ÁNGEL LUIS PRADOS “FUNDI” ENCUENTROS BAJO LA SOMBRILLA
Jul 17 2024

POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)

En esta mañana de julio, nos sentamos bajo la sombrilla, a una hora en la que la quietud de las aguas, el silencio, que nos acompaña, podamos iniciar una conversación, que nos permita conocer algo mejor a Ángel Luis. 

Su larga trayectoria en el mundo de la Tauromaquia, junto a su constante interés por aprender, educarse y comportarse en “el arte de vivir”, ponen de manifiesto que nos encontramos ante una figura de reconocido prestigio, que bien merece una entrevista como la que nos ocupa.  Ángel nació en 1962, en Fuenlabrada (Madrid), en la casa de sus abuelos maternos. El apodo familiar, “Fundi”, fue utilizado como nombre artístico, en su etapa de novillero; sobrenombre que, en el momento de su retirada, fue adoptado por su hermano José Pedro.

Atraído por cómo transcurrió su infancia, he aquí su respuesta: De ella recuerdo cómo jugaba con las bolas al “Guá”, así como a las “chapas” y a la “lima” en la tierra de la calle que, por entonces, aún no estaba asfaltada. También acuden a mi memoria el ir a los toros cuando estos se celebraban en la plaza del pueblo, donde en aquella época se encontraba en el Ayuntamiento Viejo; así como el estar entre las ruedas de madera de los carros y el olor a pólvora de los cohetes, mezclado con el de los toros en los corrales próximos”. Respecto del cómo y cuándo surgió en él su afición taurina, me traslada cuanto sigue:

Proviene de familia. Mi madre y mi abuelo materno han sido siempre muy aficionados. De pequeño escuchaba a mi abuelo contar sus andanzas y correrías con los toros en los encierros de las fiestas patronales; lo que despertó en mí una gran curiosidad y las ganas de sentir en mis propias carnes la emoción de los encierros. Más tarde,  movido por esa curiosidad, intenté torear alguna res brava pero, como no sabía, siempre era cogido por el animal; dando con mis huesos en el suelo, con el consiguiente cabreo y frustración.

Un día vi en televisión un programa de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Sin pensarlo dos veces, me apunté;  y no para ser torero, sino para aprender a lidiar sin que las reses me cogieran. Con el paso del tiempo y sin apenas darme cuenta, me vi anunciado como novillero y queriendo ser figura del toreo”. Su época de novillero estuvo plagada de altibajos. En un pueblo de Bilbao sufrió  una grave cornada, lo que motivó su retirada momentánea durante el tiempo necesario para la recuperación; reapareciendo para cumplir varios contratos, ya firmados. No obstante, fue incapaz de superar los efectos psicológicos a causa de la cornada y decide retirarse en 1981.

Sobre este período me amplía la siguiente información: En 1984 me hice banderillero y participé durante algunos años en novilladas por diferentes pueblos, curtiéndome y cogiendo el oficio necesario. En 1987 me llamó el diestro Curro Vázquez para que formase parte de su cuadrilla. A partir de ahí intervine en todas las ferias importantes, junto a otros matadores que también me reclamaban. Estuve, colocado fijo, en las cuadrillas de “El Fundi”, mi hermano, Fernando Cepeda, Víctor Méndez y Fernando Robleño; interviniendo con otros matadores como Joselito, José Tomás, El Juli, Enrique Ponce, y José Fuentes, entre otros, eventualmente”. 

En su última etapa estuvo encuadrado en la en la cuadrilla de Cayetano, durante cuatro temporadas; interviniendo en diversas ferias taurinas como las de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y una corrida especial que se celebró en California. Sobre sus mejores o peores tardes, nos dice: El recuerdo de las peores tardes va unido a los distintos percances o cogidas. He recibido cinco cornadas, cuatro de ellas, de carácter muy grave. Ésta, acaecida en Linares, me apartó definitivamente del toreo, a consecuencia de sus secuelas; impidiéndome continuar en la profesión. Cuando se dice que el destino está en nuestra mano, en mi caso puedo dar fe de ello. Por la mañana, en el sorteo de los toros de dicha corrida, me di cuenta de que una de las reses tenía problemas de visión en un ojo y se lo comenté a Curro Vázquez (apoderado de Cayetano). Hablamos con los veterinarios y se sustituyó por un sobrero de Jandilla. Este toro, que no tendría que haberse lidiado,  fue el que me hirió y me retiró de las plazas. 

