EL CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DE LA SERENA (BADAJOZ), ANTONIO BARRANTES, RECUERDA QUE EL BAR CENTRO FUE DESDE SIEMPRE UN PUNTO DE ENCUENTRO PARA HACER Y CERRAR TRATOS, AJUSTAR PEONADAS Y JORNALES, ACORDAR LOS PRECIOS DE LA UVA
Villanueva de la Serena contempla estos días cómo una de las señas de identidad de su corazón urbano y comercial, el bar Centro, dice adiós de forma sigilosa y casi sin pena ni gloria. Se trata de un bar mítico, de los más carismáticos y con más solera de la localidad villanovense en las últimas décadas. De hecho, era tan conocido que cuando alguien de Villanueva quedaba con un vecino de otra población, casi siempre tomaba al bar Centro, enclavado en plenas Pasaderas, como referencia inequívoca para su punto de encuentro.
Estos días, el bar Centro ya ha perdido la fisonomía que le aportaba su peculiar fachada, que daba a tres calles. Incluso su letrero. Y sus paredes ya están siendo devoradas por el martillo y la pica, al objeto de acoger en unos días una nueva tienda de telefonía móvil.
Pero lo cierto, es que las cuatro paredes de este local, que pertenecía a la familia de José Vargas ‘El cura’, guardan mucha intrahistoria. El cronista oficial de Villanueva, Antonio Barrantes, recuerda que el bar Centro fue desde siempre un punto de encuentro para hacer y cerrar tratos, ajustar peonadas y jornales, acordar los precios de la uva. Este bar presenció muchos apretones de manos, en la época en la que este gesto tenía el mismo valor, o mayor, que la firma hoy en día de un contrato privado entre partes.
Barrantes señala que el bar Centro siempre fue uno de los bares que más temprano abría en Villanueva, en torno a las seis de la mañana. Y tanto agricultores como los cazadores se tomaban allí su primer café o carajillo y echaban un rato de tertulia para enterarse de las ‘comidillas’ del pueblo.
Hervidero
No obstante, cuando más solían ir los agricultores era al final de la tarde o ya de noche, una vez concluida la jornada laboral. Entonces, no sólo el interior del bar Centro, si no el espacio que hay entre este local y Caja Badajoz, se convertía en un hervidero de gente negociando, acordando o, simplemente, hablando. Y los viernes y sábados, con especial intensidad.
Esta es la razón, de hecho, por la que hace unos años el Ayuntamiento eligiera este lugar para colocar la popular escultura de la borriquita de Eduardo Acero, en homenaje a los agricultores.
El cronista oficial señala a Carlos Colino como auténtico ‘alma máter’ del Bar Centro, ya que lo regentó durante muchos años. Y su relevo lo cogió en los últimos tiempos su yerno, Ceferino. Sin embargo, con la muerte de éste, el bar cayó en picado y no ha logrado remontar el vuelo.
En los tiempos más actuales de Ceferino, el Bar Centro fue el reclamo perfecto para las pandillas de jóvenes que llegaban de una noche de marcha. Su tostada de cachuela con café caliente era mano de santo tras el desenfreno nocturno del fin de semana o de cualquier día en ‘Santiaguito’.
Las Pasaderas seguirán ahí, en el corazón de la ciudad. Pero ya no será lo mismo sin su reclamo preferido del bar Centro.
Fuente: http://www.hoy.es/ – Fran Horrillo