POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN).
Recordamos la historia de España: esta etapa es conocida como La regencia de María Cristina (1833-1840). Los liberales se encuentran dividido en moderados (partidarios de reforzar la figura del rey y de reformas limitadas) y progresistas (defiende una profunda política de reformas). María Cristina dio el poder a los liberales moderados aunque, ante las protestas populares y el pronunciamiento militar de La Granja, se vio obligada a entregar el gobierno a los progresistas.
En los años siguientes se lleva a cabo la desamortización de Mendizábal (1836), en la que se desvincularon aquellas tierras que se encontraban ligadas a la nobleza, el clero y los municipios, permitiendo su venta o repartimiento. De esta manera, se pretendía evitar que los antiguos estamentos monopolizaran el poder económico y dotar de tierras al campesinado carente de ella, al tiempo que se propiciaba una explotación más adecuada del campo español.
Se redacta también una nueva Constitución (1837), que establecía la soberanía nacional como principio fundamental, el reconocimiento de un amplio conjunto de derechos para los ciudadanos, la división de poderes y el sufragio censitario.
Ante la minoría de edad de Isabel, María Cristina de Borbón asumió la Regencia a la muerte de su marido Fernando VII en 1833. Pese a que la Regente no se identificaba con su ideario, los liberales se configuraron como la única fuerza capaz de mantenerla en el trono. Así, María Cristina llamó a Martínez de la Rosa, un liberal moderado, a formar un gobierno que hiciera frente a la insurrección carlista. Martínez de la Rosa emprendió una serie de reformas muy moderadas. Entre ellas destacó el Estatuto Real en 1834.
El año que se produjo la tormenta, ni Castillo ni Frailes eran municipios independientes, pertenecian a Alcalá la Real, pero la independencia llegaría en apenas tres años tras la tremenda tormenta que nor informa el periódico El Vapor.
Pues en este periódico con fecha sábado, 17 de agosto de 1833, encontramos la siguiente noticia: Jaén 3 de agosto. En la tarde del 29 de julio, a eso de las cuatro se presentó una furiosa tormenta en el término de Alcalá la Real, que discurrió por los partidos llamados de la Ribera Alta, Frailes, Noveruelas, Charilla y Castillo de Locubín, causando los mayores estragos. Su duración fue de dos horas; y en la primera cayeron piedras tan gruesas, que algunas pesaron cuatro onzas: en la ciudad se recogieron de un tamaño de un huevo regular de gallinas; lo demás del tiempo se redujo a granizo pequeño y agua, pero era tan espeso que cubrió la tierra más de una cuarta en las pendientes, y desde media a una vara en las llanuras. A las once de la noche se repitió la tempestad despidiendo solo unos fuertes aguaceros que derritieron la capa de granizo que había quedado sobre la tierra.
Son incalculables los daños que han resultado, especialmente en la Ribera Alta, Frailes y Noveruelas; pues en el corto término de dos horas han desparecido enteramente en estos puntos la cosecha de trigo, escaña y garbanzos. Las viñas parecen podadas, pues las cepas han quedado sin sarmientos; los maices y hortalizas destruidos totalmente; la cosecha de aceituna perdida por este año y el inmediato; las encinas y nogales desgajadas y sin fruto; por fin hasta la tierra ha desaparecido en muchos sitios por haber sido arrollada dejando inutilizado el terreno por algunos años. El impetú violento de las aguas que bajan por el torrente de los Linarejos, arrancó el puente que a la salida de Frailes, estaba sobre el camino que se dirige a Alcalá. No se sabe que hayan ocurrido desgracias de personas. Pero si hay muchas contusas de los golpes de las piedras.
En Frailes se calculan las perdidas en quince a veinte mil fanegas de grano, mil de maiz, dos mil arrobas de aceite, sin contar la cosecha del año venidero, y toda la uva, hortaliza, bellota, frutales y nueces.
El señor intendente de esta provincia ha dado las oportunas prevenciones para formar el expediente instrucctivo acerca de estos daños y adoptar en su vista las disposiciones que sean convenientes.
Entre los distintos factores que componen la historia, sin duda es el clima el más desconocido y el que está más íntimamente unido al ecosistema, puesto que determina a otros elementos del mismo, como flora, fauna, población, cultivos, ganadería,… Es muy difícil establecer la evolución histórica del clima en nuestra comarca. A través de los textos solemos encontrar referencias a algunos meteoros en relación a hechos socio-económicos, sean viento, nieve, lluvia o huracanes, así como las sequías.
El siglo XIX recoge en la comarca una tradición climatológica semejante a la Edad Moderna. A través de los libros de actas de los ayuntamientos, principalmente, y de los más diversos tipos de documentos se puede seguir cierta secuencia de la evolución de algunos aspectos del clima en el siglo. Continúan narrándose agudas sequías, salpicadas por profundos temporales de lluvia y viento. El hombre sigue viendo a la naturaleza como algo mágico, a la que teme y a la que se enfrenta con los medios tradicionales. Sigue sufriendo las consecuencias de las crisis de subsistencias, pues hasta bien entrada la segunda mitad del siglo, con la mejora de las vías de comunicación y la introducción del ferrocarril, no existió un mercado intercomarcal lo suficientemente amplio para asegurar un volumen importante de productos. Mientras tanto, el hombre en la Sierra Sur vivía un mundo semiautárquico, sometido a los caprichos de una típica climatología mediterránea.
Los años de sequía de la década de 1830, fueron de 1833-1834 y 1835-38, sobre todo la gran sequía de 1837, fueron especialmente graves por la elevada mortandad a que dieron lugar, ya que a la sequía se unió el cólera de 1834, las plagas de langosta, y las consecuencias de la Guerra Carlista y las desamortizaciones.
Años difíciles a los que se enfrentaron las poblaciones de Frailes y Castillo de Locubín en los años que precedieron a su independencia definitiva de Alcalá la Real.