A partir de 1965 formó parte del gabinete artístico de la conocida industria alzireña de embalajes, en la que trabajó junto a los reconocidos pintores Vicente Sanz Castellanos y Antonio Caballer Pardenillas. Admirador del pintor Ismael Blat, a quien consideró su maestro, con el tiempo, en 1973, tomó la decisión de abandonar la empresa para dedicarse de lleno a su pasión: la pintura artística. Contó para ello con la ayuda de su patrón, el mecenas Luis Suñer, a quien siempre se mostraría agradecido. Surgieron las exposiciones en salas y galerías de España y Europa y los encargos, especialmente de retratos.
Su obra, que se caracterizaría por un dibujo perfecto y un gran dominio de los elementos técnicos que utilizaba para su ejecución, se difundió por el territorio nacional y en países como México, Panamá, Canadá y Alemania. El crítico de arte Francisco Agramunt señalaba que Valencia era un artista “heredero de la gran tradición pictórica levantina, creador de un arte sereno, donde la sensibilidad y el sentido lírico se entremezclan para plasmar lienzos de sincera, serena y armónica belleza compositiva”. Junto a los retratos destacarían, ahora, los paisajes, las composiciones florales y los bodegones.
Con los años se estableció en La Alberca (Salamanca) y, posteriormente, en Palencia, desde donde regresaría hace poco más de un año a Alzira. Su última exposición, que tuvo lugar en el MUMA el pasado mes de marzo, patrocinada por la comisión de la Falla de la Plaça Germaníes, que fue un repaso a su trayectoria artística, fue muy visitada y elogiada.