LA ASOCIACION PROA RINDE HOMENAJE A LA CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAEN) POR SU TALENTO Y A SU LABOR PROACTIVA POR LA PROVINCIA
Profesora de Historia y escritora, presidenta del IEG, ejemplo de mujer trabajadora, cordial y sociable, su interés por el pasado le ha llevado a un compromiso activo por gestionar el conocimiento académico y ponerlo al servicio del presente y del desarrollo integral de la provincia de Jaén.
El martes, 3 de julio, –a propuesta de Juan José Almagro– PROA celebró su reunión mensual en la ciudad de Úbeda como reconocimiento a una fecha emblemática: la celebración del décimo quinto aniversario de la declaración de Úbeda y Baeza como Ciudades Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Tras la reunión ordinaria de la asociación PROA de empresarios y profesionales de Jaén, celebramos una segunda sesión con una comida-tertulia teniendo como invitada especial a Adela Tarifa, catedrática de Enseñanzas Medias, Doctora en Geografía e Historia por la Universidad de Granada, y actual Directora del Instituto de Estudios Giennenses (desde 2016), entidad cultural dependiente de la Diputación Provincial de Jaén en la que fue nombrada consejera de número ya en 1998.
UN APASIONADO DEBATE
Los socios de PROA que comenzaron presentándose a la invitada y dando a conocer su sector de actividad preferente, preguntaron, debatieron y expusieron sus diferentes perspectivas y argumentos sobre Úbeda y Baeza, y sobre los déficits y retos de nuestra provincia. Al final del acto, el presidente de PROA, Fulgencio Meseguer agradeció la presencia de Elena Lara, directora de Hermes Comunicación, que acudía a la comida-tertulia como “empresaria invitada”, quien se dirigió a los presentes para manifestar su satisfacción por compartir un coloquio tan vivo e intenso. Y, a continuación, hizo entrega a Adela Tarifa de una placa recordatorio de esta visita como invitada especial y como modesto símbolo de reconocimiento a su talento y a su labor proactiva por la provincia.
UN POCO DE PERSPECTIVA HISTÓRICA
PREGUNTA: La comida-tertulia se inició por parte del moderador del coloquio, Pedro Molino, con la pregunta: ¿Cómo surgió el esplendor de la Úbeda renacentista?
—Antes de llegar a ser la ciudad renacentista que ahora conocemos, Úbeda fue el resultado de su enclave privilegiado, tanto geográfico como económico. Siendo desde la época califal musulmana, una zona defensiva en un territorio de frontera; porque se ubicó en una loma y estuvo rodeada de una formidable muralla desde la que se divisaban los valles del Guadalquivir y del Guadalimar. Su nombre en aquella época, según algún historiador, sería “Ebdete”, aunque otros historiadores apuntan a la etimología latina “Huber” por su abundante riqueza agrícola fruto de la fertilidad de su suelo y de la capa freática que afloraba a través de sus numerosos pozos. Sus abundantes cereales, olivos y viñas abastecían a las tropas castellanas y sus aguas regaban sus tradicionales huertas en las vegas de ambos ríos. Úbeda creció, aunque en su término municipal no existiesen minerales, como sí era el caso de Baeza.
En el fundamento pues, de todo origen histórico de una ciudad, podemos observar los recursos geográficos, estratégicos, económicos y las oportunidades históricas… ¿Pero qué papel jugó la nobleza en el siglo XVI para construir edificios religiosos y civiles en Úbeda en pleno Renacimiento español?
—Ciertamente, la voluntad y los intereses de las personas también pueden hacer mucho a favor de la historia de una ciudad. La mediana y baja nobleza de aquella época tuvo gran habilidad para ocupar posiciones en la Corte de las sucesivas coronas: Enrique IV, Isabel y Fernando, Carlos I y Felipe II. Ese fue el caso del ubetense Beltrán de la Cueva, supuesto padre de la princesa Juana llamada “la Beltraneja” que pudo ser reina. En la época moderna tenemos la presencia en la corte de otras familias ubetenses.
El caso paradigmático destacado fue Francisco de los Cobos, que fue secretario de Carlos V, y su sobrino Vázquez de Molina, secretario de Felipe II; ambos atesoran muchas riquezas y cargos que revierten en promover edificios propios en la ciudad, entre ellos, el Hospital de Santiago que mandó construir su hermano, que era entonces obispo de Jaén. La Sacra Capilla del Salvador y el actual Ayuntamiento reflejan a la perfección el poder de esta familia ubetense.
¿Fue solo una cuestión de poder, de influencia o de interés familiar?
