EL COORDINADOR DE ESTE GRAN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN Y DIVULGACIÓN HISTÓRICA ES MANUEL GARCÍA FERNÁNDEZ, CATEDRÁTICO DE HISTORIA MEDIEVAL DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA Y CRONISTA OFICIAL DE CARRIÓN DE LOS CÉSPEDES (SEVILLA)
Un monarca conquistador, amante de la caza, legislador y con una gran vinculación a Sevilla, a la que hizo centro de la corte y en la que dejó una huella palpable con el Palacio Gótico o del Caracol del Real Alcázar. Alfonso XI, o Alfonso Onceno, es un rey castellano cuya figura, quizás, no sea tan conocida para el imaginario colectivo, como lo pueden ser su hijo, don Pedro I, o su bisabuelo, Alfonso X El Sabio. Para reivindicar su figura y su importancia histórica, la Editorial Universidad de Sevilla ha editado el libro El siglo XIV en primera persona. Alfonso XI, rey de Castilla y León (1312-1350), que recoge los estudios del seminario organizado con motivo del VII centenario de su acceso al trono. El coordinador de este gran trabajo de investigación y divulgación histórica es Manuel García Fernández, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla y cronista oficial de Carrión de los Céspedes.
¿Quién fue Alfonso Onceno? «Fue el último de los grandes conquistadores de Andalucía. Ha pasado a la historia por las conquistas de Olvera, Algeciras, Alcalá la Real, Teba… También fue un rey legislador. Le apodaban El Justiciero. Hizo de Sevilla la capital de la Frontera o de Andalucía», ilustra el profesor García Fernández. Su esposa era María de Portugal, madre de don Pedro I, que se encuentra enterrada en el monasterio sevillano de San Clemente; pero en Sevilla el monarca tuvo a su gran amor: doña Leonor de Guzmán. Con ella tuvo diez hijos bastardos, entre ellos el futuro Enrique II, a quien igualó en la corte y en el reino, siendo infante, con el príncipe heredero, el futuro rey don Pedro I: «Leonor era la Favorita. Su relación dio lugar a la ópera que con este nombre escribe Gaetano Donizetti en 1840. Es una de las grandes óperas románticas. Su acción transcurre en el Alcázar». Con el apoyo de Alfonso a su hijo Enrique nace la legitimación de la nueva dinastía de los Trastámara.
La Sevilla de Alfonso XI es una ciudad típicamente mudéjar, todavía no se ha comenzado a construir la Catedral. La mayor parte de las iglesias son mezquitas cristianizadas. La Giralda está coronada por el yamur de tres bolas doradas que resplandecían con el sol. La Torre del Oro apenas tiene 150 años, las murallas, 200…: «En su época se fundó la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla. También hay constancia de la existencia de la cofradía del Santo Crucifijo de San Agustín y otras corporaciones. El Alcázar es en su mayor parte el almohade. Él construye el Palacio Gótico y allí prepara la batalla del Salado de 1340 en la que detiene el avance de los benimerines».
Sevilla por aquel entonces era la ciudad más importante de Castilla. Se encontraba en el núcleo de la acción política: la frontera con Granada. Era la capital de la Frontera y la urbe más relevante desde el punto de vista humanístico. Era el centro de la corte y destacaba también por su fuerte vocación atlántica: «Desde aquí se organizan las grandes conquistas. Era también una ciudad muy militarizada». Durante el reinado de Alfonso XI se construyen también la mayor parte de las fortalezas defensivas de la llamada «banda morisca», como la Torre de los Herberos, cerca de Dos Hermanas; la de Matrera, próxima a Villamartín; la de Alocaz, en la antigua carretera Sevilla-Cádiz…
Alfonso XI creó la orden militar de la Banda Escarlata, «para premiar a los que se distinguían por la defensa de la monarquía». Se hizo armar caballero en Santiago de Compostela por el brazo mecánico del santo. «Mandó escribir el libro La Montería del Alfonso XI, mediante el que nos describe la importancia de la flora y la fauna de Sevilla. Por ejemplo, en invierno había jabalíes en la zona del Aljarafe». Sus restos mortales descansan, junto a los de su padre, Fernando IV, en la iglesia de San Hipólito el Real de la ciudad de Córdoba, templo que él mismo fundó.
Con este gran libro divulgativo, los historiadores quieren rendir un merecido homenaje a este monarca castellano muchas veces olvidado por la gran mayoría pero de gran importancia. El último de los grandes conquistadores. La continuación a este ejemplar ya está en marcha: Pedro I. Un monarca de su tiempo, que se presentará próximamente en el Real Alcázar sevillano.
Fuente: http://www.diariodesevilla.es/ – Juan Parejo