POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Emma Cohen, rubia Musa de ojos verdes cristalinos, ha abandonado este mundo de cine, teatro y libros en un silencio mortal que nos ha sobrecogido a sus muchos diletantes de oficio y de sacrificio.
El cielo la guarde en gloria con Fernán-Gómez de abrigo, el que la puso a sus órdenes cual un rey adulterino, el Rey Ordás de las tablas que la enamoró de él mismo tras pasajero escarceo con Juan Benet, el altísimo.
Yo lo sé porque los vi en el Bocaccio “divino” de los estertores últimos del flebítico franquismo en aquella Barcelona de relumbre parisino que el Mayo68 sublevó hasta los ladrillos.
Luego al Madrid-Marsillach de su larga mano advino y de Carlota Corday y Delgadina la vimos haciendo saltos de cama en cuadros de rosas vinos que nos ponían calientes a los periodistas tibios.
¡Qué dulce era la muchacha, cuánto nos entretuvimos con sus pechitos de leche altivos como jacintos! “Bruja más que bruja” era, olvidarla no he podido; dejó en mí como un rubor de ternura y artificio.
Esa niña traviesilla ¿habrá encontrado su sitio? Aquí me tiene si vuelve, rendido de amor, rendido. Entretanto, por favor, que lea este panegírico en versos octosilábicos que para ella sola he escrito.