Casi todas las otras “condecoraciones de mi cuerpo” me han dejado alguna secuela. Después de una cornada en Bilbao, después de efectuarme una transfusión de sangre, cogí hepatitis C. Para su cura me tuve que someter durante un año a un tratamiento parecido a la quimioterapia. Lo pasé fatal, debido a sus fuertes efectos secundarios. En Santander sufrí una cornada en la cara y me tuvieron que poner unas placas para recomponer los huesos que hay alrededor del ojo. Se me quedó obstruido el lagrimal y me vi forzado a pasar varias veces por el quirófano. Éste es el tributo que hemos de pagar los toreros”.

La familia de Ángel Luis siempre llevó las tardes de corrida con gran inquietud y nerviosismo, siempre permaneció a la espera de que finalizase el espectáculo y de que una llamada telefónica de él les indicara que todo había salido bien. Sobre este particular añade: Siempre me ha sobrecogido la angustia cuando alguien de la cuadrilla nos llamaba indicándonos haber sufrido un percance. ¡Y qué mal lo pasó mi mujer, Pili, cuando la llamaron anunciándole alguna cogida! El viaje hasta la ciudad y el hospital es dramático.  

No obstante, hubo tardes de gran satisfacción, como aquélla en la Plaza de Toros de Las Ventas, donde “desmonteré” después de dos buenos pares de banderillas; junto a otras, especiales y numerosas tardes, en las que recibí el premio “A la mejor lidia con el capote”. Para un banderillero el reconocimiento de una buena brega es incluso más importante que el tercio de banderillas. La fama y popularidad de los matadores hace que en todas las ciudades recibas un trato, un lugar y una categoría que, realmente, te hacen sentir muy valorado”.

Tras esta parada sobre el aspecto más duro de la tauromaquia, le formuló la siguiente pregunta: “¿Qué hace un torero cuando clausura la temporada en Zaragoza o Jaén?”; a lo que me responde:

Descanso durante un mes y, después, empezar de nuevo; poco a poco, con el entrenamiento necesario para la siguiente temporada; preparación física, toreo de salón, banderillear al carretón y “hacer campo” (torear en tentaderos de becerras y machos en ganaderías bravas)”.

¿Continúan los hijos con la tradición de sus padres? – Le pregunto:  “Gracias a Dios, no. Desde pequeños se les dio bien jugar al fútbol, lo que me vino fenomenal para evitar que se aficionaran a los toros .y quisieran ser toreros. Intenté ponérselo fácil con el futbol y ayudarlos en lo que podía; llevándolos a los entrenamientos con sus respectivos equipos. Uno de ellos, en el Rayo Vallecano;  y el otro, en el Getafe. Ahora son aficionados a los toros, pero nada más”.

Al haber tenido varias actuaciones en la Plaza de Toros de Villanueva,  ¿le sorprendió la gran y bonita Plaza de Toros que posee, así como una afición muy entendida? Recuerdo con especial agrado un festival con picadores junto a Lázaro Carmona, Fernando Cepeda, El Fundi, Javier Conde, David Gil y Curro Martínez. También dos corridas de toros, una cuyo cartel fue: El Fundi, Antonio Ferrera y David Gil; y otra con Juan José  Padilla, El Fundi y Juan José Trujillo”.   

