POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (CANARIAS)
Consideraciones generales
La presencia de canarios en Luisiana a consecuencia de la leva llevada a cabo a partir de 1778 hasta 1783 ha sido suficientemente estudiada, tanto por historiadores españoles como estadounidenses, asociaciones y particulares del actual estado de Luisiana en el último tramo del río Mississippi, descendientes de los más de 2.000 canarios que allí se establecieron con una media de cuatro personas por unidad familiar.
Es notorio el entusiasmo e interés que en la actualidad manifiestan la mayoría de estos ciudadanos americanos en la investigación y estudio de sus ancestros y en el conocimiento de los familiares que aquí quedaron, a través de estudios genealógicos, que el cronista que suscribe tuvo ocasión de comprobar en la embajada que un grupo de descendientes de aquellos colonos realizaron en el año 2002 a los municipios de Ingenio y Agüimes, localidades que por la época que narramos formaban una sola unidad jurisdiccional en lo que se llamó el Señorío Episcopal de Agüimes. En Ingenio tuvimos ocasión de apreciar su sentimiento por la tierra de sus antepasados y la conservación de un idioma residual con modismos canarios de aquella época, usos y costumbres que desde aquí fueron llevadas, al tiempo que entregamos personalmente al Alcalde de San Bernardo la transcripción en español e inglés de varios protocolos notariales de la escribanía de Agüimes de aquellos años que se custodian en el Archivo Histórico Provincial, los cuales hacen referencia al nombramiento de sus representantes legales, disposiciones y ventas de sus bienes y otras consideraciones.
Antecedentes
Se debe considerar que el carácter de este fenómeno migratorio, tanto el llevado a cabo en San Antonio de Texas en 1731 como el de Luisiana, en el que nuestras islas tienen un especial protagonismo y responde a una circunstancia especial diferenciada, puesto que no se realiza por iniciativa particular, claramente restringido, para viajar y establecerse en los “Reinos de Indias”, en busca de fortuna con la intención en muchos casos de ayudar a las familias que aquí quedaban, sino que fue promocionado y financiado por la Corona Española para una colonización tardía a la misma vez que defender unos territorios inexplorados que hoy forman parte de la zona meridional de Estados Unidos, donde países como Inglaterra y Francia tenían claros intereses, al igual que las recién independizadas colonias inglesas. Es por ello que estos reclutas-colonos debían responder a un claro perfil colonizador: estar sanos y comprendidos entre los 17 y 36 años, con preferencia de casados con mujeres e hijos, a los que se les ofrecía tierras, alojamiento, aperos de labranza, armas y emolumento económico. No faltaron voces discrepantes que protestaron por tal proyecto al considerar el despoblamiento de parte de la población joven activa del archipiélago, ya de por sí maltratado por las plagas, hambrunas y epidemias. Una vez establecidos los lugares de enganche en las distintas islas fueron muchos los canarios que acudieron a alistarse para luego partir en distintas expediciones desde Santa Cruz de Tenerife hasta su destino en Nueva Orleans en barcos fletados para tal fin (1778, 1779 y 1783).
Los reclutas y sus familias
Pretende este trabajo conocer algunos aspectos poco tratados como son el origen, condición social y los lugares donde vivían y como se desprendieron de los bienes que tenían estos soldados-colonos encuadrados en el llamado Regimiento de Infantería de la Luisiana, junto a sus familias, hasta la llegada a su destino y en algún caso su establecimiento y primeros tiempos en su devenir en la nueva tierra. Hemos escogido para ello cuatro familias con cuatro reclutas al frente y catorce acompañantes (esposas e hijos) con un total de dieciocho personas, vecinos de lo que por aquel entonces eran los barrios de Ingenio, la Pasadilla y Carrizal que hoy conforman el municipio de Ingenio. De todos se desprende que era familias modestas con algunos bienes en tierras y agua, dedicados en general tareas agrícolas y ganaderas, bienes que en su mayoría fueron enajenados antes de la partida.
