POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
A punto de finalizar este año horrible para todos, pero especialmente significativo para Malanquilla por ese despuntar de nuevos brotes verdes en aquél árbol que plantamos en 1976 y que a punto ha estado de languidecer definitivamente, no quiero dejar pasar la oportunidad de dedicarle un sincero y sentido elogio.
Es verdad que no siempre -se haga lo que se haga- aflora la ilusión. Cierto que esto es algo subjetivo pero se palpa en el ambiente. Y en este 2020, tan nefasto para todo lo demás, se ha vivido en Malanquilla con ilusión, que, dicho sea de paso, con la que está cayendo, no es poca cosa…
Personalmente ha supuesto mi resurgir de las cenizas cuando ya daba casi todo por perdido. Malanquilla para este cronista es una ilusión, una realidad, a veces idealizada en la distancia, una meta y una razón de vivir.
Desde los 14 años me he dedicado en cuerpo y alma a investigar su pasado y a difundir sus muchos valores, algunas veces en compañía y las más solo; una apuesta no exenta de dificultades. Me ha tocado enfrentarme a no pocos de dentro y a muchos de fuera.
He tenido que luchar contra la incomprensión y las ideas inmovilistas. Ni siquiera con el molino de viento, hoy tan valorado y aceptado, se consiguió la unanimidad en aquéllos años 70 de los comienzos. Que si para qué se va a restaurar, que si está en ruinas y no vale nada, que si…
Misión Rescate después, tampoco se salvó de las críticas. No faltaron quienes no lo veían claro. A todo ello hay que sumar la distancia geográfica. Casi todos en Zaragoza, yo en Madrid y ninguno en Malanquilla. Viajes, cartas, llamadas telefónicas… que tuve que coordinar, con 16 años, como mejor podía y sabía.
Antes ya había puesto en pie la Junta para la reconstrucción del molino de viento que recaudó el primer millón de pesetas para la obra con aportaciones de ilustres personajes como Paco Martínez Soria, Montserrat Caballé o Victor Ullate. Después la Asociación Cultural Miguel Martínez del Villar, de tan grato recuerdo y que nos permitió posicionarnos en el ámbito cultural provincial y regional.
Previamente había organizado desde Madrid un acto efectista como fue la colocación de la primera piedra del molino, el 4 de julio de 1981, con grupo jotero de Zaragoza incluido y la presencia del pintor Gregorio Prieto y los flamantes ganadores del «Premio Holanda», Alberto Montaner y José Luis Acín.
Ya en 1975 y 76, con la elección de las primeras reinas de fiestas y el pregón correspondiente, adornos en las calles y demás parafernalia, abrimos la senda para las fiestas de verano que, a medida que pasaron los años, fueron tomando cuerpo hasta convertirse en lo que son hoy. Unas fiestas por todo lo alto y que atraen a cientos de personas.
En aquéllos años dirigía también a un minúsculo grupo de teatro para poner en pie varias obras que se representaban en el pórtico de la iglesia y ofrecía mis primeros conciertos benéficos para sufragar las obras de la recién restaurada iglesia parroquial.
Entre medias, una ingente actividad que muy pocos conocen como la de llevar a una representación de la corporación municipal a tierras manchegas para ver molinos y entrevistarse con algunos alcaldes y expertos en ciencias molinológicas o los más de doscientos artículos publicados en la prensa regional.
Pero a partir de los años 90 y los comienzos del nuevo siglo, un negro velo se extendió sobre toda actividad paralizando su continuidad y dejando a Malanquilla en un impasse del que tardaría en recuperarse.
No por ello desistí en mi empeño. Si dentro poco se podía hacer, centré mi actividad fuera, proclamando el nombre de Malanquilla a los cuatro vientos desde tribunas diversas que me ofrecieron congresos, jornadas, encuentros y los Cronistas de España, de cuya Real Asociación ostenté la secretaría general durante una década.
Sin embargo la apatía y en muchos casos la incomprensión a punto estuvieron de doblegar mi ánimo. Fueron momentos difíciles en los que tirar la toalla se veía como la opción más consecuente…
Los escasos logros en los años siguientes y muy discutidos algunos, fueron colmando el vaso y me juré a mí mismo desengancharme de esta droga que, como cualquier relación toxica, llegaba a afectar mi vida personal.
Un proyecto a largo plazo hizo que me subiera de nuevo al tren, no con demasiado convencimiento, la verdad… pero ahí estaba otra vez dispuesto a reencontrarme conmigo mismo.
El sendero del agua, de la nieve y del viento, de la mano de dos buenos amigos y el cambio de corporación municipal nos pusieron en la pista hasta que un día, aún sin saber bien cómo, surge una pequeña llama que observo con cautela y prevención y que poco a poco va tomando cuerpo, calentando e incendiando de ilusión a unos y luego a otros y al final a todos y que nos lleva al punto en el que hoy nos encontramos.
Verdaderamente ha sido un rechitar (rebrotar) no sólo de un pasado que se reivindica ahora con aínco sino de Malanquilla en su conjunto.
Malanquilla Rechita, la iniciativa social y cultural que recientemente daba sus primeros pasos, canaliza las impetuosas corrientes de este nuevo tiempo de esperanza. Mucho ha tenido que ver en ello el equipo de gobierno municipal, por eso a ellos en primer lugar les dedico este elogio.
Ernesto Marín, alcalde y Casimiro Moreno, concejal de cultura, entendieron desde el primer momento que nada se podía hacer sin la participación ciudadana. Hablaron con todos pidiéndoles ideas, motivaron a los más reticentes, escucharon opiniones y proyectos y así todos juntos, abanderamos el futuro.
Ellos son la demostración práctica de lo que se puede hacer en política cuando se trabaja por el bien común, más allá de ideologías y del encorsetamiento de los partidos.
Ellos han abierto puertas y ventanas con la clara intención de salvar a un pueblo seriamente amenazado por la despoblación y la respuesta es este nuevo amanecer que nos hace albergar los mejores augurios para el futuro, un fujturo que ya ha comenzado en Malanquilla.
Naturalmente mi elogio debe necesariamente hacerse extensivo a quienes, junto al ayuntamiento, hacen posible este resurgir, con cientos de horas de trabajo a sus espaldas y una inmensa y productiva difusión en medios y redes sociales. Y debe tener continuidad en cuantos nos siguen, en el Gastrobar, regentado por la primera familia que deja la gran ciudad y se asienta en Malanquilla y en cuantos se movilizan ante cualquier demanda. Todos juntos hacemos grande a Malanquilla.
Ha sido mucho lo que he trabajado y lo que he hecho por este pequeño pueblo. Sin embargo hoy me siento plenamente recompensado y en deuda con él.
En las puertas de este 2021, que esperemos sea mejor, sólo puedo decir gracias a todos por vuestro cariño y respeto, por vuestra comprensión e incluso por vuestra cálida acogida en las redes sociales, en cuyos brazos me he lanzado con la ilusión del principiante.
Recobrada la fortaleza y el ánimo, con la seguridad de transitar por la senda adecuada con los mejores y más abnegados compañeros este cronista os desea lo mejor en el nuevo año 2021 para cada uno de vosotros y de vuestras familias y para esta Malanquilla que todos llevamos en el corazón.
Es hora de mirar tras el horizonte. Adelante Malanquilla.
Fuente: https://cronistademalanquilla.wordpress.com/author/malanquillacronista/
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