POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)
Sin duda alguna, el Valle de Ricote es un lugar singular, único en la Región, al que debemos cuidar e incluso mimar si queremos que nuestros descendientes puedan disfrutar del mismo como ayer lo hicieron nuestros padres y aún hoy lo podemos hacer nosotros.
Dentro de su singularidad, en su visita podemos disfrutar con la contemplación de dos árboles únicos, y no por su género, sino por sus características. Me refiero al pino más alto de la Comunidad Autónoma y a la “Olivera Gorda”. Del pino puedo decir que es de la familia de las araucarias, de crecimiento vertical y ramas estratificadas, con silueta piramidal, que supera los 30 metros de altura, siendo su origen el continente americano, concretamente Chile. Me refiero al pino ubicado en el recinto de la denominada Casa de Don Carlos, situada en el Alto del Palomo, en Blanca, junto a la carretera que conduce a Ojós.
El pino en cuestión se puede contemplar en toda su grandeza desde varios lugares, entre los que destaco dos: el primero desde el núcleo urbano de Blanca, junto al río, a la altura del Club de Piragüismo, justo enfrente, al otro lado, en lo alto, se puede apreciar su magnífico porte. El segundo lugar es al pasar la citada Casa de Don Carlos, en dirección a Ojós, al terminar la pendiente, desde el arco que cruza la carretera que conduce a Ricote por el paraje denominado La Lomas.
El otro árbol singular del Valle de Ricote es la Olivera Gorda, situada en el término municipal de Ricote, junto a la carretera que une esta localidad con Ojós, subiendo, a mano izquierda, a un kilómetro aproximadamente, en el paraje El Salitre. De ella sabemos ue es un “olivo silvestre y borde” (Europacea Oleaster). Está catalogada por ICONA, protegida por Orden de 17 de febrero de 1989, de la Agencia Regional para el Medio Ambiente y la Naturaleza (BORM nº 55, de 7 de marzo de 1989). Según el periodista e investigador Serafín Alonso Navarro, dada la lentitud del desarrollo de esta especie, bien puede alcanzar más de 1200 años de antigüedad. Su anchura llega a casi los siete metros, y su altura se estima en ocho metros. Se llama también acebuche, olivastro, ullastre y, localmente “acimbuche”. En la actualidad sólo tiene injertada una rama, de “olivas almenas”, muy ricas de sabor que al estar junto a la carretera, la mayor parte de ellas se las llevan las gentes. El resto de la ramas son “acebuchina” o silvestre.
Entre las gentes del Valle se cuentan diversos acontecimientos de los que la Olivera Gorda fue testigo, aunque nada está comprobado históricamente, entre ellos: hacia 1226, bajo la misma se hizo coronar el emir musulmán Ibn Hud. También se deice que allí se decretó la expulsión de los Moriscos a comienzos del siglo VXII y nunca faltan las leyendas sobre tesoros ocultos en su interior o en sus inmediaciones. Un dicho popular conocido en el Valle dice: “Rico Ricote, rico serás cuando la olivera de la Muña pueda hablar”.
En mayo de 1951 el pueblo de Ricote recibió junto a ella a las monjas de la orden de las Carmelitas (Mónica, Engracia, Virtudes, Matilde, Caridad y Estrella, entre otras), que vinieron, gracias al cura Amable Martínez, para atender el colegio hospital de San Diego, que prestaba atención a los más pobres y necesitados. Con motivo de su llegada e inauguración del citado colegio hospital, tuvieron lugar tres días ininterrumpidos de fiesta que aún muchos recuerdan.
Además de estos singulares árboles en el Valle de Ricote hay otros como el “Bergamoto”, de los que muy pocos ejemplares se conservan en nuestra geografía regional. En cualquier caso, dichos árboles y el resto del Valle bien merece la pena su visita. Hay lugares que al menos se deberían visitar una vez en la vida y uno de ellos es el Valle de Ricote. Así que, tomando el lema de los Congresos del Valle, animo a los lectores a “Despertar sus sentidos” y a descubrir un paraje que a nadie defrauda.
FUENTE: https://www.facebook.com/profile.php?id=100015585155560