POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Pasaron los días de «el vientu les castañes», coincidentes con el «cordonazu de San Francisco» (4 de octubre) y tras un breve veranín retornaron los vientos, los fríos, las lluvias…

Días estos en los que las castañas están en su momento óptimo de recolección y días también para que los niños («nenos», «rapazos», «guajes»…) hagan novillos («monten la escuela») con la disculpa de «IR A LA PÍA o A LA GUETA».

¿Qué era, antaño, eso de «ir o andar a la pía o a la gueta»?

Después de consultar muchos diccionarios, la mejor definición de esta «actividad» la encontre en el «VOCABULARIO DIALECTOLÓGICO DEL CONCEJO DE COLUNGA», de don Braulio Vigón. Dice así:

.-» PÍA. s.f. Voz del derecho municipal consuetudinario, que expresa la acción de recoger y apropiarse los frutos caídos naturalmente del árbol ajeno, siempre que estén en terreno de uso o aprovechamiento común. En Ribadesella: gandaya. En Piloña: bolenga».

Definición muy completa, pero que aún le faltan algunos matices; especialmente el conceptual.

Ir a la pía (lo indica su nombre: acción piadosa) suponía que las personas necesitadas pudieran atender su alimentación con esos frutos caídos en terrenos comunes, caminos… etc., y también en los terrenos privados una vez que sus dueños hubieses finalizado la recolección. En Colunga también utilizábamos la expresión de «ANDAR A LA REBUSCA».

Lo más usual era dedicar «la pía» a la recolección de CASTAÑAS; si bien podía destinarse a otros frutos como nueces, manzanas… y hasta, pueden creerme, sobrantes de «panoyes» (mazorcas de maiz), alubias («fabes), etc.

Aquel gran poeta gijonés, ALFONSO CAMÍN (1890-1982) escribió así sobre LA GUETA en uno de sus poemas asturianos. Al ser un texto muy largo, seleccionamos solamente algunas estrofas.

«La mañana está seca. Sopló anoche el nordeste,
desdentó los erizos que enteabrió la orbayada,
inclinó los helechos, llevó al fondo las hojas,
y con la luna se durmió en las ramas.

¡El maná de los pobres! ¡Es la gueta! ¡Es la gueta!
Van las gentes sencillas de la aldea asturiana
hacia los castañedos, donde, sobre el camino,
penden las nieblas de la madrugada…

¡Bienvenido el nordeste que nos trajo la gueta;
mañana el pote ya hervirá en la casa!…
¡Es la gueta, es la gueta de los vientos felices!
Lotería que al pobre se le mete en la casa.

Esa noche, en los llares, el tambor del magüesto,
las castañas calientes y pulgadas,
en un cuadro de Rembrandt, juntará a la familia
junto al pote, arzobispo con su pompa de llamas…

¡Es la gueta! ¡Aguinaldo de gentes humildes!
Hasta el campo parece tamboril que reclama-
¡Cuando cesa el nordeste de mover los castaños
el aire se muere con rumor de gaita!»

¡Costumbres y tradiciones perdidas! Ya nadie va a la pía, a la gueta y a la rebusca! Ni se utiliza esa actividad como disculpa ante en profesor por haber «pirado clase». Ahora los «discentes» justifican su ausencia ante el «docente» mediante tarjeta firmada por algún familiar diciendo que «fueron al dentista».

Solamente algunos «güelos» , en entrañable tradición, muestran a sus nietos lo que era ir a «pañar castañes», a la rebusca, a la gueta o a la pía.