POR CARMEN RICO NAVARRO, CRONISTA OFICIAL DE PETRER (ALICANTE)
Ayer, un caluroso día del mes de julio, nos dejó Ramón Candelas Orgilés. Mi amistad y cariño hacía él que, puedo decir que era recíproco, viene de lejos, pues han sido muchas las tertulias que hemos compartido con “Los críticos”, grupo de amigos capitaneados por el célebre y recordado Manuel Serrano, con los que tuve el honor de disfrutar de muy buenos momentos. A este grupo de eldenses que, poco después formaron La Tertulia Asociación Cultural de Elda y Petrer, siempre le he tenido un cariño muy especial porque a él pertenecen muchas personas que son importantes y entrañables para mí.
Ramón Candelas Orgilés fue un eldense de pro, nació en la calle La Tripa en 1929, y por su trayectoria profesional y cultural, se merece con todos los honores para estar en esta sección en la que repasamos hechos de Petrer aunque hoy, por la calidad de la persona: médico, artista, fotógrafo, músico, lutier, escritor y etnógrafo merece ocupar un espacio y tener su crónica.
Ha sido un hombre muy valiente y nunca tuvo miedo a perseguir y alcanzar todos sus sueños, a llenar de contenido y conseguir todas sus inquietudes y a hacer realidad aficiones latentes que no había podido experimentar antes. La edad nunca supuso ningún freno para él, siempre pudo más la ilusión.
Ramón ha tenido una vida apasionada rodeada de su familia, capitaneada por su inseparable Mercedes Pérez y por sus cinco hijos, a los que adoraba, de sus amigos y de sus múltiples aficiones
Este humanista ha sido un padre incondicional, médico abnegado y artista apasionado.
Fue amable, metódico, ilusionado, curioso, atento, emprendedor, trabajador, infatigable, polifacético, práctico y, también y sobre todo, muy familiar. Su libro sobre las ermitas de la provincia de Alicante, sus novelas, su Vía Crucis de bronce que adornan la Parroquia San Francisco de Sales nos acompañaran siempre.
Pero Ramón siempre permanecerá en mi corazón por esa visita que realizamos en 1993 a la ermita de Catí, hace ya muchos años, en la que tuve la suerte de conocerle y estar con otras personas muy queridas por mi como son el cronista oficial e hijo predilecto de Petrer Hipólito Navarro, y el sacerdote e hijo adoptivo de Petrer Antonio Rocamora.
Ramón, sé que te juntarás en el cielo con Hipólito, porque allí queremos creer que es donde va la gente buena, y allí, los dos, seguro que podréis entablar interesantes conversaciones porque estoy segura que temas no os van a faltar.