discutible es que se haya desplazado a ese momento -ante muy escaso público- el solemne acto de interpretación de los himnos nacionales de los países participantes e izado de banderas (las cuales tienen que ser arriadas inmediatamente después para evitar actos de vandalismo -ya ocurridos- durante la noche). Ese ha sido siempre el momento culminante del día de las Piraguas, previo a la tradicional salida en verso y al minuto más emocionante de la prueba cual es la interpretación del «Asturias, patria querida», el himno de las Piraguas desde mucho antes de que -en 1984- fuese declarado himno de Asturias. Hay actos, costumbres y modelos establecidos que no debieran haberse alterado o suprimido.

Por otra parte, nada ocurriría si ese acto de izado e himnos se celebrase tanto la víspera -con poco público- como 10 minutos antes de la multitudinaria salida, en el mediodía del sábado.

Corrían otros tiempos cuando -en las Piraguas de 1976- fueron detenidos en Ribadesella dos miembros del PSOE que repartían propaganda para un mitin que iba a dar Felipe González en Gijón el día 15 de ese mes. Los detenidos -puestos en libertad más tarde- eran Miguel Hijano Torres y Faustino García Zapico. España comenzaba una nueva singladura, cuya finalidad era convertirse en una democracia de corte europeo.

La fiesta de las Piraguas aquí sigue, desafiando al tiempo y a las circunstancias en las que se ve envuelta algunas veces, pero al menos la prueba deportiva mantiene un alto nivel de calidad y participación. La parte festiva que la envuelve va por su cuenta y riesgo, alentada o discutida, entre plácemes y recelos, según los gustos de observadores y participantes, tanto nativos como foráneos.

No está mal la idea de sentarse a exponer ideas y debatir propuestas sobre la más conocida e internacional de nuestras fiestas. Los dos concejos directamente implicados no pueden caer en localismos trasnochados ni en chovinismos decimonónicos.

Arriondas y Ribadesella deben trabajar codo con codo y afanarse en unir sus intereses en torno a las Piraguas, pues ambas poblaciones son anfitrionas y protagonistas imprescindibles por igual, actores copartícipes de su principal evento estival.

Fuente: http://www.lne.es/