ANDRÉ MASSON Y MALANQUILLA: HISTORIA DE UNA RELACIÓN ÍNTIMA
Mar 02 2021

POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).

André Masson

Malanquilla nunca ha sido un pueblo que destaque a pesar de contar con un importante patrimonio y de tener una vista pintoresca. Su escasa población y su recogimiento interior le ha mantenido alejado de los focos de atención hasta que en 1977 despertó y de qué manera…

A mediados de los difíciles años 30, Malanquilla vivía en su letargo, sin airear su vida interna, cocinando en sus hogares el día a día, sin sobresaltos ni comidillas…

Un buen día de 1935 un pintor francés que visitaba la comarca de Calatayud, captando ideas parar plasmar en sus lienzos, llegó a Malanquilla y puede que incluso recorriera sus calles, plazas y monumentos, pero lo que sí podemos deducir es que ya a su llegada al pueblo, entrando por la carretera que sube desde la Venta, antigua casa de comidas bien conocida por los viajeros de entonces y de ahora, ya quedó impresionado por la visión.

A un lado, la silueta del pueblo bien definida, a la altura de la ermita románica de Santa María. Enfrente la vista inédita para aquéllos parajes aragoneses de un molino de viento cervantino. Sin duda la visión resultaba de lo más impactante.

La mente del artista se puso en marcha y rápidamente idealizó el paisaje. Intimó, se enamoró de aquélla visión y comenzó una relación íntima. Tomó notas, pequeños esbozos y poco después engendró un magnífico cuadro que tituló simplemente “Sierra aragonesa” y que hoy integra una colección privada.

Es sabido que los artistas en general poseen una capacidad estructuradora o desestructuradora, según los casos, que no está al alcance del resto de los mortales. Por algo son artistas, mentes privilegiadas que, como don Quijote pueden ven molinos donde sólo hay gigantes. André Masson (1896-1987), nombre de aquél pintor francés que nos visitó en 1935, ya consagrado, pasaba una larga temporada en Tosa de Mar y viajaba frecuentemente.

Sus obras se caracterizan por el color y las enrevesadas formas que adoptan los objetos que las integran. Su pintura puede definirse como abstracta y surrealista y como él mismo dijo “en estos paisajes totalmente reconocibles siempre hay un elemento de fantasía, ya sea en el cielo o en la tierra, o bajo tierra”.

Lo hizo en el lienzo “Ibdes in Aragón”, donde los gallos, símbolo del sacrificio y elemento de referencia en la obra masoniana, centran un enfoque desproporcionado de este paisaje terroso y colorista que se ha identificado con el cerro de La Pedriza y que fue pintado en 1935, nos cuenta Mercedes Penacho, periodista, investigadora y consultora de comunicación, en un artículo para el Heraldo de Aragón el 5 de febrero de 2015, una etapa, continúa contando Mercedes, en la que también plasmó otras estampas de Aragón con su peculiar visión, como el cuadro ‘Sierra aragonesa’, en el que plasmó el molino de Malanquilla como una antorcha llameante y un Alcañiz, metafísico y naif.

Los molinos de viento desde antiguo han sido objeto de plasmación por todo tipo de pintores y artistas en general. Gregorio Prieto, conocido como el pintor de los molinos, quizá haya sido el que más y mejor los reflejó en sus lienzos. Malanquilla también ha tenido el privilegio de ver pasear por sus calles al genial pintor de la generación del 27 y de verle subir repetidas veces por la senda que llega hasta el molino, una senda -que si el ayuntamiento acepta la propuesta de este cronista-, debería pasar a llamarse la “senda de Gregorio Prieto”.

La vinculación de estos dos artistas con Malanquilla, hacen de esta localidad, de su molino y de su paisaje, un refugio y una constante inspiración. Si a ello unimos que el molino es el emblema oficial del municipio y que estamos ante el molino más fotografiado de Aragón, como decía recientemente, refiriéndose a él, la emisora de radio Onda Cero y que cuenta con poemas dedicados a su silueta como el escrito hace algunos años por Alberto Montaner Frutos, filólogo hispanista y arabista, historiador y poeta y yo mismo, sin olvidar los cientos de escritos que aluden a este gigante pétreo, podemos decir que Malanquilla es el lugar de los artistas.

André Masson fue el primero y por eso tendrá un paraje con su nombre. El Ayuntamiento ha aprobado la propuesta que le hicimos, en unión de nuestra buena amiga Mercedes Penacho, de integrar el nuevo emplazamiento dentro del Sendero turístico del “agua, de la nieve y del viento” dedicado a su memoria y obra. El “Paraje André Masson” pronto será una realidad y contará con un panel explicativo situado justo donde el pintor idealizó su visión del horizonte con el molino y el pueblo. Un atractivo más para un sendero que permitirá a los visitantes realizar un recorrido señalizado por los monumentos más destacados mientras conocen el bosque de encinas y matojos, la fauna y los llanos y pequeñas elevaciones circundantes.

Molinos en España hay muchos, en Aragón menos… pero ninguno cuenta con la historia que acumula Malanquilla. Fue el pionero en Aragón, es el de mayores dimensiones y antigüedad, ha sido reconstruido -por el tesón de un pueblo-siguiendo los cánones de los primitivos constructores y gracias a él en Aragón se habla de “La Mancha Aragonesa”.

André Masson lo intuyó, se enamoró y lo plasmó como una antorcha retorcida, quizá para alertarnos de que debía ser la antorcha que iluminara nuestro destino y que clamaba con su retorcimiento por su recuperación y salvación. Una llamada que no podíamos desoír. Gracias André.

FUENTE: PÁGINA DEL CRONISTA

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