POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¿Quién no leyó, sonrió y se admiró con las aventuras de aquellos galos -Asterix, Obelix, el druida, el jefe, el trovador, el pescadero, las gentes todas de un pequeño pueblo- que aunaban sus esfuerzos en lucha contra el invasor romano?
Era una COMUNIDAD GLOBAL en un espacio geográfico muy reducido y concreto.
Actualmente nuestro mundo ya se nos hizo pequeño. Las grandes posibilidades de comunicación (escrita, hablada, fotográfica, filmada…) y la velocidad en su transmisión han convertido a nuestro planeta en una «pequeña aldea», en una ALDEA GLOBAL, según la terminología propuesta en 1967 por el sociólogo canadiense Marshall MaLuhan.
Una aldea tan reducida en relaciones sociales y comerciales que tal parece un chigre de pueblo donde se bebe, se juega a la brisca, se ven los partidos de fútbol, se comentan los resultados electorales del momento, se exponen los bandos de la alcaldía y las esquelas de los difuntos… y hasta se sabe de noviazgos, embarazos (previstos o no), bodas en cartel y divorcios inesperados.
Les cuento este «prólogo, prefacio, introducción u obertura» (así iniciaba sus sermones un predicador pelmazo) para que entiendan mi «hallazgo comercial» en tres supermercados diferentes.
En ellos descubrí y compré berberechos y navajas de Holanda, patatas de Francia, espárragos de China (envasados en Mendavia-Navarra), pimientos de Padrón marroquís, doradas de Grecia, filetes de vaca argentina.
Y, ¡oh maravilla!, también adquirí cebollas y ajos españoles.
Por cierto, unos ajos morados, conquenses de Las Pedroñeras (IGP), que bajo el pomposo título de «AJO SANTO» envasa y distribuye la Sociedad Cooperativa de esa localidad, «SAN ISIDRO EL SANTO».
Yo le tengo especial afición a los ajos morados porque con ellos preparo un «ajoperejil» para complementar el guiso de arroz meloso con langostinos y mejillones.
Lo haré para el próximo 15 de mayo, festividad de San Isidro Labrador.
Y ya que hablamos de langostinos, mejillones y aldea global, hoy, para «reincidir» en la promoción de «les algues de Llastres», pese al rechazo visceral de algunos que me criticaron sin piedad y con humor, les sugiero estos «rollitos sorpresa».
Pasen por la plancha unos buenos langostinos y seleccionen su cola. Aparte, abran al vapor unos mejillones grandes y seleccionen su carne.
Corten unas láminas rectangulares de «algues llastrines» (Saccharina latissima) y en cada una, a modo de rollito, envuelvan un mejillón y cola de langostino. Cierren con un palillo, rebocen en huevo y pan rallado y frían en abundante aceite muy caliente.
Emplaten los fritos adornando con discos de naranja.
¡Ah! Y si gustan de más recetas… tengo para «dar, y tomar».