ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (CANARIAS), BUCEA EN LA HISTORIA DE LAS CARNESTOLENDAS LOCALES
Feb 09 2017

«LOS DE ANTES ERAN UNOS CARNAVALES MÁS ABIERTOS, DIVERTIDOS Y CONTESTATARIOS»

Durante su exposición, González Padrón se apoyó en toda una serie de recortes y fotografías históricas (Foto Jesús Ruiz Mesa)
Durante su exposición, González Padrón se apoyó en toda una serie de recortes y fotografías históricas (Foto Jesús Ruiz Mesa)

La amena charla sobre la evolución histórica del Carnaval de Telde que esta tarde pronunció en la Casa-Museo León y Castillo el cronista oficial de la ciudad, Antonio María González Padrón, no dejó a nadie indiferente.

Ante un patio de butacas prácticamente lleno, el también director del centro museístico dedicado a los hermanos León y Castillo buceó entre recortes de prensa y datos históricos para explicar cómo las carnestolendas locales han pasado de ser unas juergas mucho más abiertas, familiares, económicas y contestatarias (incluso durante el franquismo, a otras más comerciales y controlada por el poder.

Gozález Padrón ahondó en la temática con todo lujo de detalles, sacando a relucir aspectos para muchos desconocidos y graciosas anécdotas que arrancaron más de una sonrisa entre los presentes.

Recordó cómo se “corría” el Carnaval antaño, haciendo uso de cualquier trapo o reciclando objetos cotidianos para la confección de los disfraces. También explicó que antes no se celebraba pregón, como ahora, sino que los festejos arrancaban con la mojiganga, un desfile de papahuevos que a modo de cabalgata partía desde el Parque Franchy y Roca y llegaba hasta San Juan.

Por último, apuntó que quienes llevaron el Carnaval hasta el capitalino barrio de La Isla fueron las 150 familias de Telde y Agaete que durante una época fueron a vivir a Las Palmas de Gran Canaria para participar en la construcción del puerto diseñado por ingeniero teldense Fernando de León y Castillo.

Breve historial del Carnaval de Telde: Del “Me conoce mascarita” a las fiestas de invierno

Por Jesús Ruiz Mesa

A propósito de las semanas próximas que tenemos marcadas en el almanaque como días de Carnaval, y ante los programas en los medios informativos, prensa, radio, y televisión, que ya proyectan los concursos, festivales, certámenes, y competiciones de Murgas de los Carnavales 2017, cada vez más sofisticados, con más competencia tanto personales como de colectivos en los que manifiestan el máximo de expresión artística creando una motivación cultural de primer alcance nacional e internacional, muy favorable a nuestro turismo, hemos tenido que recorrer un largo camino para llegar a disfrutar de estos grandes espectáculos, verdaderos shows de color, música y diversidad de actos que celebramos en todas las islas en las carnestolendas de cada año.

Programas que desde las Concejalías municipales responsables de la fiesta, empresas colaboradoras, colectivos, agrupaciones, clubes, y otras colaboraciones, se elaboran con sumo cuidado y respeto por la calidad y diversificación escénicas en las propuestas en torno al motivo cultural elegido en cada edición. Han pasado años desde aquel Festival de Invierno hasta el Carnaval actual que celebramos en todos los puntos de la isla, con verdaderos programa de lujo dedicados a la Gala de la Elección de las Reinas del Carnaval, Galas Drag Queen, Concursos infantiles de murgas, Cabalgatas y Entierros de la Sardina, con los que culmina el tiempo de las Carnestolendas, dejando atrás a Don Carnal, con el relajo, albedrío, placeres terrenales y demás asuntos festivaleros, colgar el disfraz, el traje o la simple careta de aquella ¿mascarita me conoce? para dar paso al tiempo de Cuaresma, días de recogimiento o vacacionales de Semana Santa que nos llegarán por el mes de abril, ya entrada la Primavera.

