POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LEGANÉS (MADRID)
Hace unos días tuve la oportunidad de visitar un pueblecito del norte de Castellón cercano a Oropesa del Mar, llamado Cabanes, alli conocí por fin el afamado arco que situada a esta ciudad en la época romana, y me puede acercar a otros pueblos como Val de Alba, Vilafamés y otras localidades cercanas, todas bellísimas.
En Cabanes me llamó la atención encontrarme con una de las calles principales dedicadas a un cronista don Guillermo Andreu Valls, y era una de las calles principales.
Me he tomado la curiosidad de conocer a este gran hombre y con el fin de dar a conocer su gran obra y su vida, les dejo una publicación escrita por un amigo que habla cariñosamente de él, de su trabajo y del legado conseguido en los años que pudo vivir en esta tierra castellonense.
A GUIILLERMO ANDREU VALSS
Mis treinta y cinco años de librero, al ir repasándolos en este tiempo, me es muy grato comprobar como han enriquecido mi vida a través de la librería Armengot, con los más dispares saberes y experiencias y, sobre todo, me ayudan ahora a ir catalogando cada una de mis vidas dedicadas a otras actividades, las diferencias a veces entre unas y otras. Pero hay algo que todavía me ayuda en mi empeño actual de ir rindiendo homenajes a través del periódico a tantos y tantos seres humanos.
Algunos, muchos, han dejado huella profunda y gozosa en nuestras tierras castellonenses. Otros han tenido para mí una significación especial puesto que mi relación con ellos se produjo cuando mi edad estaba rodeada de una sensibilidad a flor de piel y me dejaron huella con algunas frases, unos comportamientos, las actitudes vitales de quienes hoy pueblan mi carnet de baile de recuerdos. Uno de estos seres es el personaje de hoy, Guillermo Andréu Valls, tan lleno de amor a los libros, tan empeñado en recorrer con sus estudios el tiempo antiguo, con tanto ahínco por recuperar hábitos, historias y sabiduría de otros tiempos.
Un estudioso, vamos. Un divulgador de sus encuentros con ese tiempo pasado, a través de su carácter sencillo y bonachón.
CRONISTA OFICIAL desde 1958 // Recuerdo que Guillermo Andréu, cuando era colaborador de la Sociedad Castellonense de Cultura y amigo de sus dirigentes, escribía en las páginas del Boletín, en el que iban apareciendo –más de treinta veces– sus trabajos de investigación histórica sobre temas provinciales generalmente, en los años sesenta, setenta y ochenta y me contaba lo que después también afirmaba el maestro y gran gurú del periodismo mundial, Kapuscinski. Me refiero a aquello de que el cronista o historiador siente una gran alegría de poder captar con sus escritos el tiempo que va pasando, aunque también la tristeza porque de ese tiempo, solamente quedan las hojas de papel tintado. Bueno, también recuerdo lo de que la imaginación actual no sería capaz de volver a intentar y crear las catedrales que creó la Edad Media, aunque tantas cosas nuevas es capaz de aportar la actual civilización, las gentes de este tiempo.
Quiero testimoniar que, Andreuet, no pasaba inadvertido, al menos para mí. Su hablar a golpes, a modo de tartamudeo, daba tiempo a comprender lo que decía y lo que pretendía decir. El 25 de octubre de 1958 fue nombrado Cronista Oficial de su pueblo, de Cabanes, en sesión plenaria celebrada por aquel Ayuntamiento.
LA VIDA // Guillermo Andréu Valls había nacido en Cabanes el 11 de abril de 1930. Era hijo único del matrimonio formado por Daniel Andréu Llobet, que ejercía como carpintero y afamado ebanista, y Elvira Valls Vidal, a la que se le conocía como Elvireta L’espardenyera. En su pueblo realizó los estudios primarios y sus padres lo enviaron después a Castellón para estudiar el Bachillerato en las Escuelas Pías, centro estudiantil entonces de mucho empaque.
El paso siguiente fue enviarlo a Valencia para hacer Historias, la carrera de Filosofía y Letras, en aquella Universidad, en la que se licenció en 1954, a los veinticuatro años. Su preparación plantó bandera en la ciudad de Sagunto, donde el 20 de mayo de 1958 consiguió la plaza de Archivero-Bibliotecario del Ayuntamiento saguntino, al tiempo que también logró ingresar como profesor en el Instituto de Segunda Enseñanza ‘Camp de Morvedre’, denominado entonces Instituto Nacional.
Su vivienda, su vida, su despacho de historiador se trasladó a Sagunto, aunque eran muy frecuentes desde entonces sus visitas a las librerías de Castellón y el buscar a quienes también habían sido –o lo eran en aquellos años– Cronistas Oficiales de Castellón, el médico analista Sánchez Gozalbo y el profesor Sánchez Adell. También era obligatoria la visita a Domingo Casañ, antiguo compañero de estudios en Valencia, así como a la antigua librería Armengot.
La boda // En Sagunto, Guillermo contrajo matrimonio con Pilar Aznar Aleixandre el 20 de junio de 1967. Tuvieron dos hijos, Guillermo y María Pilar. No les conozco pareja y seguro que no han hecho abuelo al archivero. Conocí al niño Guillermo porque venía muy a menudo a Castellón acompañando de la mano a su padre.
Tanto Cabanes como toda la provincia de Castellón han sido motivo, argumento y protagonistas de sus innumerables escritos. Hombre piadoso, también fundó en 1950 la Hoja Parroquial de Cabanes, colaborando con él todo el movimiento parroquial de la villa. Cuando se habla de ello, hay gentes, paisanos, que recuerdan todavía que Guillermo era una persona especial, pero fundamentalmente sensible en exceso.
Recitaba el Credo en voz baja, temeroso de molestar a nadie, y es que él también supo de ingratitudes. Eso me lo cuenta su biógrafa María Roca Guía, en sus Crónicas de Cabanes. Dice que Guillermo amaba a su pueblo desde las cosas pequeñas, al descubrirnos su sitio en el mosaico donde se mece nuestra existencia. Y que no dejaba perder la ocasión de enseñar a las gentes a amar su entorno, la importancia y la belleza de las piedras de su pueblo, así como de quienes labraron sus vidas al servicio de sus vecinos, el significado de su paso por el tiempo, el valor de los nombres propios.
Hijo Predilecto // En 1993, con motivo del 750 aniversario de la Carta Pobla de Cabanes, tuvo lugar la conmemoración del hecho con el descubrimiento de un monolito en la plaza del Sitjar, y la concesión a Guillermo del título de Hijo Predilecto de la villa. También se rotuló una calle a su nombre. Los actos se vivieron bajo los ecos de una pieza musical titulada Alboradas de Cabanes, cuyo autor es el músico ahora castellonense José Vicente Ripollés. Entre las innumerables personas presentes, autoridades locales y provinciales, participó también en aquellos actos el eclesiástico, párroco de la población de Faura, Josep Martínez Rondan, que tanta influencia tuvo en la vida de Andréu. Sagunto es la ciudad inmortal donde vivió muchos años Guillermo, pero siempre su corazón estuvo en Cabanes.
Lo atestiguan las muchísimas obras escritas por él. La historia, la toponimia, onomástica, efemérides, edificios monumentales, noticias y archivos. No eran vanos sus esfuerzos en recoger papeles, viejas notas, algunas rebuscando entre lugares abandonados por el habitual trajín de ir y venir de instituciones.