POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Cuesta lo suyo asimilar el golpe que produce la noticia de la falta de un amigo, y más cuando no te la esperas, y te pilla desprevenido. Y este el caso de la de José Luis Arboleya González, “Pepín el de Correos”. Pero, para hablar de Pepín sin inventar nada, al menos en principio, tomo como referencia la semblanza que figura en la contraportada de su última novela, “En la oscuridad de la mina”, que dice lo que sigue:
“José Luis Arboleya González, (también conocido como `Pepín el de Mina´ o `Pepín el de Correos´) nació en Basoréu, un pequeño pueblo del concejo de Nava, en el año 1949. Miembro de una familia humilde, en su juventud estudió Bachiller al mismo tiempo que ayudaba en las tareas de la casa.
Trabajó en la fábrica de Aguas de Fuensanta allá por el año 1968 hasta el año 1970 que dejó la fábrica y se hizo cargo de la Oficina de Correos de Nava. En el año 1974 fue trasladado a la Oficina de Correos de Ribadesella, de la cual, y al cabo de un año y medio, volvió a Nava y aquí trabajaría hasta su jubilación en el año 2009.
Viendo su afición por la escritura y sin saber nada de literatura, comenzó a escribir. Al principio fueron cosas breves, publicando cada año en la revista local “Asociación Cultural de la Puente Arriba” sus escritos.
Su rama favorita es el humor, como son, monólogos, diálogos, etc. En el año 2013 se propuso escribir algo de novela corta y sacó su primera novela titulada `Amor Adolescente´ la cual obtuvo gran éxito. Ahora nos presenta aquí su segunda `En La Oscuridad De La Mina´, de la cual espera que tenga la misma acogida que la anterior”.
Hasta aquí lo que dice la nota. Ahora bien, Pepín hacía muchas cosas más. Por ejemplo, era activo y competente secretario de la Asociación de Pensionista y Jubilados Alfonso X el Sabio desde hace unos cuantos años. Igualmente, además de sus escritos, llenos de ingenio y retranca, no quiero dejar en el tintero su faceta de actor, pues Pepín era un cómico nato, dotado con gran facilidad para representar con solvencia sobre un escenario personajes llenos de gracia y de chispa, en la mejor tradición del teatro costumbrista asturiano.
Dicen que vivir es acostumbrarse al hueco que dejan los que se van primero. Y en este caso, como se verá, a partir de ahora, y con el paso del tiempo, la falta de Pepín, su trato y presencia tanto en la calle como en la oficina de los jubilados, junto con su sentido del humor, se hará notar en la villa. Pepín, amigo, descansa en paz.
(Publicado en La Nueva España. Martes, 15 de octubre 2019, página 9.)