La Pasadilla
Unidad familiar compuesta por el recluta Pedro Guedes al que acompañaban su segunda mujer Isabel de Sosa y sus dos hijos: Sebastiana Caballero de 22 años, fruto de su primer matrimonio con María Caballero, y José de 7. Partieron de Santa Cruz de Tenerife para Nueva Orleans en la polacra española la Victoria el 22 de octubre de 1778, completando 292 personas a bordo.
Con anterioridad, por el año 1772, Pedro Guedes e Isabel de Sosa, junto con Antonio Guedes y María de Sosa, como vecinos de la Villa de Agüimes, residentes en la Cumbre donde nombraban Roque de Juana de Trejo, venden a Salvador Rodríguez de Sosa, de la misma vecindad, la tercera parte de un “granerito sollado” en una cueva, un pedacito de hacienda con parras y hierbaje sobre el molino de Guayadeque y un pedacito de tierra labradía con arrifes en el Lomo de Caballos de la Cumbre. Con fecha 22 de septiembre de 1778, Pedro Guedes e Isabel de Sosa, marido y mujer, manifiestan que son vecinos de la Villa (Agüimes), residentes en la Pasadilla y que por “cuanto nos hallamos próximos para con el favor de Dios hacer viaje a los Reynos de la Nueva Luisciana, en cuyo Regimiento nos hayamos reclutado”, se desprenden de sus bienes. Pedro Guedes lo hace previa licencia judicial del Alcalde Ordinario de Agüimes, D. José Espino de la Cueva al vender distintos bienes propiedad de su hija, menor de 25 años, heredados de su difunta madre en una séptima parte a los herederos de D. Francisco Falcón Caballero, vecino de la Villa de Agüimes y constan de: un pedacillo de hacienda y agua para su riego en el pago de Barranco Hondo; un pedazo de cercado en la misma Villa en el paraje del Rosal, juntamente con la séptima parte de cuatro horas de reloj de agua del heredamiento de Santa María para su riego; tres suertes de tierras labradías de sequero en la Meseta de Espino, Mesa de los Pinos y el Areñul; tierra labradía y montuosa en los Guaniles junto al barranco de Guayadeque; dos suertes labradías de sequero en la Vega de Piletas, lindantes con el barranco de Balos; suerte de tierra en el paraje de la Goleta y en la Cuesta de Mireles de Agüimes; lo bajo de una casa con su sitio en el barrio de Arriba de Agüimes, todo ello en 40 pesos corrientes.
Isabel de Sosa declara que es dueña de la quinta parte de tres suertes de tierras labradías, legadas por sus padres José Rodríguez y Juana de Sosa, que constaban en la partición que su padre realizó entre sus cinco hijos, de bienes que habían sido de su abuelo Cristóbal Rodríguez, autorizando a su madre a enajenar dicha tierra en caso de necesidad, dimanada de enfermedad o indigencia para que pudiera pasar su vejez con alivio, y en caso de conservar dicha quinta parte, a su fallecimiento se debía repartir entre sus tres hermanos vivos: Salvador, Domingo y Antonia y en su defecto a sus tres sobrinos. Ambos cónyuges no sabían leer ni escribir.
Carrizal
Se han localizado dos familias, compuesta la primera por Juan Viera, su esposa Dominga Ojeda y sus hijos: María del Buen Suceso de 17 años (bautizada el 22 de marzo de 1761), Rosalía de 13 e Isabel de Candelaria de 8. La segunda por el recluta Antonio Santos Hernández junto a su segunda esposa María del Pino Viera.
Juan Viera era hijo de Simón Viera e Isabel Caballero, y Dominga Ojeda de Juan Romero y María Ascensión Ojeda. Se habían casado en la Iglesia Parroquial de San Sebastián de Agüimes el 16 de julio de 1759. Con anterioridad, Juan Viera contrajo primer matrimonio en la misma parroquia con María Guillama, hija de Andrés Lorenzo y Gregoria Sánchez, el 10 de diciembre de 1741. Se da el caso que María del Pino Viera también es hija de Juan Viera, pero conforman dos unidades familiares diferentes al estar casada. Ambas familias partieron desde Santa Cruz de Tenerife el 22 de octubre de 1778 en la polacra la Victoria y se instalan en Luisiana en Terre aux Boeuf de San Bernardo.
