POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
La Tuda, geográficamente puerta del territorio que constituye Sayago y su término, parte de las tierras pertenecientes al Monasterio Jerónimo, que desamortizado fue la dehesa de Amor y La Tuda hasta que se definieron los términos municipales. En esta geografía tan variada como atractiva las colmenas constituyeron siempre una nota constante y en los huecos de las centenarias encinas era muy corriente encontrarse uno con la sorpresa de un enjambre acomodado en una parte del grueso tronco del árbol. A todo lo largo de la primera mitad del pasado siglo XX, cinco familias mantenían vivo el cuidado de las colmenas en lugares cercanos y con las viejas técnicas de explotación y calendario. La señora Pilar, con media docena de corchos, como se decía y otras tantas; la señora Elisa y Celestina, cuñadas, en un huerto con frutales y grandes matas de romero, y en el pago del Praocalles la señora Concepción mantenía en el huerto una docena de colmenas con las mismas características que las anteriores. El verdadero colmenar, por el número de colmenas, era el que cuidaba el matrimonio formado por José Pérez e Isabel Bajo, situado junto a las casas sobre una plataforma de granito sobre un prado cuyo topónimo era y es conocido como el «Prao Pajarito». Este colmenar llegó en los primeros años de la década del treinta a ciento siete colmenas de corcho procedentes de los talleres de Almeida. Este colmenar sufría las peripecias propias de la falta de cuidados adecuados, muy difíciles en un sistema de cuidados y explotación muy primitivos.
En la primavera de 1933 el abuelo José vendió a un colmenero fermosellano sesenta colmenas a quince pesetas unidad.
Estas familias colmeneras desaparecen a lo largo de nuestra posguerra y sobre ese recuerdo aún fresco llegó como maestro don Mariano Esteban Sastre, perteneciente a aquellas hornadas que salieron de las Normales de los finales de la década de los años veinte y los primeros de la década siguiente, montó en el comienzo del Camino del Monte un pequeño colmenar con materiales ya actualizados y con una aplicación social dedicada a los niños y niñas de su escuela, cuya constancia y documentación se conserva en los archivos de la Obra Social. Trasladado a la escuela de Villagodio, las abejas desaparecieron de la Tuda .
Pero la constancia deja siempre su huella y nunca encontraremos mejor ejemplo de laboriosidad que el de las abejas, con su reina y su ejército de obreras y a pesar de su manada de zánganos. Pues bien, las abejas han vuelto a La Tunda cuatro generaciones más tarde en la persona de un tataranieto de aquel José y aquella Isabel que en el «Prao Pajarito» llegaron a saltar del centenar de colmenas de corcho, este joven aventurero con nueva visión y horizonte de futuro es Bonifacio Ramos Bueno y el domingo día 25 celebró bajo la dirección de un docto asesor la recogida de la primera cosecha de miel de sus modernas colmenas movilistas, situadas cuidadosamente en el Teso Blanco y mirando a la laguna del Monte y al otro teso denominado de las Abejas, toda una referencia histórica a tener en cuenta.
Gracias, Bonifacio, por haber devuelto a la patria de tus mayores uno más de los valores perdidos. Enhorabuena y adelante, esta fecha constituye toda una efemérides a tener en cuenta de cara al futuro.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/