—Fue una conjunción de muchos más factores, materiales y personales. Existían otros recursos, como un subsuelo de cantería, algo que aprovechó magistralmente un cantero como Andrés de Vandelvira, alumno de Diego de Siloé.
También existían unos importantes gremios de artesanos (ceramistas, tejedores de alfombras de esparto —llamadas ubedís— y herreros expertos en la forja). Toda esa suma de intereses hizo posible el esplendor del Renacimiento ubetense, con nuevo diseño urbano y proliferación de palacios y conventos, —hoy monumentos de nuestro patrimonio común—, y explica que la ciudad de Úbeda se convirtieran a en una de las más importantes de España en el siglo XVI, por su número de habitantes, su economía y su dinamismo cultural.
¿Pero ese esplendor no era ajeno a la desigualdad y a la pobreza como has estudiado bien en tus investigaciones sobre los “niños expósito”’
–EfectIVamente. La riqueza y la pobreza convivían puerta con puerta, no había una segregación urbana por barrios. Las familias pobres abandonaban a su suerte a los hijos que no podían mantener, eran los llamados “niños expósito”. Para atenderlos desde la caridad se creó la Casa Cuna, una inclusa gestionada por una cofradía que originariamente se apoyaba en la Orden religiosa del “Santi Espíritu”, canónigos regulares de San Agustín que realizaron esta labor en Úbeda, Baeza y Santisteban del Puerto.
¿Qué ha supuesto la declaración de Úbeda y Baeza como Patrimonio de la Humanidad para estas ciudades?
—La declaración de la UNESCO les ha beneficiado mucho a ambas. Primero porque hace que la ciudadanía y las autoridades valoren más el rico patrimonio que poseen. Se está cuidando mejor la ciudad, y eso se ha notado en belleza, urbanismo, limpieza, etc. Por otra parte, esa declaración honorífica ha tenido un innegable efecto económico por la llegada de visitantes. Un turismo cultural que incide en la creación de hoteles, restaurantes, comercios. Ello genera provisión de recursos de la zona, y mayor empleo. Sin duda el turismo es esencial como pilar de desarrollo presente y futuro.
¿Y para la provincia?
—La provincia de Jaén tiene sus déficits, no podemos negar la realidad que marcan los indicadores: baja la tasa de población, hay poca industria, tenemos comunicaciones deficitarias, un desempleo alto y un éxodo juvenil… Por eso, el hecho de que el turismo sea un importante generador de renta, nos obliga a todos a dar respuestas a este sector.
Hay que abrir caminos para el turista. Tratarlos bien, cuidar la ciudad, servir de altavoz para que se produzca un efecto llamada, que atraiga a otros turistas. Por supuesto, pensando siempre en un turismo sostenible (que venga a conservar), un turismo cultural y de calidad. Y un turismo en red con otras ciudades y comarcas naturales de la provincia.
¿Qué puede hacer una institución académica frente a los problemas socioeconómicos de la provincia?
—Llegué a la dirección del Instituto de Estudios Giennenses, elegida por los Consejeros, con el compromiso de trabajar desde el desarrollo de la cultura. En mi toma de posesión, en junio de 2016, manifesté el deseo de proyectar la presencia de este Centro, órgano autónomo de la Diputación, en toda la provincia y a todos los sectores del conocimiento, porque el conocimiento es la luz que alumbra la realidad. La labor de este ente es académica porque se ha configurado como un archivo, un espacio para investigar y promover publicaciones; pero también apoyamos proyectos socio-culturales que redundan en aportar riqueza a la provincia, caso del Olivar o el Turismo, por poner ejemplos puntuales.
Contamos ya con 16 secciones, donde se abordan todos los ámbitos de conocimiento. Nuestra biblioteca y archivo, el mejor que existe en temas giennenses, es obligada referencia para quien desee conocer el pasado y el presente, custodiando fondos tan importantes como el legado de Miguel Hernández, entre otros muchos. Como institución cultura hoy estamos reconocidos en la CECEL como uno de los mejores centros de estudios provinciales de España.
¿Tu identidad y tu perspectiva como mujer marca también tu gestión de servicio a la sociedad?
–En el IEG somos una minoría de Consejeras, como todavía sucede en muchos ámbitos culturales y profesionales. Pero lo normal es que las mujeres —que hoy son ya mayoría en los estudios universitarios— ocupen por la formación que ya poseen el porcentaje que podría corresponderles. Deben ser más visibles, no por ser mujeres, sino por su alta capacitación y competencias.
En ese sentido, falta presencia pública de la mujer en todos los ámbitos; porque según los datos, hoy, la mayoría de los altos cargos lo ocupan aún hombres. Para bien de todos, avanzamos. Pero la meta de la igualdad es un reto a superar.
