POR ÁNGEL DEL RÍO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
No es una imagen infrecuente la de jabalíes deambulando por carreteras y calles de Madrid. En los últimos días se los ha visto en varios puntos de la ciudad, o en sus accesos, y en los últimos años, su presencia también ha sido notoria, incluso en aquella ocasión en la que bajaron en manada por la carretera de Castilla, hasta meterse en plena M-30 y sembrar el pánico entre los conductores, porque más de un accidente han protagonizado, como el que estuvo a punto de sufrir mi querido y desaparecido Antonio Herrero, cuando saliendo de Madrid, se le cruzó uno de estos animales en la carretera y casi tuvo un grave disgusto.
Los jabalíes “madrileños” provienen, especialmente, del monte de El Pardo, donde tienen una reserva natural espléndida, y unas encinas capaces de abastecerles con las bellotas más sabrosas. Este paraje está a un palmo de Madrid, y a veces se toman la licencia de buscar nuevos horizontes, atraídos por el ruido de la jungla urbana y el tufillo de la contaminación, que les puede ser adictivo.
En los últimos días, insisto, se les ha vuelto a ver merodear por la urbe. ¿A qué vienen los jabalíes a Madrid? Quizá atraídos por el fenómeno de las rebajas; o porque no les está prohibido circular por Madrid Central; quién sabe si, como sus hermanos los cerdos, están percibiendo el aroma de la trufa en los menús de los nuevos ministros venidos a más; o buscan las hembras a la ministra de Igualdad, para solicitarle que su nombre sea inclusivo y se las empiece a llamar jabalías. Pero lo más probable es que se sientan atraídas por las fiestas que en estos días se le rinden al patrón de los animales, el bueno de San Antón; que quieran ser bendecidos junto a la iglesia de la calle de Hortaleza, o participar como hacen desde antaño sus primos los cerdos, en las tradicionales Vueltas. Quizá recuerden que se llegó a coronar como “rey de los cochinos” al propietario del cerdo ganador de la carrera, hasta que llegó el rey de turno, el de verdad, y abolió la ceremonia por “ofensa a la Corona”, cosa que probablemente haría hoy alguno, con mando en plaza ministerial, si en la carrera de jabalíes se proclamara al ganador como “político del colmillo retorcido”.
Fuente: https://www.madridiario.es/