Estas fiestas, prohibidas durante la dictadura, ya se empezaron a denominar Fiestas de Invierno, escondiendo la realidad de su celebración por parte de la sociedad que siempre encontraba el motivo, la ocasión, el lugar y la compaña para divertirse, pasárselo bien y entrar en una dinámica festiva vacilona, que en plena calle, claro, durante la noche, o en aquellos salones de baile de las Sociedades de Recreo y Diversión heredadas de la República o antes de la Guerra Civil, en las reuniones familiares, o en otros centros donde estar más de tres no era pecado, fueron capaces de resistir los embates de las ordenanzas, leyes y demás ajustes de cuenta y llamadas al orden establecido por aquellos años. Bien, por aquel entonces no se iba al Carnaval, no se disfrazaba uno o no nos reuníamos para ir a tal pueblo, a tal baile, o a tal paseo, se Corría el Carnaval.

Con esta introducción el jueves 9 de febrero tuvo lugar en la Casa Museo León y Castillo de Telde, la conferencia “Breve historia del Carnaval de Telde y la comarca sur de Gran Canaria”, impartida por el director conservador de dicha institución museística dependiente del Cabildo de Gran Canaria, y Cronista Oficial de Telde, Antonio María González Padrón que condujo al público visitante que llenaba el salón de actos por los ancestrales caminos de las manifestaciones de carnaval a través de los tiempos y más cercanos a los nuestros.

El carnaval que se celebra en la Europa Mediterránea procede del mundo del que formamos parte seamos o no creyentes, seamos o no cristianos o católicos, herencia del mundo judeo cristiano y nuestras tradiciones van por el mundo clásico greco latino, pero también con las costumbres judaicas que nos llegan por el cristianismo.

Según imágenes rescatadas en los años cuarenta ya había carnavales en Telde aunque prohibidos por el gobierno de la nación, y no precisamente bajo el punto de vista de la moral o de la ética sino por la cuestión de posibles ajustes de cuentas bajo disfraces. El Obispo Pildaín Zapiain un hombre que fue justo para unas cuestiones de solidaridad, justicia y acercamiento a la sociedad de entonces, prohibió el carnaval. Por lo que las gentes con la prohibición religiosa, política y gubernativa, el carnaval no se hacía en la calle, en lugares públicos, pero si en algunas casas particulares, sociedades de recreo, con la discreción suficiente para pasar inadvertidos. Pueblos conocidos que celebraron con verdadera afición carnavalera desde largo tiempo extendidos por el sureste de la isla, Agüimes, Ingenio, Las Tirajanas, Valsequillo y Telde.

Alcaldes de Telde como D. Manuel Álvarez que logró unificar las tres Bandas de Música de la Sociedad La Republicana, La Jarca y de San Juan, trayendo los instrumentos de Sevilla, para formar la Banda Municipal de Música de Telde, que siempre estuvo unida al carnaval como tal Banda, como charanga que animaba el carnaval. Don Miguel Benítez, el segundo alcalde que tuvo el Régimen permitiendo el baile de carnaval por su motivación de unir socialmente a las propias gentes de San Gregorio y San Juan, permitiendo la sociabilidad de las personas. D. Manuel Amador, alcalde y uno de los hombres importantes que debido a su gran conciencia social, cívica y un amante de la cultura, Telde pudo abrir su primera Biblioteca comarcal del Sur, fundador de la Biblioteca Pública de Telde y primer cuidador que tuvo la Casa Museo León y Castillo. Plantea en el año 1967-68 crear las fiestas de carnaval con el sobrenombre de Fiestas de Invierno. Esto significó sacar el carnaval y su fiesta a la calle y mostrar la alegría con las cabalgatas. A partir de 1979, en la democracia ya se hace un carnaval distinto en la época del alcalde Santiago Aureliano Castellano.

Carnavales que fueron cambiando desde sus primeras manifestaciones transgresoras, a veces irrespetuosas, contestatarias, satíricas, grotescas y burlonas, con vestimentas que primaba la tendencia a la expresión y exteriorización femenina, ridiculizar o llevar a la hilaridad todo lo relacionado con la homosexualidad, a todo lo que fuera diferente, la crítica y el humor bajo el secretismo del disfraz y el anonimato. No dejaba de ser una intención primaria de liberarse de las propias trabas de lo prohibido.

