POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Murcianas de letras siempre las hubo. Y todavía está por aclarar si alguna de las firmas masculinas que se estamparon en tantas publicaciones no escondían, en realidad, el espléndido trabajo intelectual de mujeres que renunciaban a la fama en favor de sus maridos y hermanos.
Hay autores que remontan la historia de la literatura en estas tierras hasta Santa Florentina (535?-615?), una de los cuatro hermanos y santos cartageneros, de quien consta en los anales que despuntaba con acierto en la poesía. Si bien no tanto en reclamar sus creaciones pues, hasta llegado el siglo X, cuando menos, acaso ninguna mujer fue tan valiente como la religiosa gerundense Ende, aquella supuesta iluminadora de manuscritos.
Como Santa Florentina, otras murcianas nacidas en distintos lugares de la actual región, colmaron su gozo en las letras, como la olvidada sor Juana de la Encarnación, la monja y mística agustina que algunos autores comparan con Santa Teresa y que, además de buen tino para escribir, debía de atesorar un carácter indomable, pues cuando el obispo belluga intentó hacerla priora del convento del Corpus Christi en Murcia hasta apeló al Papa para que la librara de tan aburrida obligación.
Muchos expertos han escrito sobre las mujeres en la literatura y, como es el caso del catedrático Javier Díez de Revenga, sus obras son ya indispensables para conocer la riqueza que esta tierra siempre atesoró en tal cuestión. Pero resulta curioso abordar las biografías de aquellas murcianas que, además de escribir, decidieron hacerlo en los papeles periódicos, lo que no poca mala fama acarreaba.
Rastrear la presencia femenina en los diarios locales, por suerte, no resulta complicado gracias a la reciente labor de investigación realizada por el profesor de la Universidad de Murcia, José Antonio Sánchez Hernández.
En un magistral trabajo titulado ‘La actividad periodística de la mujer en la prensa murciana de los siglos XIX y XX’ -que fue publicado con motivo del último congreso de cronistas- Sánchez aportó numerosos nombres que la historia olvidó y que, en muchos casos, supusieron un revulsivo a la tradición masculina imperante en las redacciones.
Nuevas investigaciones
La primera de las referencias de entidad que cita el profesor nos sitúa en la ciudad portuaria, donde se fundó en 1871 la revista ‘Cartagena Ilustrada’, en cuya redacción colaboraron hasta seis mujeres, aunque no todas eran murcianas: Faustina Sáez, Ángela Grassi, Margarita Suárez, Purificación Pérez Gayá, Aurora Abdón y Eladia Bautista Patier. A ellas se sumaron otras firmas como Eloísa González y Cabañas, Trinidad Pascual de Blanca y Purificación Pérez de Ruiz.
Ya entrado el siglo XX y en el periódico archenero ‘El Regionalista’, Sánchez encontró el nombre de Rosa Clara, a quién también citará en una investigación el académico Juan González Castaño, cronista oficial de Mula, al hacer referencia a otra ilustre murciana: Fulgencia García Miñano, que firmaría sus publicaciones como Mari Rosa.
Fulgencia nació en Mula en 1908. Era la menor de tres hermanos e hija del médico Juan María García y de María Miñano. Cuenta González en la biografía de la periodista que fue la primera muleña en llevar pantalones e incluso, con apenas 21 años, pidió a su madre viuda la emancipación.
En 1931 obtendría en Murcia el título de Perito Mercantil y opositó al Cuerpo Auxiliar de Contabilidad. Cinco años después se casó en Madrid con el diputado socialista Amós Ruiz Lecina y en plena luna de miel, que celebraban en Mallorca, les sorprendió la Guerra Civil y quedó presa.
Comenzó para la republicana Fulgencia un auténtico calvario que la obligaría, ya acababa la contienda, a exiliarse a Francia y embarcar rumbo a Nueva York. «Si hubiese sabido inglés, allí me quedo, pero como no lo sabía, seguimos camino de donde se habla nuestra lengua», refirió en una carta dirigida a un familiar y recuperada por González Castaño.
Y siguieron hasta Ciudad de México, donde Amós impartió clases y Fulgencia regentó un comercio de ultramarinos que llamó ‘La Murciana’. También allí nació en 1949 su única hija, María del Pilar. En 1962 regresó a Madrid, donde se estableció y murió el 31 de mayo de 1976.
Sánchez Hernández destacó la ingente producción literaria de esta autora, cuyas composiciones se publicaron bajo el título de ‘Crónicas femeninas’ en diversos diarios murcianos, entre ellos ‘El Heraldo del Segura’, ‘El Liberal de Murcia’, ‘ El Tiempo’ o la revista ‘Murcia Gráfica’. A ellas se sumarían otras en distintas cabeceras del resto de España.
El mismo autor destaca que la cartagenera María Dolores Bas Bonald, nacida en la ciudad portuaria en 1905, fue «la primera mujer que en Cartagena se subió a una tribuna pública, disertando sobre ‘Feminismo’ allá por 1925». Feminista y maestra de primera enseñanza, sus artículos se conservan en las colecciones de ‘El Liberal’ y ‘Flores y Naranjos’, hasta que la muerte la sorprendió en 1930.
Y pasó la Guerra
Concluida la Guerra Civil se abriría un nuevo panorama para las mujeres que querían dedicarse al periodismo, si bien aún relegadas a un segundo escalón y alejadas de puestos directivos. Es el caso de Florencia María Ortíz, quien no era murciana, pero sí la primera que escribió con asiduidad en el semanario ‘Hoja del Lunes’ y a cuya producción se sumaría también alguna novela.
Otra periodista cartagenera ilustre fue María Amparo López Madrona, nacida en 1938, firma habitual en publicaciones murcianas y madrileñas y guionista en Radio Nacional de España. Desde la capital seguiría enviando informaciones al diario ‘Línea’ entre 1964 y 1965, además de destacar como poetisa.
Sus canciones infantiles la hicieron popular a través de Televisión Española a principios de la década de los sesenta del siglo XX. Los últimos años de su vida los disfrutó en su tierra, a donde regresó. Pero no detuvo su cadencia por la prensa, firmando a partir de 1989 una sección en ‘Hoja del Lunes’ titulada ‘Desde mi esquina’. A estos nombres se suman otros muchos, tantos ya que quizá no existe publicación murciana en la actualidad que, dedicando en exclusiva sus galeradas a recordarlos, pudiera citarlas a todos.
Fuente: https://www.laverdad.es/