POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS)
El Día Internacional del Libro en Gran Canaria es ya una conmemoración bien asentada. Cada 23 de abril, y los días previos y posteriores, se da una gran profusión de actos, en los que se implican muy diversos sectores sociales. Junto a esto se da una conmemoración que, esta sí, debería tenerse más en cuenta, y valorar en toda su trascendencia la efeméride que rememora. Es ese 25 de abril de 1794 en el que, hace 230 años, llegó la primera imprenta a la isla, a impulso de José de Viera y Clavijo. Por ello un libro grancanario, aquí editado o referido a algo trascendente de la isla, puede y debe ser una buena propuesta para estos días. Este 2024, en el que esta conmemoración y celebración libresca coincide con un centenario de ineludible y gran significado y trascendencia insular, el libro a recomendar puede ser ‘La Industria Cervecera en Canarias, desarrollo y evolución de la marca «Tropical» (1924-1993)’ de Santiago de Luxán Meléndez y José Luis Quesada González, del año 2005. Un trabajo que fue realizado dentro del Programa Innova (1998-1999) de la Fundación Universitaria de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (FULP).
Y es que hace cien años, el 24 de abril de 1924, en la calle Canalejas nº 5 el empresario Castor Gómez Navarro abría las puertas de una cervecería que, en pocos años, se convertiría en una de las marcas más identitarias y tradicionales de Gran Canaria, ‘La Tropical’. Y lo hacía junto a otra de inolvidable ambiente, que fue un local clásico y concurrido en la ciudad, la cervecería ‘La Salud’, inaugurada en 1910 en Canalejas nº 3, que fabricó su propia cerveza hasta los años sesenta, y luego expendió ‘Tropical’ como marca propia -dado el carácter tan arraigado que esta ya tenía- hasta 1983 cuando cerró. En esos años veinte, cuando la capital grancanaria se reinventaba y trabajaba denodadamente por superar la grave crisis económica que sufrió a consecuencia de la Gran Guerra, con estas cervecerías y estas marcas aparecía y quedaba consolidada la industria cervecera en Canarias. Un hito y una realidad empresarial e industrial que no sólo contribuyó mucho al progreso económico y social, sino que se levantó como un referente identitario que hoy pervive. Un capítulo de la historia insular, y de Canarias en general, que va mucho más allá de una mera marca comercial, del que Las Palmas de Gran Canaria puede sentirse satisfecha y debe conocer en toda su trascendencia. Un tiempo y unos acontecimientos que tienen forma de libro y de reflexión académica.
En la trasera de aquel local de Canalejas nº 5, donde desde 1906 funcionaba su fábrica de ‘Chocolates El Escudo’ (más tarde ‘Chocolates Gómez Bosch’), también entonces de meritorio prestigio, el señor Gómez Navarro decidió montar una cervecería, dadas las buenas perspectivas que este sector tenía entonces en toda España, y a la vista de tener un solo competidor, ‘La Salud’, propiedad de su pariente José Bosch y Sintes, que la estableció en 1910, y que no deseó asociarse con él.
