POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
A raíz de la construcción del puente sobre el río Segura, comenzaron a venir, a Ulea vehículos rodados en cantidad apreciable. Al principio se trataba de galeras, calesas, tartanas y carros; pero irrumpieron en el mercado los vehículos de motor y Ulea no tenía salida hacia el norte ni al oeste y, si querían regresar para salir hacia el sur, o el este, precisaban de un espacio con la amplitud suficiente para poder dar la vuelta y, Ulea, dada su configuración, no disponía de un lugar apropiado para realizar dicha maniobra.
La corporación municipal, conocedora de dicho problema, trató de darle solución y así, en sesión ordinaria del día 1 de agosto de 1929, el Presidente Gumersindo Cascales Carrillo, explicó a los señores de la comisión creada la necesidad de ensanchar la Plaza del Pueblo, también llamada Plaza Mayor o de la Constitución, debido al aumento del tráfico de carruajes con motor mecánico, que hacía menester, de una manera apremiante tal necesidad; toda vez que era el único sitio del pueblo donde podían dar la vuelta dichos carruajes.
El alcalde prosiguió diciendo a los concurrentes, que había tratado de conseguir del Obispo de la Diócesis de Cartagena-Murcia Vicente Alonso Salgado, permiso para quitar la escalinata frontal a la puerta de la iglesia, que da acceso al atrio del lugar sagrado; así como, acondicionar la entrada de la calle de Arriba.
Siguió explicando que se había recibido un comunicado del Sr. Obispo, de fecha 30 de julio último, dando el visto bueno a dicho proyecto encaminado a ensanchar y urbanizar dicha plaza.
Tras un breve receso, comunicó a los asistentes que, según el proyecto realizado, las obras importarán en números redondos unas 2.000 pesetas. Enterados los señores de la comisión de la propuesta del Alcalde y examinado el proyecto de dicha obra, acuerdan por unanimidad aprobar su gestión y solicitar que las obras se ejecuten, con la premura que la necesidad requiere, previos los trámites reglamentarios.
En sesión del día 12 de diciembre de 1929, el Secretario Damián Abellán Herrera, lee una nota del alguacil -portero Domingo Pérez López- que llevaba el control de los gastos del acondicionamiento de la plaza de la Constitución de Ulea.
Dicha nota dice lo siguiente: las obras de dicho acondicionamiento han costado la cantidad de 1.928 pesetas, pagadas con cargo al capítulo II, Artículo III, del vigente presupuesto municipal ordinario. Examinadas dichas cuentas y encontrándolas ajustadas, se procedió por unanimidad a su aprobación.
A propuesta de la Presidencia, por unanimidad, se acuerda abonar al cura Rector, de la parroquia de San Bartolomé de Ulea, la cantidad de 125 pesetas, con cargo al capítulo 18, artículo único del presupuesto municipal. Este importe es el correspondiente a la valoración de los terrenos de la iglesia parroquial de esta villa, ocupados por las obras del ensanche de la plaza de la Constitución y su acondicionamiento.
En sesión ordinaria del día 30 de enero de 1930, el señor Presidente hizo saber a los demás miembros de la Comisión, que cuando estaban próximos a terminar las obras del ensanche de la plaza del pueblo y la consiguiente reforma de las escalinatas que dan acceso a la Iglesia Parroquial de esta villa, se notaba la falta de una baranda que, a la vez, hermoseara la escalera y toda la obra realizada. Además de la estética—nada desdeñable- se pensó en que sirviera de protección y seguridad para poder acceder a la Iglesia, y bajar de la misma.
Como no se había previsto esta necesidad en el proyecto de la obra, ni quedaban recursos pecuniarios para sufragar los gastos ocasionados por la instalación de la baranda, el vecino de esta plaza, gran uleano y ex- Alcalde de esta villa, se comprometió a costear, en su totalidad, el importe de dicha baranda. El Presidente de la corporación, Gumersindo Cascales lo puso en conocimiento de la comisión para que acordara lo más conveniente. Los señores de la corporación, por unanimidad, acuerdan aceptar tan generoso donativo del señor Ríos Torrecillas, indicando que de forma oficial, se le den las más expresivas gracias.