POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
Habita en estos días la ilusión por la espera anunciada, desbordados por un manojo de nervios en busca de la noche mágica que cae sobre nosotros. La imagen es hoy un retrato en blanco y negro de aquellas cabalgatas que fueron en otros tiempos. Ahora, años después, todo desprende melancolía al contemplar en un puñado de caramelos aquellas tardes del cinco de enero inundadas por los sentimientos de un tiempo dulce y agradecido. Fueron tiempos donde nadie sabía ni hablaba de coronavirus.
No hace mucho me preguntaron cuándo comenzaron a celebrarse la Cabalgata de Reyes en Montijo. Según mis datos se iniciaron en los años cincuenta del siglo pasado, impulsadas desde el entonces Frente de Juventudes y Sección Femenina, junto con los franciscanos del Convento de San Antonio y la colaboración de la familia Thomas. Después lo hizo la OJE. Las fotografías de Visam testimonian aquel tiempo vivido.
Se dice que la noche del 5 de enero es la de la ilusión de los niños. ¿Y qué decir de la de los padres? Son ilusiones cruzadas que hacen llevarnos a una noche de nervios, de apenas dormirse y de un alegre madrugar. Todo está preparado. La espera se acorta.