POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Adolfo Menéndez es un pensador brillante, buen escritor (además no se prodiga), buen lector y hombre generoso con los desconocidos, que es lo más; por un conseguidor lo tengo también, pues alcanza, sin ser alto, donde la mayoría no llega, y pone su largueza y su luz al servicio de la comunidad; en fin, es Adolfo bueno per se y bueno porque quiere. Abogado, eso sí, pero conciliador de especialidad, no en vano acaba de incorporarse al área de Derecho Público de Ontier, fusión del despacho ovetense Gutiérrez de la Roza con el madrileño Hermosilla. Decía mi abuelo, Emilio Corrales, que siendo abogado en España se puede ser todo, incluso Reina Madre; pues bien, Adolfo es secretario de la Fundación Princesa de Asturias y nada me extrañaría que llegara a Princesa, no por desacato ni por ambición, sino por armonía, por su horma del pie para zapato de cristal, por su gratuita bondad y hasta por guapo.
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