‘La Tropical’ abrió formalmente el 24 de abril de 1924, fecha que hoy se toma como referente conmemorativo, pero, si repasamos la prensa de entonces, podemos encontrar a principios de ese mes anuncios diarios en primera página, que comunicaban como «La Tropical Fábrica de cerveza. Tiene el gusto de poner en conocimiento de sus favorecedores que dispone de existencias de cerveza fresca en botellas; y en tanto monta un servicio regular a domicilio ruega se sirvan pasar los pedidos por Teléfono al núm. 171 y serán atendidos en el acto cualquiera sea la cuantía deseada», lo que implica una actividad muy competitiva y moderna para aquellos años. Y, si se retrocede un poco más, hasta el 8 de marzo de 1924, en primera página del primigenio Diario de Las Palmas, se podrá leer un magnífico y completo reportaje, del afamado periodista Miguel Sarmiento Colom, que encabezaba su trabajo con un elocuente «Progreso de Gran Canaria», para añadir luego, como parte principal del titular, «La nueva fábrica de cerveza La Tropical, propiedad de don Castor Gómez». Un extenso texto, bien organizado en sucesivos apartados en los que trataba diferentes aspectos de la nueva cervecería, desde el material industrial adquirido, «lo mayor y mejor de cuanto se fabrica actualmente en esta clase de aparatos», a las características del propio edificio (por desgracia hoy desaparecido), en las que resalta como «el inmueble de La Tropical es obra del arquitecto Miguel Martín. En pocos años y apenas salido de la Escuela ese admirado amigo nuestro, ha planeado y dirigido en Gran Canaria una serie de construcciones en que se manifiesta su fuerte personalidad artística», sin dudar en resaltar como «la casa Gómez se lanza a este nuevo negocio con el empuje dé los designios bien meditados y de la fe enérgica en el porvenir. En vez de gastarse parte de su cantidad en propagandas engañosas, concentra toda su potencia en la calidad excelente de su fabricación». También ese mes de abril el periódico grancanario ‘El Tribuno’ señalaba, al hablar de «El progreso industrial de la ciudad» y de la inauguración de «La Tropical», como «con una modesta demanda de cerveza en el Archipiélago de 2 a 3 litros por habitante al año, y con sólo 5 operarios, se inaugura, de forma accesoria a una fábrica de chocolate, la fábrica de cerveza La Tropical». Una tradición chocolatera que luego, durante muchos años, se mantendría con el popular ‘Chocolate SICAL’ hasta 1988. Debemos recordar que la nueva empresa, SICAL, también se dedicó a otros negocios, como la pesca o el café, quizá por diversificar la inversión.
Pocos meses después de la inauguración fallecía su propietario e impulsor. Queda entonces al frente del negocio su hijo, el afamado pintor y fotógrafo Tomás Gómez Bosch, que lo dirigirá a lo largo del primer gran período de la marca, hasta 1939. Es el momento en que esta cerveza, su nombre, se hace algo no sólo usual, sino característico y tomado como elemento identitario de la isla por la inmensa mayoría de la población a través de varias generaciones -casi nadie pedía ya una cerveza, sino que, durante décadas, se decía «ponme una Tropical», y no había fiesta, romería o celebración donde no fuera bebida referente-, y su local, junto con el de ‘La Salud’, uno de los de moda en la ciudad, donde artistas, escritores, intelectuales, empresarios, mantenían animadas tertulias, algo que también contribuía a enraizar ‘Tropical’ en el imaginario social isleño. Una época entrañable, de ambiente inolvidable, donde resalta la figura del artista y empresario Tomás Gómez Bosch departiendo con sus amigos del mundo de la cultura grancanaria, pero que también tuvo momentos muy difíciles al final, por lo que la cervecería pasaría a manos de nuevos inversores.
Tras un tiempo muy complicado, a través de la década de los años cuarenta y primeros cincuenta, los nuevos propietarios, Diego Vega Sarmiento, Miguel Curbelo Grondona y Vito Sánchez Jiménez, logran no sólo remontar el bache, sino levantar el negocio y expandirlo. Se traslada la fábrica a unas nuevas y modernas instalaciones en Barranco Seco -donde se encuentra en la actualidad- y comienza incluso la exportación a otras islas, y con el tiempo a otros destinos comerciales en África. Una segunda época de expansión y modernización, al socaire del orbe turístico que se implantaba y crecía en Gran Canaria, y que tuvo al frente su tercer y efectivo director en el empresario Antonio Vega Pereira, hijo de Vega Sarmiento. La tercera y actual fase se iniciaría cuando, dejando a un lado su carácter familiar, esta gran empresa pasará a la Compañía Cervecera de Canarias, luego unida al grupo Guinness, que ostenta su titularidad en la actualidad.
Si el catedrático de Historia Económica de la Universidad de Alcalá, premio nacional de historia en 1990, Dr. Francisco Comín, señalaba a propósito del libro propuesto, que vuelve en el entorno del Día Internacional del Libro y del Centenario de ‘La Tropical’, que «estamos ante una obra imprescindible para los especialistas en historia empresarial de España, que podrá recomendarse como manual para el estudio de casos en las escuelas de negocios y en las facultades de administración de empresas, o como libro de consulta obligada en las asignaturas de historia empresarial», también la lectura de este libro puede instituirse como una buena celebración de ambas efemérides, que muestran la potente y señera realidad cultural de una capital, encrucijada de culturas, como es Las Palmas de Gran Canaria.