RECORDEMOS LA TESIS DE MARGARITA TORRES, CRONISTA OFICIAL DE LEÓN: EL CÁLIZ DE DOÑA URRACA ES REALMENTE LA COPA QUE, TRAS UN PARÉNTESIS DE 400 AÑOS, FUE VENERADA COMO LA UTILIZADA POR CRISTO EN LA ÚLTIMA CENA
Un historiador nacionalista diría que hay tres clases de verdades: de país, de barrio y de piso. Margarita Torres es historiadora y leonesa, pero a la hora de ejercer la profesión se deja al terruño colgado de la percha. ¿Ha recibido un varapalo su tesis sobre el Santo Grial porque el Vaticano haya concedido al de Valencia los galones de la indulgencia para el año jubilar, en 2015? No, en mi opinión. No es al Vaticano al que corresponde pronunciarse en este debate, tiene la autoridad pero carece de los datos probados; pues de tenerlos, según lo que en Historia se consideran tales, ya los habría dado a conocer. Como es sabido, los valencianos además de la horchata de chufa inventaron la sociedad de apoyos mutuos. A mi entender, el reconocimiento vaticano al grial de Valencia no lo es tanto a su autenticidad como a su condición de símbolo venerado. El logro puede ser explicado en términos de apoyos terrenales. Veamos la secuencia: el santanderino Carlos Osoro, cuando era arzobispo de Valencia le solicitó al valenciano Antonio Cañizares, cardenal primado de España —y residente en Roma— ayuda para obtener tal distinción para el grial de su tierra. Osoro pasó a sustituir a Rouco Varela y Cañizares a ser el nuevo arzobispo de Valencia. Por tanto, cabe interpretar que la indulgencia se preparó entre un valenciano de nacencia y otro de adopción. En efecto, legítimo. A mayores, de la mano de Rita Barberá que, sin ser reliquia, hace milagros con los respaldos basados en la persistencia. También, legítimo. Pura diplomacia política.
Recordemos la tesis de Torres: el cáliz de doña Urraca es realmente la copa que, tras un paréntesis de 400 años, fue venerada como la utilizada por Cristo en la Última Cena, y que terminó custodiada y camuflada en San Isidoro, como consecuencia del obsequio en el siglo XI de un califa a un emir y de éste al rey de León, Fernando I. Ella se apoya en documentos.
Insisto en lo ya escrito: para pronunciarse sobre este tema hay que tener saberes diversos y muy especializados, no es una polémica para la calle, ni siquiera para creyentes. Personalmente, como Sócrates «sólo sé que no sé nada». Bueno, algo sí: los apoyos terrenales son muy eficaces. Hasta ahí llego.
Fuente: http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/apoyos-terrenales_925349.html – Eduardo Aguirre