POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Tersilio Peña es algo más que un mito, es ya una leyenda cargada de ese inmenso caudal de posibilidades que todo genio lleva dentro. La geografía determina con claridad las características y matices de cada ser humano. Villalba de la Lampreana es ese lugar en el que la llanura abierta a la lejanía de sus horizontes desarrolla en el alma creadora de sus habitantes tal riqueza de impresiones, tal volumen de inquietud que se convierte en motor capaz de desarrollar toda su riqueza. Este rápido y vertiginoso desarrollo es el que nos explica esa inmensa y completísima colección de instrumentos, llamémoslos aperos de labranza, utensilios domésticos o artesanos. Todo ordenado bajo un sistemático esquema asentado sobre los cuatro pilares, que agrupan el inmenso conjunto, todo un museo etnográfico del mundo rural.
Cuatro son los campos en los que el amigo Tersilio ha dividido su mundo. El primero es el hierro y con él, el herrero: martillo, reja o carro, guadaña, nos agota la curiosidad. El siguiente campo es el del albañil, la piedra y sucedáneos. Nada ha escapado en sus hábiles producciones. Con la madera, entonces ya dudas de lo que estás viendo, porque allí no falta un apero de labranza de los que se usaban en las desaparecidas eras, con sus trillos y sus tornaderas o bieldos. No falta el carro completo con sus redes y su aventadora como símbolo de la llegada del modernismo al campo. Y por último nos acercamos y entramos de lleno en la cocina: Tersilio, en un auténtico alarde creador, nos ofrece tales conjuntos y tal cantidad de detalles que nos hace vivir un sueño evocador y un tanto romántico para aquellos que llegamos a este lado con Primo de Rivera.
Nuestro gran etnógrafo, con esa visión clara y a la vez futurista de lo cultural y lo social ha organizado un conjunto de unas trescientas piezas que constituyen un auténtico museo. Estamos ante la obra verdaderamente excepcional de un auténtico erudito de la etnografía y a la vez de un ágil experto en ese campo como artesano. Villalba de la Lampreana es hoy una auténtica referencia etnográfica, compruébenlo y disfrutarán.
Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/