POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)

Los adornos luminosos de Navidad van cambiando el perfil y las nubes han tomado cartas de naturaleza, nubes sin angelinos, en realidad ingenuos cumulo-nimbos que anuncian tormentas de algodón. Los símbolos cristianos tienden a remitir; sin embargo, en la calle Uría, epónimo de nuestro desarrollo urbanístico y comercial, brilla la cruz, la Cruz Angélica, la cruz griega con un disco central del que parten los cuatro brazos iguales y patados, es decir, que se van ensanchando levemente en línea recta. Un vía crucis aéreo e incruento, una vía láctea de andar por casa, con la Cruz de los Ángeles, sin ángeles; ya dijimos que los ángeles están proscritos para no provocar al demonio; ni Luzbel ni Gabriel, ni cenizos ni buenas nuevas. Nos aproximamos a la Navidad laica; ha desaparecido la estrella de Belén pero me choca que no luzcan en el Bombé la Osa Mayor y el jabalí.

Fuente: http://www.lne.es/