POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Leyendo unos poemas de mi madre, dedicados a su amiga y Maestra de Párvulos de Ulea, Dª Anita Caicedo, me han venido a la memoria, las vivencias personales con ella y con Dª. Carmen Molina- las Maestras de Párvulos que tuve en mi tierna infancia.
Retrocediendo en el tiempo a los años 1941 a 1944, voy a cometer la osadía de hacer unas breves reflexiones de lo que supusieron para mí, y para muchos/as más, estas dos maestras y, por extensión, la mayoría de los maestros y maestras que, » de forma vocacional» ejercen la profesión en las localidades de nuestra querida piel de toro: España.
Cuando hablo así de las Maestras, me dicen que soy un soso y que lo que digo son ensoñaciones mías. A todos ellos les respondo: ¿Qué más podríamos decir de ellas/os lo felices que se sentían cuando nos sujetaban el pelo, nos ajustaban los cinturones y nos hacían desfilar a diario, con la soltura de unos niños de corta edad?
¿Cuándo, aunque siempre me vista de la misma forma, me dirán que mi vestimenta es muy bonita?
¿Cuán importantes nos sentíamos cuando, sin ningún recato, nos limpiaban los mocos antes de realizar algún desfile?
¿En qué lugar, si no allí, abrazaríamos a nuestra Maestra y le diríamos: ¡Te quiero!
¿En qué otra parte me curarían los arañazos y me consolarían cuando estaba triste y lloraba y ella sonreía cuando yo la miraba?
Ellas, con inusitada frecuencia respondían: ¿Quién recibe más flores que yo?, ¿Donde mejor podría guiar la escritura de las primeras letras, a una mano de un niño de corta edad, que algún día pueda ser capaz de escribir un libro? ¿En qué otro lugar recibiría el sublime regalo de sonrisas como estas? ¿En qué otro sitio estarían todos deseando hacerse un retrato conmigo? ¿En qué lugar mis palabras quieran ser escuchadas y causen tanta admiración? ¿En qué rincón del globo, cuando faltas al trabajo dos días, te reciben con los brazos abiertos? ¿Donde puedes ver con los niños, en primera fila, verdaderas obras de arte? ¿Donde conservaría el encanto de la niñez y de la juventud si no es en medio de un grupo de niños, cuyas respuestas pueden ser una caja de sorpresas? ¿En qué otro lugar derramaría lágrimas a la hora de dar por finalizado un curso de relaciones placenteras?
Las respuestas a todas estas preguntas me la dieron de inmediato: ¡Porque me siento una persona grande trabajando con los pequeños!
Por todo ello ¡Gracias Maestras! Gracias también a quienes trabajáis con niños de «Educación Especial»; » tan especiales y maravillosos».
Gracias a los profesores de música, por creer, crear y cultivar el arte.
Gracias a los compañeros que trabajáis en Escuelas Rurales, porque sabéis lo que es enseñar con frío, goteras y en soledad.
Gracias a los compañeros docentes que introducís a los alumnos en el mundo de los idiomas.
¡¡Gracias a todos!!