POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Los ictiólogos, que son gentes estudiosas de los peces, designan a estos pescaditos de cuerpo alargado y delgado, dorso verde-oscuro e irisaciones plateadas, con el casi ilegible nombre de Gymnammodytes cicerelus; nombre que, según el Prof. Barriuso, proviene del griego «ammos-dytes» que quiere decir algo así como que «se hunde en la arena».
Es pez gregario, que vive en colonias, abundante en el Mediterráneo, en costas andaluzas, portuguesas y norteafricanas, donde goza de notable aprecio para su consumo en fritura.
Por Andalucía le asignan nombres diversos atendiendo a sus «presuntas» o «comprobadas » cualidades.
Por tierras de Huelva le dicen SALTÓN porque se muestra muy vivaz («bulle», salta) cuando lo sacan del agua (En Colunga y Lastres, cuando las sardineras ofrecían su producto, decían para garantizar su frescura «¡Hala, que vienen ‘bullendo’!»), y también CHONCHO y AGUIJÓN.
En Málaga lo llaman AGUJILLA o AGUJETA y en la mayoría de los puertos pesqueros andaluces (Almería, Granada, Málaga, Huelva…) BICHO y SONSO. En la costa mediterránea, SONSO.
Curiosa esta palabra de SONSO.
Procede del castellano antiguo ZONZO, con significado actual (dentro de lo que cabe decir actual porque nadie utiliza este vocablo) «insulso, insípido, cosa de poco valor» y que antaño -fíjense qué contraste – indicaba ser «ingenioso, divertido, ocurrente, saleroso».
Los andaluces, por el aquel del «seseo» (pronunciar la «z» y la «c» seguida de «e» o de «i», como si fuera una «s») , transformaron el ZONZO en SONSO.
En Andalucía -yo degusté sonsos por primera vez en Málaga -forman parte de esa fritura variada de pescados que antaño se denominaba «pescao frito» y que actualmente la cursilería dio en decir «pescaíto frito».
Así lo denunciaba mi colega el químico sevillano José Antonio Garmendia Gil en su libro «De tapa en tapa por Sevilla» (Everest,S.A.- León, 2003).
Mi otro colega, en este caso docente, el catedrático José García Gallego, almeriense, en su magnífico libro «La cocina popular de Almería» (Arráez Editores, Mojácar, 2010) apuesta por su preparación «al ajillo» como si fueran angulas.
Yo me inclino por la fritura al modo tradicional andaluz:
Solamente vamos a necesitar sonsos (lógicamente), harina especial para freír pescados (es decir, para rebozar inicialmente), sal y aceite de oliva.
Y «arte andaluz».
Los pececitos, ya eviscerados, limpios y escurridos, se salan y enharinan justo en el momento anterior a su fritura y se fríen en abundante aceite de oliva , bien caliente, utilizando una sartén grande y de poco fondo o , también , en freidora.
Han de ofrecerse muy calientes, recién fritos.
¡Oiga!
¿Y se consiguen sonsos en Asturias?
Bueno, yo, estos días, los adquirí en un supermercado gijonés. Frescos, fresquísimos, y a muy buen precio, por cierto.
Y si no los consiguen, no se preocupen. Aquí tenemos parrochines, chicharrinos del Cantil, ombrinos (que son boquerones y lo de «ombrinos» sin «h» es correcto), mirlotos,… ¡yo qué sé!… «Asturies da pa tou y vale pa tou».