POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Hace algunas fechas se conmemoraba el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, y son ríos de tinta los que han corrido en ese día reconocido desde que, en 1930 fuera adoptado como Día del Libro, que con anterioridad fue promovido, en 1923, por Vicente Clavel Andrés dentro del seno de la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, aprobado tres años después por el Rey Alfonso XIII, celebrándose por vez primera el 7 de octubre. Después sería instituido como tal, en 1996, por la Unesco como Día Mundial del Libro. La celebración de estos cuatrocientos años iba precedida por la búsqueda de los restos mortales del «inmortal» autor de ‘Don Quijote’, y el presunto hallazgo de los mismos sin poder determinar con exactitud cuáles son los suyos, entre los desenterrados de dieciséis personas en la iglesia de las Trinitarias de Madrid. De igual forma, que se han buscado paralelismos en las vidas de Cervantes y de Shakespeare, sí como similitudes en las fechas de los óbitos de ambos, intentando aclararlas teniendo como base los calendarios juliano y gregoriano.
Lo cierto es que ahí está nuestro ‘Manco de Lepanto’ con todas sus incógnitas y con otras celebraciones en su recuerdo. Sin ir más lejos, en Orihuela, hace cien años el periódico ‘Ciudadanía’, «Órgano de la Juventud Maurista Local» organizó unos juegos florales con motivo del tercer centenario del fallecimiento de Cervantes. El acto se celebró en el Teatro Circo, el 1 de octubre de 1916 y la Flor Natural fue conseguida por el maestro nacional murciano, José Soriano, por su poema ‘Canto a la Paz’, siendo Reina de la Fiesta, Angelita Gutiérrez Muriedas y mantenedor el letrado de Estado, Antonio Goicoechea Cosculluela, en cuyo discurso no dejó en olvido el significado del Quijote como concepto de idealismo y optimismo. Como era costumbre, el acto finalizó con un baile de sociedad en el Casino Orcelitano y lo recaudado por el precio de las entradas fue destinado para una sala de operaciones del Hospital.
Pero para adentrarnos más en la obra cervantina debemos acercarnos también a un oriolano y a su hijo, respectivamente, Justo García Soriano y Justo García Morales, del que tuve el honor de gozar de su amistad. De ambos es una de las ediciones que poseo de ‘El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha’, perteneciente a la Colección Joya de Aguilar, en su duodécima edición (1981). El trabajo de esta edición es de lo más completo que se ha efectuado, habiéndoles llevado a la localización de 2.047 ediciones entre los siglos XVII y XX, que en 1959 pertenecían a la Colección Cervantina del barcelonés Juan Sedó Peris-Mencheta, y entre las que aparecen algunas traducciones al árabe, chino, hebreo, japonés, manchú, mogol, sánscrito, tagalo, tibetano, entre otros muchos idiomas. En lo que los editores titulan como ‘Guía del lector del Quijote’, nos presentan los supuestos retratos de Cervantes; las relaciones con Lope de Vega, aquel de «más de ciento, en horas veinticuatro pasaron de las musas al teatro»; la lengua y el estilo de Cervantes; el estudio pormenorizado de los personajes, del paisaje, y la ruta geográfica; el Quijote de Avellaneda o falso Quijote; las interpretaciones esotéricas que algunos han querido ver en la novela; la filosofía en torno a la misma según los juicios de españoles y extranjeros; las imitaciones efectuadas por éstos; la inspiración para autores teatrales; la relación con la música; las ilustraciones desde el siglo XVII. Además de otras muchas aportaciones, no hay que dejar a un lado las veintisiete páginas de bibliografía establecida por materias, los índices de nombres y lugares, y los modos adverbiales, voces en desuso y refranes que aparecen en la obra, como algunos que aún hoy se suelen utilizar: «a cada puerco le llega su San Martín», «a Dios rogando con el mazo dando», entre otros muchos que tienen su origen en la obra cervantina.
nuncio: El vídeo comenzará en 14 segundos
Asimismo, otra edición que poseo es la publicada por Alfredo Ortells, S.L., comentada por Diego Clemencín, con estudio crítico de Luis Astrana Marín, y en la que participó Justo García Morales, perteneciente a la Sección de Cervantes de la Biblioteca Nacional, en la que su aportación a esta edición está referida a las ilustraciones gráficas y literarias del Quijote.
Pero, en relación con Cervantes y Justo García Soriano es su ensayo titulado ‘Los dos Don Quijotes’ en el que investigó acerca de la génesis del Ingenioso Hidalgo y de quién pudo ser Avellanada. Fue publicado en Toledo en 1944 y el ejemplar que poseo está dedicado «al docto doctor» Alberto Escudero, el cual me lo regaló el 14 de septiembre de 1981, con la siguiente dedicatoria: «Con la venia de mi entrañable amigo Don Justo, oriolano ilustre (q.e.p.d.) cedo la propiedad de esta obra al gran bibliófilo Antonio Luis Galiano Pérez estimulándole a proseguir en su afición de coleccionista. Debo de significar que la ciudad de Orihuela ha sido hasta la fecha injusta con Don Justo». A partir de entonces, nuestra ciudad empezó a reconocerlo de forma más significativa, hasta el punto que sus hijos hicieron donación de su archivo al Ayuntamiento, siendo concejal de Cultura Manuel Hernández Terrés.
Hace algunas fechas que se cumplió el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra. Han corrido ríos de tinta, y como todos los santos tienen octava, o al menos han pasado siete días, es buen momento para recordarlo junto con Justo García Soriano, que tanto luchó en defensa del patrimonio artístico, archivístico y bibliográfico de Orihuela durante la Guerra Civil, y en compañía su hijo Justo, que se sentía desde lo más profundo como hijo de la tierra de su padre, a pesar de no haber nacido en ella. Para ambos mi recuerdo, con el permiso de Don Miguel.
Fuente: http://www.laverdad.es/