POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El Real Oviedo pretende irse de la capital, pone pies en polvorosa, o en Siero, y no es la primera vez; a finales del XX, en un ambicioso proyecto, pensó en Llanera, con un ánimo de integración que casi lo desintegra. No obstante, vivimos una época en que sin salir de casa podemos acabar en el extranjero. Es tiempo de leer “La balsa de piedra”, de Saramago; el “Adiós” (del coronel Philippe de Sucy a la condesa Stéphanie), de Balzac; el “Adiós cordera” (de Rosa y Pinín a la vaca), de Clarín; de escuchar la “Sinfonía de los adioses” (al príncipe Nicolás), de Haydn; “El vals del adiós” (a María Wodzinska), de Chopin; “El adiós” (de la familia Trapp a la Austria nazi), de “Sonrisas y lágrimas”; “Adiós Nonino, que largo sin vos será el camino”, el tango de Piazzolla a su padre; o aquella de “Tira de la cuerda, de la cuerda estoy tirando, al son de la mandolina, adiós que me voy Fermina…”.
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