POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ Y GOVERT WESTERVELD, CRONISTAS OFICIALES DE BLANCA (MURCIA).
Durante mis años de vendedor de cortezas de limón y naranja me hizo llamar en Holanda y el extranjero «schillenboer». En los Países Bajos, el schillenboer era, hasta finales del siglo XX, un basurero que acudía a las puertas de las casas con un carro o carreta para recoger residuos vegetales, cortezas de pan y otros desechos que pudieran servir de alimento al ganado.
Este schillenboer solía ser un ganadero pobre con un pequeño rebaño de ganado. Los residuos que se dejaban para el schillenboer no iban al cubo de la basura, sino que se guardaban en un cubo para este tipo de residuos. Se entiende que el término no era precisamente atractivo, pero lo usaba para abrir estas puertas de las empresas demostrando que las cortezas de limón y naranja tienen valiosos ingredientes para nuestra salud.
Este truco de marketing me iba muy bien, porque todo el mundo quería conocer a este extraño personaje que se llamaba «schillenboer» y que se presentaba con traje, corbata y maletín en la empresa. Tengo un página en el facebook (solamente para los blanqueños) limón de Blanca, donde describo mis experiencias y usos de limón. (Lo que aquí tiramos, he vendido yo).
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