Años atrás, entre 1772 y 1773, el matrimonio Juan Viera y Dominga Ojeda, junto a José, hijo del primer matrimonio de Juan Viera, residentes en el “pago del Carrizal” vendieron al todopoderoso terrateniente Coronel de las Milicias Provinciales de Telde D. Antonio de la Rocha, un pedazo de tierra en las Rosas del Carrizal de 4 celemines, la mitad de Juan Viera heredado de sus padres y la mitad de su mujer. A la misma vez compraron a Miguel Viera e Isabel de la Peña, de la misma vecindad, media cuarta de agua del heredamiento de las Majoreras en 350 reales.
Todos se desprenden de sus bienes antes de partir. Antonio Santos lo hace de manera particular como vecino de la Villa de Agüimes, residente en el barrio del Carrizal y “recluta en el Regimiento que pasa al Reyno de la Nueva Luisciana” al vender con fecha 22 de septiembre a Nicolás Pérez Artiles de la misma vecindad, un pedazo de cercado compuesto de tierra calma de 5 celemines en el paraje de las Rosas del Carrizal en 27 pesos. Firmó el documento, lo que prueba una cierta posición social, ya que eran muy pocos los que sabían leer y escribir.
En la misma fecha, en un segundo documento, esta vez junto a su hija María del Pino Viera y su esposo Juan Viera como autorizante, venden a Julián González de Betancourt de la misma vecindad: dos fanegadas y media de tierra calma en las Rosas del Carrizal en 100 pesos corrientes; la mitad de una cuarta parte de un día y una noche de agua cada 36 días por el heredamiento de las Majoreras en 65 pesos; otro pedazo de tierra calma en el Carrizal junto al albercón de celemín y medio en 23 pesos; solo firmó Antonio Santos. Como curiosidad se reseña la declaración de María del Pino Viera la cual después de haber obtenido la licencia conyugal para vender, manifiesta que no ha sido atraída ni atemorizada por su marido y lo hace por su libre voluntad “para habilitación de mi transporte y del dicho mi marido a dicho Reyno de Luisciana”. Juan Viera de forma particular vendió a Antonio Benítez, de la misma vecindad, un pedacito de tierra labradía de dos celemines situado en el Carrizal por 20 pesos; “lo vendo con el fin de reducirme al Reyno de la nueva Luisciana en el Regimiento que se ha formado para ello, en el cual me hallo reclutado, juntamente con mi familia”.
Hemos conocido personalmente en los últimos tiempos a la ciudadana estadounidense señora Jean Hodgson Nauman que ha visitado Agüimes en muchas ocasiones, descendiente de aquella jovencita Isabel Antonia, nacida el 12 de junio de 1767, quien tuvo tres maridos y una historia interesante en su nueva tierra. Se casó en Luisiana con Miguel Macías, también emigrante de Valsequillo de su misma edad en 1788. Posiblemente se conocieron en la fragata San Ignacio de Loyola, viajando Miguel junto a sus padres Luis Macías y Tomasa de Borjes (Tomasa María de Santa Ana de Orgaz, según otra fuente) y sus hermanos: Francisco de 13 años, José de 9 y Francisca Antonia de 3. Se sabe que Juan Viera tiene descendencia en la actualidad en Luisiana pero el apellido se ha perdido, sin embargo la saga de los “Viera” en Carrizal son en la actualidad numerosísimos y muy reconocidos, destacando en el campo del comercio, transporte, industria del pan, deportes, producción de sal…
Ingenio
Familia compuesta por Francisco Antonio Alemán, su mujer Sebastiana Sánchez y sus cinco hijos: Isabel de 6 años, María de 6, Antonio de 3, Juana de 18 meses y Matías de 5 meses. Miembros del Regimiento de Infantería de la Luisiana que embarcaron el bergantín español San Pedro en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife para el de La Habana con destino a los Batallones de la Luisiana el 8 de mayo de 1780, a excepción de Sebastiana Sánchez.
