POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBON (BADAJOZ).
Hay cocina llamada alta, nueva, de vanguardia, deconstruida, de fusión… También hay gastrobares y neotabernas ¡Madre de Dios! ¿Y de menú? “Buñuelos del bosque y castañuela ibérica espumada al romero fresco”. “Calabacín relleno de marisco gratinado con rulo de cabra y vinagreta de arándanos”. “Helado de queso con aderezo caliente de brioche sobre salsa de ciruelas”.
En los vinos puede tomar un “Oremus tokaji Aszú 3 puttonyos”. ¿Toca qué? Con estos nombres descriptivos usados por muchos restauradores modernos resulta imposible imaginarse nada, antesala de un homenaje. Otra cosa es cuando oyes o lees “fabada asturiana”, “cocido madrileño”, “migas extremeñas”, “huevos fritos con chorizo”… Entonces, los jugos gástricos comienzan a aplaudir con una ovación solo posible de mitigar con un buen aperitivo.