El proyecto de la supresión de las corridas de toros es uno de los temas que surgen en nuestra conversación. Y, sobre ello, me responde:

Soy un defensor de la libertad en toda su expresión. Respeto a las personas a quienes no le gustan los toros, pero exijo el mismo respeto para quienes sí nos gustan. No entiendo a los que quieren prohibir la tauromaquia. Dicen que el toro sufre, pero luego visten con pieles de animales y se comen filetes a dos carrillos, como si a esos animales los hubieran matado a besos  o pidiéndoles, por favor,  que mueran. Creo que eso es pura hipocresía. No hay ningún animal de los que consume el hombre que sea mejor tratado y que  viva mejor que el toro bravo. Es el único animal que puede vender cara su vida, porque la entrega peleando. Los anti-taurinos dicen que el toro sufre en la plaza, pero yo les digo que no es verdad. Hay estudios  y está demostrado científicamente, que el toro bravo, como animal combativo que es, en el fragor de la pelea libera una serie de endorfinas y adrenalina que son inhibidoras de dolor; por eso atacan una y otra vez. Si el toro sintiera el dolor, como si fuera de una raza bovina normal, simplemente huiría y saldría corriendo, como lo hacen los mansos. Por eso creo que, mientras que haya un toro bravo y una persona capaz de transmitir arte y de jugarse la vida delante de él, la Tauromaquia no se extinguirá”.

Continuamos nuestra charla sobre los toreros, de todos los tiempos, a quienes más ha admirado y, en concreto, a los que lidian en la actualidad: Me hubiera gustado haber visto a Joselito y a Belmonte. Aunque admiro a los toreros poderosos, me inclino por los de corte artista. Podría enumerar una larga lista, pero sólo citaré a Curro Romero, Rafael de Paula, Curro Váquez y, en la actualidad, a Morante de la Puebla, Aguado y Juan Ortega”.

Sobre la reciente Feria de San Isidro, nos dice:

 “Ha habido de todo, “como en botica”, y aunque las figuras han estado a buen nivel, demostrando el puesto que ocupan, me ha llamado gratamente la atención toreros jóvenes que vienen pidiendo paso, como Borja Jiménez y Fernando Adrián (que abrieron la Puerta Grande), David Galván , Christian Parejo y los novilleros, Alejandro Chicharro y Jarocho”.

Tras la grave cogida y retirada de los toros, qué camino se ofrece a los toreros –le pregunto: Al tener que cortarme obligatoriamente la coleta, tuve que pasar por el  tribunal médico. Me dediqué a varias actividades, como las de chófer de cuadrilla de toreros o apoderado de José Luis Moreno y Andrés Palacios. Y, por último, trabajé como administrativo en las oficinas de la Asociación de Banderilleros y Picadores españoles, durante siete años, hasta que me jubilé definitivamente”.

Ángel es un gran aficionado al deporte, ya que en su profesión de banderillero es fundamental la preparación física. Sobre ello, refiere lo siguiente: La práctica de ejercicio me venía fenomenal. Me gusta caminar (el deporte que más practican los toreros), montar en bicicleta (tanto de carretera como de montaña), el piragüismo en kayak y nadar (especialmente en el mar)”.

En varias de nuestras charlas aparece el tema de “El Camino de Santiago”: Una de las experiencias que me han marcado durante la vida es, sin duda, “El Camino de Santiago”. No sé explicar los motivos, pero tiene una mezcla de aventura y de algo mágico, religioso, espiritual, que te hace pensar, reflexionar, conocerte a ti mismo, descubrir tus límites. Es hacer un viaje al interior de ti mismo y aprender a conocerte de verdad.

En el camino te ocurren tantas cosas, tienes tantas experiencias y conoces a tantas personas de toda clase y condición, que cuando lo terminas te sientes  lleno y realizado. Percibes que has recargado las pilas a tope y que te has convertido en una persona nueva, llena de paz interior.

He finalizado siete veces “El Camino de Santiago”. Dos de ellas: una andando y otra en bicicleta, desde Roncesvalles, que es el camino francés; y la otra en bicicleta, desde mi casa en Fuenlabrada, que es el camino de Madrid.- Las demás las he realizado andando: el camino portugués desde Valenza do Miño, el camino primitivo desde Fonsagrada, el camino Sanabrés y, la última, el camino inglés desde la Coruña. En tres ocasiones fui acompañado de un amigo y, el resto, lo hice en solitario”.

