POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Hoy, precisamente hoy 13 de enero, cúmplense 50 años -es decir, medio siglo- del inicio de mi actividad docente como director y profesor del Centro de Enseñanza Media, Flora Flórez, de Sahagún (León).

Era el 13 de enero de 1963 y allí me encontré con un Colegio «en desguace», donde 48 alumnos/as se repartían para 4 cursos de bachillerato elemental y con un plantel de profesores escasísimo. Había ilusión sin límites en las autoridades locales (alcalde Silvio de Alaiz; miembros del patronato: Jesús Domínguez, José Ochoa…), profesores (Carmen Caballero, Domingo Zamora, Felicitos Placer, Isaac de la Mota, Pilar Casas…) y padres de alumnos/as– Y chavales/as con ilusión de saber y de estudiar… Una maravillosa aventura que en 6 años dio paso a un nuevo edificio, a más de 300 alumnos/as, a un amplio y prestigioso profesorado.

Para celebrar «aquella apertura invernal de curso», una bandeja de AMARGUILLOS puso nota de dulzor al acto. Tal parecía que aquellos santos mártires del año 304, FACUNDO Y PRIMITIVO, nos bendijeran en ese «bautismo docente» y que la sabiduría del Real Monasterio de San Benito -monacato a quien el Papa Clemente VI le concedió en 1347 su propia Universidad y donde reposan los restos del rey Alfonso VI y sus cuatro esposas- se tradujera en arte de repostería.

En aquellos tiempos de mi «sahagunismo» eran dos las confiterías que disputaban la primacía en la confección de AMARGUILLOS: la de ESGUEVA y la de DOCIO. Yo siempre me incliné por los amarguillos de Docio y por las hojaldrinas de Esgueva; actualmente esa dulcería está en manos de las monjas benitas del aún existente Monasterio.- Ustedes pueden intentar su elaboración: mezclen muy bien 1 kg de azúcar y 1 kg de almendra dulce molida; amasen la mezcla con unas 7-8 claras de huevo suavemente batidas y aromaticen con una gota de esencia de almendras amargas; con la ayuda de la manga pastelera hagan pequeños montoncitos de esa pasta, dispuestos sobre bandeja de horno engrasada con mantequilla. Coloquen una almendra sobre cada uno y horneen, durante unos 20 minutos, a una temperatura de 180 º C.

Cuando en 1969 me despedí de Sahagún, unas bandejas de amarguillos fueron mis compañeras de equipaje.