POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
A pesar del auge del Tribunal de la Inquisición en todo el reino de Murcia, la institución en su estructura, cayó en la sima del desprestigio.
Por ejemplo en Ulea, desde el año 1675 hasta mitad del siglo XIX, la parroquia de San Bartolomé disponía de unas brigadas al mando del cura párroco D. Francisco López Casacau (1), hermano del abuelo materno de quién más tarde fuera fraile dominico D. Jesualdo María Miñano López.
Dichas brigadas se encargaban del socorro y ayuda, en caso de inundaciones; asistencia a los incendios; proteger a los desvalidos y dar seguridad a los ciudadanos en las calles solitarias y oscuras.
Al no existir ningún cuerpo de seguridad ni de alguaciles, dichas personas formaban verdaderos grupos milicianos qué, en algunos casos -más de los deseados- aplicaban las leyes «con distinta vara de medir».
Desde el año 1697 hasta el 1714, el regidor de la Villa D. Juan Carrillo Yepes, acordó con el tribunal de la Inquisición la formación de grupos voluntarios que estuvieran al servicio de la sociedad y, de paso, levantaran el maltrecho prestigio en que estaba sumido el Santo Tribunal de la Inquisición.
Con el valor y honestidad de que gozaba el regidor D. Juan Carrillo Yepes se lo hizo saber a los miembros de la Comunidad Inquisitorial que comandaban dicha institución.
(1) D. Francisco López Casacasu, sacerdote aragonés, consiguió traslado oficial como cura párroco de Ulea por mediación de su sobrina Micaela López Yepes. Ya, en el año 1808, era miembro destacado del Santo Oficio de La Inquisición en Ulea que, además, poseía una capilla de su pertenencia en la iglesia parroquial de San Bartolomé, dedicada al culto del patriarca San José, según atestiguan documentos de su sobrino nieto y alcalde D. Joaquín Miñano Pay, con fecha 13 de noviembre de 1777. Este sacerdote, miembro de la Santa Inquisición de Ulea, fue trasladado con posterioridad como capellán de las religiosas de San Antonio de Murcia. Según el mismo diario de Joaquín Miñano Pay. Dicho sacerdote, D. Francisco López Casacau fue la persona influyente para que el nieto de su hermana, Jesualdo María Miñano López, ingresara en el convento de los Dominicos de Murcia y, marchara, posteriormente, de misionero dominico a Filipinas.