POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Repasando mi hemeroteca, he encontrado una foto de Félix, acompañado de jóvenes del pueblo.
Sí, Félix, el destino quiso que nacieras en el seno de una familia humilde, trabajadora y honesta. Sin embargo, el azar de la genética te dotó de unas capacidades intelectivas disminuidas. Por tal motivo; y dada la época en que te tocó vivir, deambulabas por las calles de nuestra querida Ulea, esbozando tu sempiterna sonrisa y tu cadencia personal tan singular qué, aunque algunos ignorantes te tomaran a chanza, tenías la certeza de que los vecinos te queríamos y lo pasábamos bien contigo.
Tú, Félix Vicente apodado «el Kukala», familia de los barqueros, salías a la calle solicitando una ayuda económica o algo de comida; pero, sobre todo: «unos cigarrillos» Sí, eras un fumador empedernido y, por consiguiente, preferías unos cigarros antes que la comida o unas monedas. Mejor las tres cosas.
Con frecuencia te acercabas a los árboles grandes, a la hora de la llegada de «La Catalana» para ver llegar a los vecinos que regresaban al pueblo. A ellos les tendías la mano para que te obsequiaran con algunas monedas o cigarrillos. Ya sabías perfectamente quienes fumaban en el pueblo y, sobre todo, los que te obsequiaban sin poner reparos. Sí, todos sabíamos que los cigarrillos eran tu debilidad.
Como tenías tu cartilla de racionamiento de tabaco, como todos los españoles mayores de edad, cuando sacabas tu ración del estanco de Ulea, eras un hombre feliz y la estanquera, Claudia Tomás, te obsequió con un yesquero de mecha, al que le colocaba una piedra de mechero, con el fin de qué, al frotar la rueda del yesquero, se desprendieran unas chispas de lumbre y prendieran la mecha. Con gran avidez soplabas sobre la mecha encendida y prendías tu deseado cigarro. Te sentías un hombre afortunado y te jactabas de darle una chupada al cigarro y expeler el humo por la nariz.
Claudia te lo proporcionó y siempre le estuviste agradecido.
Recuerdo, en aquellos años 1950 y 1960, cuando regresaba a Ulea de vacaciones y salía a pasear con mi hermano Paquito, te hacías el encontrado y alargabas la mano para pedirnos unos cigarrillos o unas monedas; o ambas cosas. Como de dinero estábamos casi tan escasos como tú; y mi hermano era fumador, te daba dos cigarrillos «Celtas Cortos»; uno por él y otro por mí, y te marchabas más contento que unas pascuas.
Sí, tenías muchos amigos que, verdaderamente, te apreciaban y te suministraban los dos tesoros más preciados para ti. Todos disfrutábamos con tu presencia y nos correspondías con un sincero agradecimiento.
Sin lugar a dudas, Félix Vicente «El Kukala», fue una persona singular y querida por todos los uleanos.