POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Otra cosa fuera que retrasase asuntos más urgentes, pero, salvo que signifique gran dispendio y siempre que funcione a manivela y viento, soy partidario de ensartar en la Escandalera ese gran mástil que enarbole la roja y gualda, se ice cada amanecer y se arríe al ponerse el sol, con gaitas y tambores ante una formación de los partidos del consistorio, firmes, ¡ar! No exigiría tanto entusiasmo como ante la selección de fútbol o cuando juega Nadal la Davis, un balón es un mundo y un passing shot puede valer una ensaladera, pero sí que honraran los colores que representan la España unida y libre contra los ángeles de la noche, que los hay. ¡Qué fracaso, qué confusión del pensamiento y del sentimiento, que un español, sea cual sea su afán y su talán, reniegue, no quiera, no se atreva o le avergüence exhibir la bandera de un ADN, resumen del presente y esperanza de un proyecto común! Ya no hablo de jubilación.
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