POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

Entre los siglos XVII y XVIII, los alcaldes o regidores y concejales, en la Villa de Ulea y lugares del Señorío, estaba legislado que fueran nombrados por los señores dueños de dichas tierras, bajo la aplicación del antiguo concepto de que todos sus vasallos participasen por riguroso turno de antigüedad del gobierno de sus tierras, posesiones y pertenencias; sin darle importancia a la clase social y condición.

Esa circunstancia de esa forma planteada, ocasionaba que, un tanto por ciento muy elevado de los nominados entre el 85 y el 92 por ciento, eran analfabetos; incluidas las clases dominantes. Por tal motivo, los documentos oficiales que tramitaba el escribano del Ayuntamiento de Ulea, tenían una nota marginal, en la que indicaba que firmaron los que sabían y, por los analfabetos, daba fe el Notario de la Villa.

No todos los acontecimientos acaecidos en la Villa en aquella época, fueron reflejados en documentos escritos, bien porque no se tramitaron o bien porque se escribieron y, por las razones que fuere, desaparecieron. Existe una tercera posibilidad: que no hayamos conseguido encontrarlos. En esa tarea estamos empeñados los cronistas; en seguir con nuestras búsquedas hasta encontrar nuevos legajos sí, como digo, fueron trascritos.

Sin embargo, de muchas épocas de nuestra historia, concretamente de los siglos XVII, XVIII y XIX, tenemos testimonios documentados de que a los señores feudales de la Villa de Ulea, se les unían los curas de la parroquia de San Bartolomé, para hacer los nombramientos de alcaldes y concejales.

Dichos clérigos, desde el año 1723 hasta el año1885 eran propuestos para sus cargos religiosos, por los dueños de la villa. De ahí, la gran cantidad de sacerdotes uleanos que tuvieron distintos cargos en la parroquia de San Bartolomé.