POR JOSÉ MANUEL TROYANO VIEDMA, CRONISTA OFICIAL DE LAS VILLAS DE BEDMAR Y DE GARCIEZ (JAÉN)
II. TORRES.-
¿Cómo llegar a la Cueva? Viniendo de Jaén en dirección a Jimena por la carretera comarcal nº 328 nos hemos de desviar a la derecha, unos 5 km antes de llegar a Jimena, por un carril en el que debemos de avanzar unos 3 km hasta llegar a la Casería de Trisla, desde la que se divisa el Cerro del Morrón. Caminaremos unos 500 metros aproximadamente hacia la derecha y nos encontraremos con el escarpe rocoso que comunica con esta magnífica Cueva a través de una senda. La cueva posee una pequeña entrada por la que se ha que reptar unos 5 metros antes de introducirnos en la gran sala interior. Hacia el fondo y separada por unos desprendimientos, se encuentra otra pequeña sala, con el techo a baja altura, que es donde se albergan las pinturas que ahora se describirán.
II.1 La Cueva del Morrón.-
Dicha cueva se encuentra situada “entre los 1.200 y los 1.300 metros de altitud en el Cerro del Morrón (1.540 metros), en la cara NO de Aznaitín –entre los términos municipales de Torres y Jimena- y en las coordenadas UTM: 30SVG568855”, pero hasta 1982 no se conoció oficialmente su descubrimiento, el cual se auto atribuyeron varios grupos espeleológicos de la provincia y fueron, finalmente, D. Miguel Soria Lerma y D. Manuel Gabriel López Payer, arqueólogos del Museo Arqueológico de La Carolina (Jaén), quienes realizaron y publicaron un primer estudio sobre las pinturas paleolíticas de esta Cueva, las cuales se dataron, dentro del Paleolítico, en el periodo Magdaleniense y con una antigüedad de 15 a 10.000 años, aproximadamente, a. C., lo que hacía de este yacimiento un fuerte pilar en la base del estudio de la Prehistoria de Jaén, en general y de Mágina, en particular. Poco tiempo después sus pinturas aparecieron publicadas en la revista Zephyrus de la Universidad de Salamanca (SANCHIDRIÁN, 1982) y en 1985, SORIA LERMA y LÓPEZ PAYER realizaron un estudio más profundo en la revista Ars Prehistórica
En ella se encuentran pinturas paleolíticas en color negro u ocre (rojo) y neolíticas (policromadas). Estas pinturas forman dos grupos distintos atendiendo a su ubicación. El grupo en negro está formado por dos figuras que representan en distintos paneles a una cabra y un jabalí. La técnica de coloración perfila con exactitud los contornos, los trazos son continuos, se aprecian pocos retoques, los justos para completar aspectos externos de las figuras. Es de destacar la desproporcionalidad del cuerpo del ciervo, pues el pecho y las patas del mismo están muy desarrolladas mientras que los cuartos traseros del mismo aparecen muy disminuidos y con las patas huidizas y en “franco contrasentido anatómico”.
Con respecto al grupo en rojo hemos de señalar que nos encontramos ante otro ciervo con unas dimensiones máximas de 16,23 centímetros, con un trazado de línea gruesa y enérgica que perfila la figura del animal entrecortándose tan solo en los cambios de ángulo de la piedra. El animal se encuentra bien dimensionado con la única excepción de las patas traseras, notablemente más desarrolladas que las delanteras, las cuales se representan con dos líneas finas y paralelas de pequeña longitud. La coloración roja está muy diluida por el efecto de la humedad de la cueva y por los depósitos de óxidos en sus paredes en forma de machas amarillas –que incluso se superponen en la pintura- y que nos da la sensación de que más que rojo es color ocre. La pintura destaca detalles precisos de la anatomía del cérvido.
No parece que la presencia de estas cabras o cérvidos en esta Cueva puedan tener un significado totémico o ser producto de la expresión puramente estética de sus autores, sino que más bien parece que la cueva fue una especie de “Santuario” en el que la ejecución de las pinturas tuviera una finalidad mágica propiciatoria de la caza, medio primordial de vida de aquellos primeros Homo Sapiens de esta tierra nuestra.
II.2. El Abrigo III del Aznaitín (Torres).-
Finalmente señalar que los profesores-investigadores: D. Miguel Soria Lerma, D. Domingo Zorrilla Lumbreras y D. Manuel Gabriel López Payer, en su trabajo sobre: “Arte rupestre en Sierra Mágina, nuevas investigaciones”, publicado en el nº 17 de Sumuntán: Anuario de Estudios sobre Sierra Mágina (Jaén, 2002). Pp. 9-68, nos indican que en el “abrigo natural” del Abrigo III del Aznatín, conjunto con arte rupestre esquemático, descubiertos en el término municipal de Torres (Comarca de Sierra Mágina), se pueden observar figuras simbólicas y escenas de caza, con una cronología que va del Neolítico Medio hasta la Edad del Cobre.
Continuará…