POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
A este país a la deriva
por sus extremos radicales,
la educación es lo primero
con que conviene reformarle.
A ello se han entregado predispuestos
los profesores y los estudiantes,
los padres y las madres de familia
y un conjunto de sabios respetables
convocados al fin por el gobierno
a una “mesa de ideas” y contrastes.
Vamos a ver qué aprueban en concreto
para salir del anchuroso bache
en que ha caído la enseñanza
tras numerosos y disparatados planes.
Libertad, sí que sí, pero también
disciplina, aprendizaje,
esfuerzo, competencia,
tareas escolares,
memoria, inteligencia,
voluntad sin ambages,
tesón de emprendedores
y fuerzas de coraje,
con los cinco sentidos en el aula,
el hogar y la calle.
Que lleguen los llamados a un concierto
plasmado en Ley vital que no se aplace
y que sea aceptada de buen grado
sin excepciones de ninguna clase.
En ella habrán de entrar, cómo que no,
las opiniones más dispares,
las lenguas autonómicas,
las religiones regulares,
las actitudes y aptitudes más valiosas,
las Ciencias y las Humanidades…
y, compartiendo su importancia,
la Lectura y las Artes
plásticas y cerámicas,
pictóricas y esculturales.
¿Dije que la Lectura?
La lectura es la llave
de todo lo anterior,
como se sabe,
para abrir el baúl de los tesoros
que encierra porque es madre
de los conocimientos
de ahora y antes.
Leer, leer, niños precoces;
leer, leer también los grandes.
Curiosidad se llama eso
y está en el campo y en las ciudades,
en los valles y las montañas,
entre las yerbas y los árboles.
Que en cada paso la llevéis
con los cinco sentidos por delante.
OK, amigos.
Tal el poeta hace.