POR DAVID GÓMEZ DE MORA, CRONISTA OFICIAL DE LA PERALEJA, DE PIQUERAS DEL CASTILLO, VALDEPINO DE HUETE, SACEDA DEL RIO Y CARECENILLA (CUENCA)
Si indagamos a fondo el folclore y el pasado de las tierras de nuestros ancestros, comprobaremos como todavía pueden rescatarse relatos de tiempos lejanos, que enriquecen ese corpus de leyendas e historias, que llegaron hasta los tiempos de nuestros abuelos, y que por desgracia seguimos desconociendo en buena medida.
Son diversos los sucesos que involucran a lobos, fieras y seres mitológicos, de los cuales hemos podido recopilar algunos casos, y que entroncarían con nuestro característico folclore nacional, por el hecho de que a estos los veremos presentes también en otras zonas del país
Buen ejemplo es el que nos ha llegado de la localidad alcarreña de La Peraleja. En este caso, desde siglos atrás se hablaba del “Bú”: un ser antropomorfo de gran tamaño, con aspecto de búho y unas temibles garras, que solía ir en busca de aquellos niños que no se comportaban de forma debida. Tanto es así, que los padres solían recordar a sus hijos cuando estos se alejaban de las calles del pueblo, del peligro que corrían en el caso de toparse con este.
Incluso a día de hoy, sigue habiendo una zona apartada del municipio, donde el relato indica que se encontraba la guarida de dicha criatura. Un fenómeno similar detectamos en Verdelpino de Huete, concretamente en una partida alejada del casco urbano, y que todavía recibe el nombre de Fierabrás.
Fierabrás era un caballero sarraceno, que al igual que el Bú, poseía una altura muy por encima de la media. Como el anterior, se decía que se llevaba a los zagales que no se comportaban de forma debida, o pretendían alejarse del lugar donde sus familiares les habían indicado que no se apartasen.
La historia de Fierabrás nos remonta al periodo bajo medieval, gracias a los cantares franceses, y de donde comenzará a extenderse su nombre. Pensamos como hipótesis, que será posteriormente y a raíz de las gentes venidas de esa zona, cuando su historia se extenderá en estas tierras.
Algo que no debería extrañarnos, teniendo en cuenta que en el medievo, hasta este lugar llegó gente procedente de la región de la Gascuña. Hecho que apreciamos en los nombres de enclaves como Gascueña, o la partida de los gascones, esta precisamente inmediata al término municipal de Verdelpino de Huete.
Sobre Piqueras del Castillo (en tierras más meridionales), veremos que las criaturas que se recordaban en las casas, se enmarcan en la línea tradicional, y que muchos seguramente habrán escuchado en sus hogares durante su infancia. En este sentido, Evelio Moreno nos habla del famoso “hombre del saco” y la “carajaina”. De esta última, los guachos decían que “solía esconderse tras la puerta de la escalera que subía a la cámara, o en el rincón del cuarto más oscuro”. Nuestro autor (2013, 111) la describe como “una suerte de arpía de diabólica cara, melena de medusa terrorífica e invisible, como las brujas (…) vieja y desdentada”.
Por desgracia, no hemos podido analizar a fondo otros enclaves de la provincia, donde seguramente aflorarán muchas criaturas fantasiosas como las aquí descritas. Ahora bien, quisiéramos añadir a este conjunto, una que llegará a aparecer documentada hace varios siglos, a pesar de que quede fuera de la zona de estudio con la que habitualmente trabajamos.
Su mención la encontramos en los “Diálogos de la montería” de Luis Barahona, en los que se describe una criatura, que según el testimonio, llegó a cazarse y exhibirse, tras previamente haber sido abatida en la dehesa de la localidad conquense de Alcantud. De ahí que nos hemos permitido la licencia de bautizarla con el nombre de “la Bestia de Alcantud”, adjuntado el texto referente a la misma, donde se cuenta lo siguiente:
“Porque a un cazador amigo nuestro y que todos conocemos, que se llama Alarcón, en la dehesa de Alcantud, en tierra de Cuenca, le aconteció un día andando a la chilla de conejos, hallar un animal o monstruo que también andaba cazando, del tamaño y cuerpo de un león y de su mismo color y pelo, y la cara de hombre y las orejas de gato, al cabo de las cuales le salían unos pelos a manera de cuernos muy altos y torcidos, y las manos de perro, y los pies de caballo y crines de buey, y la cola y ancas como de oso, porque las tenía llanas y con poca cola que casi no se parecía; y el modo que traía en cazar no era de menos admiración, porque venía levantado sobre los pies postreros, derecho el cuerpo y enhiesto, y andando con aquellos acercándose al chillido del cazador y abriendo con las manos el monte con tanta sutileza como lo pudiera hacer el montero más amaestrado y diestro del mundo. El cazador cuando lo vio se asombró extrañamente y entendiendo que era algún demonio, porque no pudo sospechar que fuese cosa del siglo; pero cobrando ánimo y encomendándose a Dios, cuando le vio dentro de tiro, le disparó el arcabuz, y dándole por la frente le tendió en tierra y después lo presentó a Don Bernardino de Cárdenas, el cual le hizo desollar y embutir en paja y le mostró a muchos hombres de España y extranjeros, y nadie supo decir qué animal fuese, y así le guardan como cosa de admiración” (Barahona, 356-357).
Como bien saben aquellos autores que han estudiado tratados de caza o textos de esa misma época, el componente imaginativo será una constante, que dará pie a descripciones como la que hemos comentado, quedando en el aire muchas preguntas, que van desde ¿Qué hay de cierto en esta historia?, ¿si el tal don Bernardino que se cita en el texto, fue el III Duque de Maqueda?, ¿expuso ante el público aquel ejemplar tan inusual?, o si, ¿es posible que la descripción de la criatura, a pesar de los elementos poco concordantes desde el punto de vista biológico, partía de un relato inicial que paulatinamente se fue deformando?
No podemos negar que esta descripción puede guardar algunos paralelismos con varias de las narraciones de las «Bestias de Gévaudan», y que como sabemos se documentarán durante el siglo XVIII en el departamento francés de Lozère, en la región de Occitania. Las cuales, en realidad, hablaban sobre una serie de lobos, con unas medidas muy superiores a las que por norma general veríamos en un ejemplar corriente.
FUENTE: https://davidgomezdemora.blogspot.com/2024/03/acerca-de-leyendas-y-monstruos.html