LAS CALLES LAS RECORRIÓ EL CRONISTA OFICIAL, JUAN JESÚS DÍEZ, EN UNA VISITA GUIADA PARA EXPLICAR LOS ACONTECIMIENTOS DEL PASADO
Aguilafuente es una villa con grandeza. Se la otorgó el obispo Juan Arias Dávila cuando decidió celebrar allí en 1472 el sínodo para reformar el clero de Segovia, que quedó recogido aquel año en el primer libro impreso en España. Aquel incunable editado por el impresor Juan Párix es festejado cada verano por los aguiluchos y aguiluchas (los vecinos del municipio, pues este es su gentilicio) y por muchos segovianos y foráneos que visitan la villa. Y esta grandeza que procede en parte de haber sido la cuna del ‘Sinodal’ es también patente en su geografía física, como recordó ayer el pregonero de la celebración, el escritor Ignacio Sanz, porque «Aguilafuente tiene dos plazas, dos iglesias y dos museos y tuvo la primera piscina olímpica de la provincia».
«Los libros son una herramienta fundamental para el progreso y la transformación de los pueblos», señaló el pregonero.
Los festejos por la celebración del ‘Sinodal’ implican a todo el pueblo desde 2002. Visten las calles de banderines multicolor y a las gentes con ropajes del medievo para recrear la época del obispo Arias Dávila. La fiesta que comenzó el viernes está cargada de teatro con un numeroso grupo de aguiluchos (y aguiluchas) para dar aliento a los personajes históricos; tiene juegos, música y danzas, una muestra de aves rapaces y un mercado medieval (como los que recorren muchas otras ciudades, es cierto) que ambientan la villa y son el complemento adecuado para este auténtico «homenaje al libro» que supone vertebrar la segunda fiesta principal del municipio en torno al acontecimiento de aquella primera impresión, pues como dijo Ignacio Sanz, el ‘Sinodal’ «no fue una casualidad porque Aguilafuente ya era villa episcopal».
Las calles las recorrió este sábado en torno a mediodía el cronista oficial, Juan Jesús Díez, en una visita guiada para explicar los acontecimientos del pasado y lo que guarda el pueblo, y lo volverá a hacer este domingo. Como el grupo de Las Fabetas, que danzarán también este domingo en un recorrido al compas de músicas medievales como parte del programa que tiene un marcado componente teatral con diversas obras con los vecinos dando protagonismo a los personajes en ‘El Sínodo de Aguilafuente: Las hijas de la ira’, ‘El obispo y el impresor’, ‘El Romance del Sinodal’, ‘El impresor clandestino’, ‘La curandera’ y ‘El pañuelo’ en las representaciones que acogen diversos escenarios antes de la última de ellas, a las diez y media de la noche, en la puerta de la iglesia, cuando finalice la comitiva nocturna desde el centro hasta la iglesia de Santa María.
Todo gira en torno al libro incunable. Así lo remarcó en su pregón Ignacio Sanz. Pero también en su homenaje al libro en abstracto, en general, el que permite al lector ser contemporáneo de Catulo, Platón y Homero, a todas las publicaciones que «ensanchan la mirada frente a las descalificaciones dogmáticas, como hicieron en los suyos el Arcipreste de Hita, Cervantes o Machado», porque los libros, como el ‘Sinodal’, que hizo que fuera envidiada la comarca, son «una herramienta fundamental para el progreso y la transformación de los pueblos», subrayó el escritor.
Todos los pueblos
Su pregón comenzó con la explicación de que él es de Lastras de Cuéllar, «pueblo cercano y rival», aunque reconoció que aquella «rivalidad cerril» ha sido superada por hechos como la agrupación sanitaria y rural de los últimos tiempos. Entonces era evidente con asertos como el de «Aguilafuente arde, la Lastra llora y los de Hontalbilla dicen ‘allá se jodan’». Por eso recordó Sanz los versos de León Felipe («…nunca cantemos la vida de un mismo pueblo ni la flor de un solo huerto. Que sean todos los pueblos y todos los huertos nuestros») porque el paisaje es importante en la vida de todos, como «los pinares que unifican», el «extraordinario bosque de helechos junto al manatial de la fuente, al lado del río», o el propio río, en este caso el Cega, que ha «hermanado» a muchos vecinos de los pueblos de alrededor en su oposición al embalse proyectado en Lastras.
Porque para Ignacio Sanz es digna de alabanza la participación de los vecinos, «las personas del común que asumen la personalización de la fiesta», que protagonicen las escenas de cada teatralización, su elogio cada año del libro, del ‘Sinodal’ y de todos en general, porque para el escritor es un honor poder pregonar «una fiesta que lo que hace es homenajear al libro».
El homenaje sigue. Queda una jornada de actividades. De teatro, sobre, todo, música y danzas, con la visita guiada de Juan Jesús Díez o la que realiza fuera de programa el historiador Fermín de los Reyes; también con la comida popular de cerdo asado que divide el día. El último de la decimaséptima edición de la fiesta del ‘Sinodal de Aguilafuente’.