Persona inquieta, llena de proyectos y de actividades como el arte y el mar, junto a la familia, especialmente sus nietos, le llenan las veinticuatro horas del día, durante todo el año. Sobre la pintura nos dice: Desde pequeño me gustó mucho dibujar y pintar. En el colegio gané algún concurso. Después lo aparqué, y lo he retomado no hace mucho tiempo. He vuelto, por tanto, a sentir la emoción de crear con tus manos y de disfrutar haciendo lo que te gusta. Al estar pintando un cuadro estás feliz, entregado plenamente a tu obra. Se enriquece tu sensibilidad y puedes estar horas delante del lienzo, ya que pierdes la noción del tiempo. Reconozco que soy un poco “Guadiana” y que, por ello, a veces, cuelgo los pinceles, hasta que las musas vuelven a mí. En la actualidad estoy en un periodo gratificante, siguiendo cursos de perfeccionamiento y pintando.

Sabes que el mar es otra de mis pasiones. Me encanta zambullirme en las incomparables aguas de Benidorm; bucear mar adentro, admirando su fauna y flora; navegar en kayak por su litoral; disfrutar su extraordinario clima; pasear por sus finas arenas y sus cercanas montañas; saborear su variada gastronomía o admirar sus amaneces y puestas de sol.  Si  todo esto lo disfrutas con la familia y con las personas que has conocido, bajo la sombrilla, te aseguro que, con el paso del tiempo, las sientes como parte de tu familia y que, con ello, ya tenemos la combinación perfecta”.  

La vida nos cambia en determinados momentos. Eso es, precisamente, lo que le ocurre a Ángel Luis cuando llegan hasta él sus hijos y nietos para pasar unos días juntos. En ese momento, cesa por completo su intensa actividad y no tiene más horizonte que el que le plantean sus nietos.  Para mí, como padre, mis hijos han sido lo más importante en la vida. A ello he entregado todos mis esfuerzos y cariño. No sé si lo habré hecho mejor o peor pero, el hecho de ver que mis dos hijos son buenas personas, hace que me sienta plenamente satisfecho. En cuando a mis nietos, eso son palabras mayores. Son mi debilidad. Nunca imaginé que se les pueda llegar a querer tanto. ¡Qué va a decir un abuelo  que, encima, es muy niñero y al que se le cae la baba con sólo mentarlos”.

Han sido varias las aficiones que nos ha dejado Ángel en su charla. Por ello, no quiero finalizar sin preguntarle si ha dejado alguna más en el tintero:

En mi casa, cuando era chaval, me decían que era un “catacaldos”, al que le gustaba hacer de todo. Soy de naturaleza inquieta y aventurero. Me gusta la naturaleza y descubrir cosas nuevas; también la arqueología (aunque no la he profundizado) y la lectura. La novela histórica es, especialmente, la preferida por mí”.

Éste ha sido nuestro encuentro, una mañana intensa bajo la sombrilla, en las primeras horas matinales, cuando el silencio y la calma del mar son buenos compañeros para abrir los sentimientos y el corazón. He podido acercarme a los recuerdos de los juegos de infancia de Ángel Luis y  cómo surge en él su afición taurina, su época de novillero, las cicatrices de las tardes aciagas de las cogidas, los momentos de dolor y la angustia de su esposa e hijos hasta llegar al hospital donde se encontraba. También a los aplausos y a la obligación de saludar y “desmonterarse” ante unos antológicos pares de banderillas en distintas Plazas de Toros; a los distintos matadores a los que ha acompañado en las temporadas americanas o españolas, especialmente las últimas con Cayetano; a su defensa de la fiesta de los toros, su pasión por los toreros de arte y sus deportes favoritos; a la paz interior al recorrer varias veces el  Camino de Santiago; a su amor por el mar y la pintura; a su entrega como padre y esposo y, especialmente, a las cosquillas que siente en el estómago cuando llegan los nietos para estar unos días con la familia;  y, cómo no, a la sincera amistad que se logra, a lo largo de los años, compartiendo lugares cercanos junto a la quietud del Mediterráneo.

FUENTE: M.L.F.

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