AD DECORES IMPUGNANTES O BREVE SOBRE EL SENTIDO DE LA EDUCACIÓN
POR MIGUEL FORCADA, CRONISTA OFICIAL DE PRIEGO DE CÓRDOBA
“Si en el ámbito de nuestras acciones existe un fin que deseamos por él mismo (y no los otros a causa de éste) y no es el caso que elegimos todas las cosas a causa de otras (pues habría una tendencia al infinito, y nuestra tendencia sería sin objeto y vana) es evidente que ese fin sería el bien e, incluso, el supremo bien” (Ética a Nicómaco I, 2).
Con estas palabras el sabio griego Aristóteles expresa una realidad que nos es a todos sumamente cercana: El hombre o, para no caer en vagas generalizaciones, yo (cada uno de nosotros) actúa siempre en su vida, sea más o menos consciente, en vistas a un bien, la felicidad. Nadie desea ser infeliz. Nadie desea, por así decir, morirse del asco.
El cómo se llegue ahí es lo que Aristóteles intenta responder en el mencionado libro y lo que cada uno intenta responder en su vida. Pero éste no es el tema de estas breves líneas.
La crítica general que se hace a los estudios humanísticos es su carácter superfluo respecto a los estudios que inciden en la vida real. Son “adornos” se ha llegado a decir.
Lamentablemente creo que por “vida real” se entienden tablas macroeconómicas y estadísticas. Algo muy alejado de la vida de la gente. “No, necio” –se me responderá– “esas tablas son reflejo de cosas bien concretas de la vida de las personas. La prosperidad que significan son condiciones de vida bien tangibles: tu casa, tu coche, tu ropa, tus aficiones incluso”.
“Sí” –admito– “eso me cuadra”. Lo que ocurre es que pienso que ahora has pasado a cifrar lo bueno de una vida por sus adornos. Vivir vives tanto estando en la favela más miserable como en el palacio más lujoso. La diferencia son adornos. ¡Pero vaya si resultan fundamentales los adornos!
Quien desee plantear una tesis le suplico sea consecuente. Hay que tener el valor de llevarla hasta el final. No puedes fundar la educación de la persona en meros argumentos de utilidad. Toda utilidad es para algo. La utilidad refiere a la construcción (a la felicidad) de la persona. En fin, temo que de tanto crear instrumentos nos hayamos roto la mano.