El carnaval se fue oficializando apartándose de lo antiguo, de lo individual y del pequeño grupo, el primer día se impartía el pregón, la elección de la reina de las fiestas, fiestas, cabalgata y carrera de tacones, la fiesta se doméstica y se politiza, ya no hay carnavales, se convierte en El Carnaval con unas características similares de programa festivo en todos los lugares, con algunas diferencias de tipo etnográfico y de costumbres populares.

En Telde había un recorrido urbano clásico desde el Parque Franchy Roca, antes de León y Joven, la Plaza de Los Llanos y la antigua Alameda de San Juan. Sociedades que hicieron posible el carnaval en muchas etapas antes de y durante la dictadura: La Republicana, La Jarca, de cuya unión más tarde surge La Fraternidad. La Sociedad de Agricultores y Obreros de El Calero, que conocemos por la Sociedad Cánovas del Castillo, en el Callejón del Castillo. Casino La Unión, ubicado originalmente en la actual calle de Pérez Galdós, y más tarde a la casa de los Ojeda en la Plaza de San Juan. Sociedad La Diversión de Lomo Magullo, y la Sociedad de Agricultores y Obreros de San Antonio de El Tabaibal. La Sociedad Cánovas del Castillo, del Callejón del Castillo, así como la de Agüimes fueron las sociedades que mejor guardaron el secreto del carnaval de aquellos años.

Noticias en prensa, periódicos de la época, hay varios, en los que se habla de estas fiestas de carnaval a finales del XIX, en 1880, 1890, el Ómnibus, El Liberal. De los de 1913, donde hablan de Telde como una ciudad muy carnavalera, “se celebró el carnaval en el pueblo de Telde, todo muy bien dentro del orden, estricta disciplina, las personas del lugar se portaron bien, no hubo trabajo para los dos guardias municipales, pero no obstante, ellos diligentes estuvieron al cuidado de que no sucediera nada, al que no se le vio fue al inspector”. En otra noticia describen: “Los carnavales de Telde, en este pueblo estuvieron muy animados, divertidos, mucho baile, mucha parranda, comparsas por las calles, cantares populares, todo un contento”. Nos hablan así hasta el año 1936, después no se habla nada hasta el año 1942, a partir de aquí las noticias son muy discretas tales como “Bailes en Telde”. A partir de 1955 Fiestas de Invierno. Fueron famosas las Bandas de Música en Telde, sagas de gremios y familiares como los Falcón. A partir de entonces la sociedad va cambiando en sus formas de vida, progresando y caminando por la democracia recién estrenada, y por sus ámbitos sociales adaptándose igualmente en sus manifestaciones, una de ellas el Carnaval.

Anécdotas llena de gracias y otras las menos con el lanzamiento de huevos podridos, o llenos de harina o gofio que se lanzaban contra las casas o propios, las invitaciones en medio de la charanga, de la chanza, de la mojiganga, se pasaba a la casa y se invitaba al brindis con la mistela de licores, de naranja, de limón, de café, etcétera y ricas tortitas de carnaval, sobre todo en ambiente familiares, una exquisita y dulce invitación que recibían los que a las puertas reclamaban la atención con aquello de “mascarita me conoce” y regado con alguna copita de mistelas y licores para Correr el Carnaval.

Con la entrega de unas caretas realizadas para traer la sonrisa, la seriedad, la broma, a manera de disfraz, se ha hecho un breve repaso a la historia de nuestro carnaval teldense, patrimonio cultural, que desde la Casa Museo León y Castillo, Antonio González Padrón, ha mostrado la faceta histórica, personal, anecdótica y social de los que hicieron posible que hoy disfrutemos de esta antigua manifestación lúdica.

Que ustedes lo sigan pasando estupendamente con la alegría, sana diversión y ganas de plantar cara a los problemas cotidianos, ya volverá el otro carnaval que desfila por el escenario del teatro de la vida, el de la realidad del quehacer cotidiano, el que, con máscara o sin ella, tenemos que enfrentar.

