POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Hice la semana pasada una ruta por la Selva Negra, cerca de Baden-Baden, por la abadía en ruinas de Allerheiligen, y me encontré con alemanes pero me fue imposible escuchar sus andanzas, saber por dónde respiran. En Valdeflora, al contrario, soy incapaz de abstraerme de los problemas de los viandantes porque lo que cacarean por el Xarreru se escucha en La Monxina. Lo nuestro ya viene de cuando berreábamos entre los castros del Naranco y del Gorfolí. Los entes islámicos que nos invadieron no entendían bable, es evidente; me imagino a familiares de los 300 soldados de Pelayo, de paseo un domingo de agosto del año 718 entre Moñigo y El Repelao, contando a gritos la emboscada que tramaban contra Al Qama y sus sarracenos: “¡Van a caerles como nueces!”, “¡Al pie del Auseva!”, “¡El 8 de septiembre!”, “¡Viene la Virgen, dicen que una pequeñina pero con ellos bien puestos!”…
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