Francisco Antonio Alemán, vecino de la Villa de Agüimes, residente en el pueblo del Ingenio, mayor de 25 años, previamente con fecha 26 de agosto de 1779, ante el escribano de la Villa de Agüimes, vendió a su cuñado Francisco Sánchez Romero toda la acción que le pertenecía por representación de su padre y madre Juana García López: un cercado de tierra calma de dos celemines con una higuera en el Ingenio donde decían el Cercadillo con una casa terrera de gañanía y corral y una hora de agua del heredamiento Acequia Real de Aguatona para su riego, que había sido de su padre y de su hermano José Alemán que se la donó “al tiempo de partir a los Reinos de Luisiana a donde yo también estoy dispuesto hacer viaje con el favor de Dios pues me hallo reclutado en el regimiento fijo”; un pedazo de hacienda de arboleda y tierra calma de tres celemines en el barranquillo del Ingenio por encima del Llano de la Cruz, junto al camino real que iba para la ciudad; trozo de tierra labradía de sequero en el paraje de Martín Pablo de Vega Castaña; pedacito en Rosiana de Vega Castaña labradía de sequero; 2/6 de un pedacito en la Costa de Gando en el paraje de la Cardonera de Margaría de 15 celemines, lindante con el camino de la Madera; 2 /6 de una suertecilla de tierra en la Montañeta del Indio del Cardonal en la jurisdicción de Telde de dos fanegadas. Todo ello en precio de 171 pesos y real y medio. En este documento manifestó que no sabía firmar.
Su esposa Sebastiana Sánchez, que también estaba enrolada, no pudo realizar el viaje ya que, según su versión, estando en Tenerife tuvo que regresar de nuevo a Canaria a su domicilio “del Ingenio” para preparar algunas cosas para el viaje que luego no pudo realizar. Sin embargo, en una nota insertada al final de la lista de embarque en Santa Cruz Tenerife el 8 de mayo de 1780 se indica que la mujer de Francisco Alemán desertó la noche antes del embarque. Habiendo transcurrido tres años de la ausencia de su marido en “los Reynos de Indias en la recluta dirigida a la Nueva Luisiana” y por cuanto se hallaba desamparada, sin arbitrios ni medios para poderse alimentar, se vio en la obligación de acudir al Alcalde Ordinario de Agüimes, D. José Espino de la Cueva, por marzo de 1783 en solicitud de licencia judicial, para vender bienes de su propiedad heredados de su abuela María Espino, ya que no podía hacerlo sin la preceptiva autorización de su esposo. En virtud de tal licencia vende a Fernando Sánchez Francés con fecha 24 de marzo de 1783 la parte que le correspondía en una suerte de tierra labradía de sequero de 2 fanegadas en el Florido de Vega Castaña; el mismo derecho de una fanegada en el Cardonal de Telde; hacienda de árboles frutales en el Valle de Aguatona, bajo su heredamiento principal con un día de agua por las sobras del barranco de dicho Valle y la cuarta parte de un día por el heredamiento principal de la Madre. En precio todo ello de 120 pesos 5 reales y 7 maravedíes. No firmó el documento por no saber.
Posteriormente pudo ser autorizada para viajar y reunirse con los suyos al haber sido incluida en una Real Orden, extendida por el Rey Calos III, por no haberlo podido ejecutar “cuando marcharon sus maridos” en la última remesa de reclutas de Luisiana, constando que embarcó sola desde Santa Cruz de Tenerife el 28 de abril de 1784 en el bergantín español San José, en cuya lista de embarque se indica que no pudo hacerlo con su esposo “por la precipitada marcha del convoy”.
Del reclutamiento y viaje a Luisiana de José Alemán, hermano de Francisco Antonio, que se menciona, no se ha encontrado ninguna referencia en las listas de embarque anteriores a la partida del bergantín San Pedro, sí que existe un José Alemán que viajó solo pero en la fragata Margarita el 28 de julio de 1783, sin que se pueda precisar con certeza que se trata de la misma persona.
El Archivo General de Indias con las listas de embarque, Archivo Histórico Provincial de las Palmas en su sección de protocolos notariales, Archivo Histórico de la Parroquia de San Sebastián de Agüimes, en sus Libros Sacramentales, alguna bibliografía y testimonios, nos han ayudado a componer una página más de una comunidad americana forjada a lo largo de más de dos siglos que tiene su origen en las Islas Canarias y en este caso particular en el municipio de Ingenio en el sur de Gran Canaria.