Disfrutemos de nuestro carnaval, carguemos las pilas o para continuar en la brega y seguir el camino, como decía la canción del canario Sindo Saavedra: Ponte tu mejor disfraz y entra en el carnaval, que es para ti, venga ya ¡a cantar, a bailar y a reír! Ponte tu mejor disfraz y entra en el carnaval que la vida la sientas vivir, abran las puertas y dejen entrar, carnaval, carnaval, carnaval……

Abramos las puertas y ventanas, dejemos entrar aire fresco, con carnaval o sin él, con el mejor deseo de la buena suerte, buena salud y sean muy felices. Muchas gracias.

Del carnaval popular al más comercial

Por Cristina González (Canarias7)

La evolución de los carnavales en Telde y en la comarca sur de Gran Canaria centra hoy la conferencia que impartirá el director de la casa museo, Antonio González Padrón. Hará un repaso histórico de cómo pasaron de ser un festejo popular a más comercial.

El también cronista de Telde analizará en las instalaciones de San Juan, a partir de las 18.00 horas, las raíces de estos festejos, que pasaron por diferentes vicisitudes, especialmente durante la dictadura franquista cuando estuvieron prohibidos. González Padrón asegura que el carnaval siempre estuvo presente, desde finales del siglo XV o principios del XVI hasta la actualidad, aunque con la llegada de la democracia se transformaron. Antes era más participativos, duraban dos o tres días y la gente se confeccionaba sus propios disfraces, incidiendo muchas veces en defectos de las personas, vistiéndose de viejos o de mujeres los hombres.

La noticia más antigua que ha podido constatar de esta fiesta del carnaval popular al más comercial en Telde salió en un periódico en 1913, aunque hay referencia de que se realizaron a finales del siglo XIX. La mayor cota de popularidad tuvo lugar durante la República, aunque con la llegada de Franco se siguieron celebrando en las casas para los más pequeños.

Ya en la década de las sesenta instituciones como el casino La Unión, La Fraternidad o las asociaciones de Cánovas del Castillo, San Antonio y Lomo Magullo pidieron permiso al por entonces alcalde, Manuel Amador, para celebrar bailes de invierno. En ese momento no había reinas, ni murgas, ni comparsas, sino una charanga con papahuevos que salía del parque Franchy Roca hasta San Juan. Pero hubo algún que otro disgusto, reconoce González. Fue en 1972, cuando alguien se disfrazó de monja embarazada. Este hecho «puso en peligro el carnaval», asegura. A medida que avanzaba la década empezó a ser cada vez más comercial, con la compra de disfraces. Recuerda que la época de esplendor fue en los ochenta y hasta mediados de los noventa, gracias al concejal Carmelo Martín.

Huevos podridos, tortitas y mistela

Entre las tradiciones que se han ido perdiendo, Antonio González Padrón recuerda la de poner huevos a pudrir al sol que se lanzaban en las casas donde no invitaban a los grupos carnavaleros a comida. También se tiraban bolsitas llenas de harina o gofio. El cronista hará un repaso de la repostería de esas fechas, desde las tortitas de calabaza de la gente más pudiente, a las de plátano de las clases más bajas, pasando por bollitos de anís o bizcochos lustrados. También recuerda la bebida, llamada mistela, que se hacía con alcohol y café. Los niños bebían limonadas. Al finalizar la conferencia, que es con entrada libre y gratuita, se realizará un taller de máscaras de carnaval donde podrá participar el público asistente.

Repostería tradicional

Antonio González Padrón impartirá también el próximo jueves 23 de febrero (19.00 horas), en la casa museo León y Castillo, otra conferencia taller sobre cocina de carnaval, donde se hablará de la repostería tradicional de estas fiestas que se realizan en Gran Canaria. Hoy hablará de algunos dulces típicos de estas celebraciones.

Fuente: http://www.teldeactualidad.com/

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