LA RÍA: 11 DE AGOSTO
Ago 11 2024

POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA (ALICANTE).

Convento e Iglesia de San Juan / A. L. Galiano

En este día del caluroso agosto, se conmemora el fallecimiento en 1253, en Asís, de Santa Clara, fundadora de la rama femenina de la orden fundada por San Francisco, del que se consideraba como su «humilde planta del bienaventurado Padre». A Clara, se la considera muy vinculada con la Eucaristía, pues entre los grandes prodigios que realizó en vida, se encuentra el hecho de que estando en tiempo de guerra, al ser asaltado su convento por la soldadesca, los detuvo mostrándosela e invocando el auxilio divino. Así, portándola la encontramos en el luneto que representa a la gloria franciscana del retablo mayor del altar de la Iglesia de San Juan de la Penitencia de las Clarisas, obra de Antonio Villanueva, trabajado en 1780. Así como en la bóveda de la citada Iglesia.

Es probable que el Franciscanismo estuviera presente en Orihuela, en los primeros años de la década de los cuarenta del siglo XV, al manifestar los franciscanos recoletos su intención de asentarse en esta tierra. Lo que no lograron hasta 1464, en que les fue donada la Ermita de Santa Ana para que fundaran dependiendo de la Provincia de Cartagena de dicha Orden en Castilla, y siendo auxiliados por la ciudad con 2.000 pesos destinados para la construcción del Convento.

Con ello, el paisaje eclesiástico en Orihuela se veía ampliado con la presencia del hábito de Francisco de Asís, incorporándose a los de los mercedarios y agustinos. Tras esto, la fundación franciscana masculina se veía, en 1490, con el de la rama femenina de dicha orden, en 1493. Incorporándose después de los años con los hábitos franciscanos de los descalzos o alcantarinos y los Capuchinos, en 1600 y 1619, respectivamente.

Fijándonos en la Clarisas del Convento de San Juan de la Penitencia, que se construyó en el mismo lugar donde se ubicaba anteriormente el Convento de los Mercedarios, extramuros de la Villa, que había sido muy deteriorado en la guerra entre Pedro I de Castilla «El Cruel» y Pedro IV «el Ceremonioso» de Aragón.

En aquel año de 1494, el 10 del mes de agosto, desde Murcia arribaban a Oriola seis religiosas del Convento de Santa Clara, siendo su primera abadesa sor Inés Marín.

Según Andrés de Sales Ferri Chulió, la fábrica del Convento fue reformada a mitad de los años cuarenta del siglo XVIII, y posteriormente con planos de Antonio Villanueva, el maestro alarife Miguel Francia iniciaba la construcción de la Iglesia, en 1753, el cual con anterioridad había dirigido las obras de la construcción de la Iglesia de Santiago de Albatera. Los trabajos de la fábrica de la Iglesia de las Clarisas se prolongaron hasta 1776, siendo bendecida el 16 de diciembre de cuatro años después, por fray Joaquín Ruano, provincial de los Franciscanos de la Provincia Cartagena, entronizando el Santísimo Sacramento en el altar mayor. Según Josef Montesinos Pérez Martínez de Orumbella, presente en los actos, nos recuerda que «parecía la Iglesia un pedazo de cielo. Por la noche hubo costoso disparo de artillería sobre la vecina montaña, sonoro repique de campanas, a las que acompañaron (por hermandad) las del Colegio Patriarcal de Predicadores y Convento de San Gregorio, Santa Ana, Capuchinos, Merced, San Sebastián y Santa Lucía, hubo grande golpe de música y plausible iluminación por todo el Arrabal».

Este «pedazo de cielo» al que se refiere el autor del Compendio Histórico Oriolano contrasta con la sencillez del exterior de la Iglesia, en cuya fachada destaca la portada trabajada por Diego Tomás, reputado cantero al que cuatro años después se le contrató en 850 libras la actuación sobre algunos sillares de la torre de la Catedral, que se encontraban dañados por el salobre.

Durante la Guerra Civil, el Monasterio fue habilitado para el Comité de Refugiados, mientras que la Iglesia permaneció cerrada.

Entre las obras pictóricas existentes en la Iglesia, encontramos Aparición de Jesucristo y la Virgen María al Patriarca San Francisco (La Porciúncula) y San Ignacio, San Francisco Javier, San Luis Rey de Francia y San Pantaleón, ambas de Antonio Villanueva. Así como en la cúpula los retratos de San Bernardino de Siena, San Buenaventura, San Luis de Tolosa y San Juan de Capestrano, obra de Francisco Salvador, obras del siglo XVIII.

Hemos de tener en consideración las imágenes que se conservan en el templo: Santísimo Cristo de Zalamea, de la escuela de Nicolás de Bussy (siglo XVI), que hasta 1936 se veneraba en el coro bajo; Estigmación de San Francisco de Asís y Cristo Yacente (de dimensiones reducidas), de Francisco Salzillo y Alcaraz. Esta última imagen, al haber desaparecido o destruido en la Guerra Civil la que desfilaba en la tarde del Viernes Santo, desfiló en 1940 y 1941 en la Procesión del Santo Entierro de Cristo, y al año siguiente fue sustituida por la talla de José Seiquer Zanón, propiedad del Excelentísimo Ayuntamiento de Orihuela, que pasó a estar atesorada en el coro bajo de la Iglesia hasta ser depositada en el Museo de Semana Santa.

Por otro lado, en el Convento se atesoran otras imágenes del siglo XVIII, como San Juan Bautista Niño, Niño Jesús de la Pasión, Niño Jesús Redentor, Niño Jesús del Huerto, Nuestra Señora de la Esperanza y Nuestra Señora de los Dolores de Francisco Salzillo, Madre de Dios de Agosto (siglo XVII) y un Nacimiento de José Esteve Bonet, de 1782. De este mismo autor era la imagen del titular de la Iglesia, de 1780, al que se le abonó 86 libras y que desapareció en la Guerra Civil, siendo sustituida en los primeros años cuarenta del pasado siglo por una nueva imagen, costeada por Antonio Penalva. En rejería es de destacar la existente en el campanario, y en el interior del templo el púlpito de hierro de 1780.

FUENTE: https://www.informacion.es/opinion/2024/08/10/11-agosto-106830788.html

 

 

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