POR MANUEL LOPEZ FERNANDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
Antonio nació en el término municipal de Villanueva del Arzobispo, en1954, a unos cientos de metros del Pantano del Tranco, en el término de Hornos de Segura. Ha desarrollado su profesión periodística en Murcia y posteriormente dirigió el diario “El Faro de Ceuta”. En radio, primero en Cadena Rato, germen de Onda Cero, donde ha permanecido en total treinta y tres años. Jubilado desde 2018, reside en Córdoba, escapándose hacia el Tranco, en numerosas ocasiones para empaparse de su tierra y de sus gentes.
El libro con trescientas páginas, impreso en los talleres Digital asus, tiene en la portada una magnífica pintura de Santi Sandoval Rubira, que plasma la belleza del Pantano y de sus paisajes cercanos. Numerosas fotografías en blanco y negro nos acercan a lugares, personas y tradiciones
El prólogo lo ha escrito Lope Morales Arias, perfecto conocedor de la trayectoria personal y profesional de Antonio y nos indica:” …dos han sido las querencias que han marcado el camino a nuestro autor: La familia- hoy son los nietos los que ocupan el lugar preferente- y “la sierra”, que evidentemente es mucho más que lugares o paisajes y el elemento principal la gente. La gente del Tranco y de las aldeas o ventas cercanas que es la verdadera protagonista de esta historia…”
El libro está dividido en tres partes: a) Vidas borradas, el antes, durante y después del lugar, y sus moradores, así como su forma de vida, la orografía y la transformación del lugar; b) Costumbres borradas: la despoblación de las aldeas, cortijos y todo lo que les acompañaba, borradas para hacer el Coto Nacional de Caza. Fue la despoblación programada al prohibir el medio de vida practicado durante generaciones; c) Diccionario serrano, más de seiscientas palabras, que fueron parte de la vida laboral y social del entorno hasta el último cuarto del siglo XX.
Un inmenso trabajo que nos permite conocer y queda, como eterno testimonio, la construcción del Pantano, el poblado que surgió, su nombre, ingenieros, técnicos, trabajadores, y las dificultades para su construcción. Nos acerca a los numerosos cortijos y núcleos existentes, más las ventas, para que las gentes del lugar pudieran adquirir, los víveres y enseres más necesarios,.que había en todo el término. Las ventas de Foro, de los Agustines,,; lugares como, La Hoya de los Trevegiles, hasta La Cañada de los Caballeros. En la descripción de estos lugares, acompaña una intensa recogida de datos de todas las familias que residían, con sus nombres y apodos así como los lugares a los que partieron al tener que abandonar sus viviendas.
Nos introduce en la vida del lugar con aquellas personas singulares, que inicia con Miguel el “Herrerillo”, Antonio Leal, el médico, Juan Magaña, bar y fonda, Encarnación “la Francesa”, el cura,- hubo varios- pero resalta a D. José Antonio Guérez, Doña Pepita, una de las maestras, con una descripción de su aportación y ayuda a los vecinos.
Levanta su voz para criticar la forma y maneras con acoso y hostigamiento hacia los moradores en cortijos y pequeños núcleos para su expulsión para el Coto Nacional de Caza para solaz de las oligarquías franquistas y posteriormente con la llegada de los socialistas en 1982, que siguieron hostigando a los pocos moradores que quedaban. Cita los numerosos cortijos, cortijadas y aldeas que fueron desapareciendo, Bujaraiza, Las Canalejas…; analiza la grave disminución del número de habitantes de la Sierra de Segura, con un censo en los años setenta de 54.900 habitantes a 27.364, por lo que el Parque Natural no ha sido la panacea, convirtiéndose en una rémora que ha estrangulado las modestas economías.
Continúa, Antonio enumerando y explicando los trabajos que se realizaban en el monte : pineros, hacheros, ajorraores, alquitraneros, miereros, resineros, recoveros, caleros, capaores…destacando el papel de la mujer como el alma de la casa, pero compañera de largas jornadas en las tareas agrícolas. No deja el autor el recuerdo de todas las tradiciones, bodas, matanzas, “las cencerrás”… o los bolos serranos como deporte autóctono. Ya en la tercera parte nos introduce en el Diccionario Serrano, con más de seiscientas palabras ordenadas alfabéticamente: adorro, barja, chuminá, solaje, rondines… Al final una amplia lista de autores y obras, que han abierto la senda de los recuerdos.
Una suerte para el Pantano y sus gentes y para los amantes de las tradiciones, el que Antonio Arroyo Serrano, haya trabajado intensamente para que quede impreso este excelente trabajo de investigación de lo popular y tradiciones y que haya manifestado su protesta ante las diferentes administraciones, por la responsabilidad en que todos los habitantes tuviesen que dejar sus tierras y sus bienes.
FUENTE: M.L.F.