Parece un tópico o una realidad demostrable, porque a base de decirlo nadie parece darle la importancia que tiene… ¿Es la Educación de calidad la base de la llamada Economía del Conocimiento?>
—Sin duda. Pienso que la mejor inversión, y la más rentable, es la educación. Ello debe comenzar desde la base, desde la primeria infancia. Sin grandes maestros desde la Educación Primaria no tendremos una calidad en Educación Secundaria y, sin ésta no alcanzaremos una buena formación en nuestra Universidad.
Quien no invierte en formación de sus jóvenes labra su propia ruina
La sociedad debe reconocer la figura de los “Maestros”, en el más hermoso y extenso sentido de esta palabra, e invertir más en educación. Es evidente que los países que más están avanzando hoy en la Economía del Conocimiento son los que están mejorando sus sistemas educativos de forma consensuada, constante y dinámica.
¿Es la Cultura un adorno de élites o la esencia de una sociedad?
—Es un tópico considerar la Cultura como algo de minorías o como adorno de la política. El acceso a la educación y a la cultura es un Derecho Humano y un factor de igualdad de oportunidades, de inclusión social, y un factor medible en los índices de Desarrollo Integral Humano. La persona que no se viste de una Educación y una Cultura esencial es como si fuese desnuda o por la vida.
UNA LABOR INGENTE Y MERIDIANA
Adela Tarifa Fernández, nació en Cádiar, localidad de la Alpujarra granadina, pero está profundamente vinculada a la provincia de Jaén y, en especial, a la ciudad de Úbeda, a la que considera patria de adopción. Ha sido profesora de Enseñanzas Medias, profesora de la UNED y directora del CAP (curso de capacitación pedagógica).
Activa investigadora e historiadora, ha dirigido numerosos congresos, como el celebrado en Úbeda sobre “Ciudades patrimonio de la Humanidad” y el internacional sobre los 250 años desde la fundación de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía.
Durante once años ha coordinado cursos de Historia en la Universidad Complutense, en El Escorial. Representa en Úbeda, y a Jaén, a numerosas reales academias, entre otras de la Real Academia de la Historia, y las academias de Córdoba, Málaga, Murcia y de Segovia. Premio “Meridiana” otorgado por el Instituto Andaluz de la Mujer en 2003, ha sido nombrada recientemente Académica Correspondiente de la R. Academia de Ciencias Veterinarias de Andalucía Oriental.
También es Cronista Oficial de la Real Población de Carboneros de Sierra Morena, y Miembro de la Red de Expertos del Proyecto Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio de las universidades andaluzas, entre otras muchas distinciones y becas, siendo becada por Ministerio de Educación y Cultura para participar el Seminario Internacional “Al-Andalus”, patrocinado por el Consejo de Europa.
También ha participado en numerosos jurados de premios literarios, históricos y pedagógicos, caso de los convocados por la editorial Santillana de experiencias educativas sobre el tema “Iberoamerica hoy” presidido por Mario Vagas Llosa.
En el año 2010 fue invitada por el gobierno de Rumania para dar a conocer la cultura española, impartiendo cursos a profesores. En su proyección internacional fue coordinadora de cursos del Programa “SÓCRATES”, para técnicos-especialistas de Educación, con representación de Francia, Grecia, Gran Bretaña, Luxemburgo, Italia y República Checa, en colaboración con el Consejo de Europa y Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, e impartió ponencias en los cursos de otoño de Rasov sobre la Ilustración española, patrocinados por los Ministerios de Educación de España y Rumanía.
Ha publicado una treintena de obras escritas entre las que podemos destacar: “Pobreza y asistencia social en la España Moderna. La Cofradía de san José y niños expósitos de Úbeda (Siglos XVII-XVIII)”, “Breve Historia de Úbeda”, “Úbeda en 1752, según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada”, “Medicina social, demografía y enfermedad en la minería giennense contemporánea. El Centenillo: 1925-64”, “Los Derechos Humanos: Nuestros Derechos”, “Poder y marginación en España. La mujer entre el Antiguo y el Nuevo Régimen”, “El humanista ubetense Juan Pasquau Guerrero y su época”, —que fue premio Cazabán 2009—, así como varias entradas al “Diccionario Biográfico Español” .
A sus numerosos artículos en revistas de historia podría añadirse su interés por la didáctica de esta materia, sus innovaciones educativas, sus cursos y sus seminarios permanentes de formación compartida, porque su pasión por la cultura ha transitado desde la educación a la sociedad actual como una gran lección personal de Historia Viva.
Fuente: https://www.proajaen.org/actualidad/#entrevista-a-adela-tarifa