POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La fractura de un dedo del pie me obliga a hacer montañismo de salón; es decir, voy al gimnasio y ejercito toda la parte del cuerpo que no está rota para que circule la sangre, para que lo sano contagie a lo achacoso, lo entero invada lo quebrado, la salud triunfe sobre el deterioro. En el gimnasio, como siempre y como en todos los gimnasios del mundo, encuentro al inveterado animador (también hay animadora) que se pasa la mañana recorriendo cada negociado, cada una de las máquinas y maquinistas, de tren superior, de abdominales, poleas de dorsales, press de pectorales, glúteos…, todo lo recorre; su versatilidad entra en las conciencias sudorosas de los usuarios para criticar a Pedro Sánchez vía intramuscular y, sobre todo, se exhibe a voz en grito; urbi et orbi cuenta sus viajes Imserso, la fría mar de Málaga, lo mal que comen en Madrid… No hay derecho a que sus seres queridos lo echen de casa tan temprano.
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