No ha sido posible hallar este poema, pero una noticia interesante apareció en el periódico de aquellos años:

ASÍ SE ESCRIBE

Nuestro particular y querido amigo el laureado poeta D. Antonio Molina González, ha tenido la atención, que agradecemos, de dedicarnos un ejemplar de los cristianos Consejos que, en inspirados versos, dá á su querida hija María de los Ángeles, al cumplir esta linda niña los catorce años de edad.

No vamos á hacer un estudio crítico de la obra del Sr. Molina, porque carecemos en absoluto de competencia para ello. Nos proponemos solo felicitar al autor por su bellísima y tierna composición, y expresar la agradabilísima impresión que ha causado en nuestra alma la lectura de los santos y sanos Consejos que un padre creyente y amoroso da á la prenda querida de su alma,

«fruto de sus purísimos amores.»

La lira del Sr. Molina, semejante al sonido del arpa de Carryl, es triste y dulce como el recuerdo de pasada dicha. En sus hermosos versos expresa su dolor con una melancolía que seduce y encanta al mismo tiempo.

Los elementos más preciosos de su notable trabajo, los encuentra el señor Molina en las bellezas de la naturaleza y en la poesía de la Religión. Y ¿dónde encontrará el poeta cristiano belleza más acabada que en la obra del Supremo Hacedor, ni poesía más elevada que la que existe en la Religión santa enseñada por AQUEL que es la perfección misma? ¿Qué páginas más inspiradas leerá el poeta creyente que las de los Libros Santos que comprenden toda la historia de esa divina Religión, en los que el Espíritu paráclito se sobrepone á cuanto la palabra humana ha producido de más acabado?

Arrastrado, seducido el Sr. Molina por los encantos de la naturaleza y por las poéticas bellezas de la Religión, saca de estas abundantes fuentes sus más inspirados versos y sus más santos Consejos, para darlos a la que describe en este magnífico retrato:

«Crisalida rayana en mariposa,

crepúsculo tornado casi en día,

pimpollo con honor de fresca rosa,

. . . . . . . . . . . . .

aurora de purísimos reflejos,

nuncio de paz, paloma mensajera,

nube de rosa y oro,

dulce brisa apacible y regalada,

de inocencia riquísimo tesoro»,

. . . . . . . . . . . . .

El Sr. Molina que sabe sentir, porque lleva dentro de su ser ese misterioso resorte que nos impulsa á la contemplación de la belleza infinita: que sabe querer, porque anida en su creyente corazón la fé más acendrada, deja correr su pluma guiada por su inspirada imaginación y bañada en el más dulce y enérgico de todos los sentimientos humanos–el amor de padre creyente y cariñoso–y da a su hija consejos tan sinceros y morales como lo que tomamos al azar, porque todos mejores.

«Fíjate mucho y bien y apoya ansiosa

tu planta en el sendero de la vida,

serás cuanto se puede ser dichosa

si evitas la caída.

Guarda dentro del alma

la joya del honor, que es don preciado;

quien la llega á perder, vive sin calma

y hasta lleva un cadáver, más sin palma

en el fondo del pecho sepultado.

Será flor sin fragancia, sin aroma,

será aurora sin luz y sin reflejo,

será sin candidez, triste paloma,

será empañado, ennegrecido Espejo

será cielo sin sol y sin estrellas,

pajarillo sin alas,

arroyo sin rumores,

verjel exento de belleza y galas,

canción de tristes, desabridas notas,

prado sin ruiseñores,

lina olvidada con las cuerdas rotas,

cansada de expresar hondos dolores.

Serán aunque tú veas

á esos seres de galas adornados

á pesar de sus joyas y preseas,

unos pobres sepulcros blanqueados.

. . . . . . . . . . . . .

que no existe mejor filosofía

ni más sublime ciencia,

que conservar incólume, hija mía,

la paz del corazón y la conciencia.»

El sentimiento de lo bello y amor de padre informan el trabajo del Sr. Molina. Todas las estrofas de sus excelentes Consejos están saturadas de ese sentimiento y de ese purísimo amor; pero donde los expresa con más energía y en más encantadora forma, porque compendia todos los encantos de la obra y derrama todo el cariño de su alma, es en los dos últimos versos de su inspirado canto:

«Recibe el beso que te da mi alma

el alma que te doy en ese beso.»

Así se expresan los sentimientos más puros del alma; así se demuestra que la inteligencia no está ociosa ni el corazón está vacío; así se da palpable prueba de verdadero talento y de verdadera ilustración; en una palabra, así se escribe.

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