POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Noté que me hice mayor porque los Reyes Magos me traen colonia de un tiempo acá. Cuando era niño, el 6 de enero, mi casa era un polvorín; disfrutaba con el Colt-45 más que Wyatt Earp; John Wayne, Gary Cooper y Clint Eastwood saben de lo que hablo, incluso James Stewart, el hombre que no mató a Liberty Balance. Con el Colt-45 logré abrirme paso por la infancia; en la adolescencia, sin revólver, me sentí desarmado. Ahora los Magos traen Scandal, de Jean Paul Gautier; fragancia Nomade, de Chloé; Primor, de Yves Saint Laurent; Guerlinale, de Guerlain; Eau de parfum, de Cacharel; Kalvin Klein, Terre D’Hermes, Aqua di Gio, de Giorgio Armani; Paco Rabanne, Carolina Herrera… Todos se anuncian en francés, italiano, en inglés, o en castellano con acento extranjero, salvo el que yo pido, Agua de bambú, de Adolfo Domínguez, solo ante el peligro y los pedantes.
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